GAZCUE La casa de la Santiago #47, en Gazcue, - TopicsExpress



          

GAZCUE La casa de la Santiago #47, en Gazcue, construida por los ingenieros Gonzales Y Gonzales a gusto y capricho de mi padre, tomaba una media manzana rodeada por las calles Hnos. Deligne Josefa Perdomo y José Joaquín Pérez. La Santiago comenzaba en la Enrique Henríquez, pasaba por el frente de la casa y terminaba en la Universidad de Santo Domingo que aún no era autónoma. Gazcue era un barrio aristocrático, romántico y tradicional, con edificaciones de todo tipo. Art Deco, Colonial, moderno, en fin, una gama de buen gusto, matizado por jardines de hermosas flores y frondosos árboles como la Caoba, La Javilla o Palmas Reales, que tendían sus hojas en el otoño como un manto ocre y verde en las aceras y los parques. Pero la nota de los Flamboyanes hacía vibrar el pavimento con el nervioso temblor de sus flores rojas como el fuego. Todas las familias nos conocíamos, los hijos asistíamos a los mismos colegios y frecuentábamos los mismos lugares. En aquellos días, no todo el mundo podía pasearse por Gazcue ni mucho menos vivir allí. En el Parque Independencia había un servicio policial que no dejaba pasar a nadie que no reuniera las ¨condiciones¨ para transitar por ese barrio tradicional: Había que ser de color blanco, bien vestido, buenos zapatos y no podían faltar las medias. Ahora bien, las canasteras y demás pregoneros gozaban de carta abierta pero debían andar "ojo pelao". Los muchachos andábamos a cualquier hora del día en las calles como si fuera en el patio de nuestras casas. Olga Menéndez y yo solíamos salir a las diez de la noche para acompañar a Q-ky Hormazabal a su casa que quedaba en la calle José Contreras cerca de la Universidad y frente a frente del promontorio de rocas custodiado por la estatua de Santo Domingo la cual indicaba el final de los terrenos del Colegio Santo Domingo en donde entonces estudiábamos. Íbamos las tres solitas. Cuando regresábamos Olga y yo, lo hacíamos caminando en puntillas de pie dizque para que nos engordaran las piernas. Siempre que llegábamos estaban las hermanas de Olga: Galolo, Mildred y Mery esperándola para llevarla a su casa, donde le daban el consabido boche por "andar tan tarde en casa ajena". UN NUEVO VECINO En Gazcue, para vender o alquilar una casa o un apartamento se tenía por costumbre depurar a los interesados y luego participar a todos los vecinos, a ver si existía alguna objeción. Más, resulta que en un nuevo edificio de cuatro pisos que quedaba frente a frente a mi casa y que era propiedad del ingeniero Frómeta, padre de Sara Olimpia Frómeta, una de las primeras miss República Dominicana, se alquiló una tercera planta sin participar ni avisar a nadie y fue nada más y nada menos que a un pelotero. Sabido es que en ese tiempo los peloteros eran algo así como curiosos transgresores a los cuales se les miraba "de lejito", para que no intentaran "mezclarse". Pues bien, este pelotero en cuestión y su joven esposa se mudaron una nochecita bien calladitos.... Cuando el barrio se vino a enterar, ya no había nada que hacer. Se elevaron protestas y se unificaron actitudes. Mi padre recomendó a mi madre: -"Adriana, las niñas que ni miren para allá, no vaya a ser cosa de que ese tipo se asome al balcón, sabe Dios como!" Pasó el tiempo y no salíamos de nuestro asombro. El comportamiento de aquel joven que no tenía más de 19 años, fue ejemplar. Se adaptó perfectamente a las costumbres de Gazcue. En su apartamento jamás se dejó oír una música alta o estridente ni mucho menos discusión fuera de tono y jamás se asomó al balcón "sabe Dios como". Hasta que mi padre, declinó y lo reivindicó: -"Fíjate Adriana, ese joven (subió de categoría-tipo) es sumamente correcto a pesar de ser pelotero!" Ese pelotero, se llamaba Felipe Rojas Alou y es hoy una gloria del deporte nacional.
Posted on: Mon, 26 Aug 2013 11:55:03 +0000

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