Fredy Otárola dice que la percepción del Congreso como la - TopicsExpress



          

Fredy Otárola dice que la percepción del Congreso como la institución más corrupta es un mensaje del pueblo a los parlamentarios. Atribuye ese 55% de la opinión sobre todo al reciente escándalo de la repartija, pero no elabora más. Tampoco revela cómo se piensa responder a ese mensaje en los tiempos que vienen. El asunto es más complejo que la repartija. El Congreso tiene una muy baja aprobación desde hace mucho tiempo. El 10% de estos días es un record bajo el actual gobierno, pero la institución ronda esa cifra desde hace tiempo. De desaprobar a considerar corrupto hay un paso corto, pero el motivo de esto no es necesariamente la corrupción misma. Todo encuestado tiene uno o más enemigos políticos en el Congreso, y cuando se le aplica una pregunta englobadora, el desagrado se comunica a toda la institución. A partir de allí se comunica a todos sus aspectos, cubriéndolos de una pátina de negatividad. Así, a la hora de desaprobar no hay excepciones, y justos pagan por pecadores. Los pecadores son aquellos congresistas que han protagonizado escándalos, en número considerable, y ahora son reconocidos por sus denigrantes apodos. En esos casos la corrupción es fehaciente, y va de lo venial a lo delictivo. Como van siendo descubiertos paulatinamente, existe la presunción de que siempre hay más en bodega. Como la mayoría de estas personas reciben sanciones veniales, o como hay acusados que no las reciben, y todos siguen circulando por el hemiciclo, la impresión del público es que en el Congreso reina la impunidad, o por lo menos la leniencia. De allí el apodo de otorongos, que es en sí mismo una puerta de entrada a la percepción de corrupción. Es evidente que Otárola no puede aludir a la responsabilidad del material humano en el problema, y tiene que apuntar hacia un hecho reciente como la repartija. En parecida línea el especialista José Cevasco, ex oficial mayor del Congreso, busca la responsabilidad en malos voceros, métodos de trabajo y sobrepoblación burocrática en torno de las curules. Tanto Otárola como Cevasco tácitamente nos dicen que las soluciones no van a venir de los propios congresistas, carentes de todo interés o posibilidad de resolver el problema. Solo se podrá avanzar con cambios en el sistema y los requisitos para ser elegido a la corporación. Es decir, cambios desde fuera, no desde dentro. La parte paradójica del 55% y del 10% es que parte del actual Congreso está lanzado a investigaciones, fiscalizaciones y moralizaciones de todo tipo. Con lo cual ya no se sabe quién está de qué lado de la ventanilla de la anticorrupción. Este es un asunto sobre el cual Proética y la encuestadora Ipsos podrían haber introducido una pregun
Posted on: Sun, 25 Aug 2013 03:08:53 +0000

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