“Fue esculpido en Jerusalén por un piadoso Religioso - TopicsExpress



          

“Fue esculpido en Jerusalén por un piadoso Religioso Franciscano, en madera de olivo del Getsemaní, hacia finales del siglo XV. Quiere la tradición que, no teniendo el fraile los tintes necesarios para completar la obra, ésta fuese acabada prodigiosamente por mano angélica. Durante el viaje de vuelta a Roma por mar, una furiosa tempestad obligó al mismo a echar al agua la cajita con el precioso tesoro, pero ésta llegó igualmente por sí sola al puerto de Livorno tras la estela de la nave. Precedida de la fama de los singulares prodigios, la sagrada imagen fue recibida en la Ciudad Eterna con grande júbilo y venerada con particular devoción. Un día, durante el período navideño, mientras el S. Niño se encontraba en el Nacimiento, una noble romana se apoderó de él y lo escondió cuidadosamente en su casa: poco después, enferma de gravedad, fue obligada por su confesor a restituir la estatua. Una tradición popular cuenta que el S. Niño dejó por sí solo la casa en el corazón de la noche y volvió sobre el Capitolio, mientras las campanas de la basílica sonaban prodigiosamente a gloria. Los ricos donativos de oro y de piedras preciosas dan testimonio de la gratitud de los fieles a las innumerables gracias recibidas. De estos donativos fue siempre surtida copiosamente la imagen todas las veces que fue despojada por mano sacrílega: en 1798 un noble ciudadano romano, Serafín Petrarca, salvó la estatua del furor incendiario de las tropas napoleónicas pagando una cuantiosa suma. La Capilla del S. Niño se ve con frecuencia concurrida de visitantes de todas las partes del mundo. Las madres, antes del parto, suben a Aracoeli para recibir una especial bendición y llevan sus niños para consagrarlos al Divino Niño. Desde tiempo inmemorial el S. Niño es llevado a petición a la cabecera de los enfermos: en otro tiempo se veía en la Plaza del Capitolio una larga fila de coches que esperaban su turno. La fama siempre creciente de la prodigiosa imagen movió al Sumo Pontífice León XIII y al Capítulo Vaticano a decretar la coronación, que fue celebrada con solemnísimo rito el 2 de mayo de 1897. De esta fama dan testimonio las numerosas cartas de súplica y de agradecimiento que el Divino Infante recibe diariamente de millones de devotos, esparcidos por toda la faz de la tierra: pequeños y grandes le escriben como al más querido amigo. Durante el período navideño los niños de Roma se alternan sin intermisión ante el monumental Nacimiento para pronunciar el sermón y recitar himnos de júbilo al recién nacido Señor; y al atardecer de la Epifanía toda la ciudad asiste a la Colina Capitolina para recibir la bendición de su pequeño gran Rey. ¡Verdaderamente sobre su imperio no se pone nunca el sol! † ORACIÓN Amantísimo Señor Nuestro Jesucristo, que hecho por nosotros Niño quisiste nacer en una gruta para librarnos de las tinieblas del pecado, para atraernos a Ti, y encendernos en tu santo amor, te adoramos como nuestro Creador y Redentor, te reconocemos y queremos por nuestro Rey y Señor, y como tributo te ofrecemos todos los afectos de nuestro pobre corazón. Amado Jesús, Señor y Dios nuestros, dígnate aceptar esta ofrenda, y a fin de que sea de tu agrado perdona nuestras culpas, ilumínanos, inflámanos en aquel fuego santo que has venido a traer al mundo para encenderlo en nuestros corazones. Llegue a ser de esta manera nuestra alma un altar, para ofrecerte el sacrificio de nuestras mortificaciones; haz que ella busque siempre tu mayor gloria aquí en la tierra, a fin de que llegue un día a gozar de tu infinita belleza en el cielo. Amén. Indulgencia parcial
Posted on: Sat, 22 Jun 2013 03:51:17 +0000

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