**GOTAS DE LLUVIA** Capitulo 5 - Lluvia Lluvia Había - TopicsExpress



          

**GOTAS DE LLUVIA** Capitulo 5 - Lluvia Lluvia Había llovido mucho en esos últimos días. Aquella tarde también lo había hecho, el cemento de la calle yacía mojado y las gotas de lluvia salpicaban al ritmo de los pasos de Diana. Quien una vez más caminaba hacia el edificio donde vivía Gabriela, eran las 8 PM y su corazón palpitaba a toda velocidad, muy nervioso. La época de lluvias de ese año, se despediría de ella de esa manera, dejándole aquella experiencia que no supo manejar precisamente de la manera más correcta. Había decidido que sí, que sí quería a Alejandra y la quería más que a cualquier persona en este mundo, y la necesitaba. Pero por un tonto arranque hormonal o simplemente de ignorancia, iba a lastimar a esa persona que al fin y al cabo supo darle cariño y tiempo en aquél tiempo que estuvieron juntas. Pero ella ya no lo aguantaba. Era muy sencillo ir y terminar la relación; pero Gabriela era muy obstinada e iba a seguir a su lado, lastimándose más a sí misma y a Diana, quien se arrepentía con cada acto que había cometido. Sin embargo, aun así, estaba consciente de que si no hubiera sido “víctima” de aquél arranque hormonal y lleno de despecho y resentimiento con la vida, nunca se hubiera dado cuenta de sus verdaderos sentimientos por Alejandra. Casi dos meses sin hablarle, casi dos meses sin verla a los ojos claramente, sin saber realmente cómo estaba, sin saber si estaba verdaderamente enojada y si le perdonaría alguna vez, lo más importante: si no fuera demasiado tarde para pedirle perdón, si ella todavía sentía algo. Ese era el plan, intentaría terminar con la relación sin causar más daño del que ya imaginaba que iba a causar; sin embargo, si no funcionaba en un último caso iba a darle aquella carta que había escrito en todo el día para ella. Qué terrible situación. Por fin llegó al departamento de la chica y subió sin tocar timbre ni nada pues el portero que le conocía le dejó pasar sin necesidad de llamar. Subió al último piso y tocó el timbre. La puerta fue abierta en cuanto tocó. Allí estaban los ojos color miel y el hermoso cabello castaño de Gabriela. -¡¡Diana!! – Se emocionó la muchacha saltando a abrazarle eufóricamente, la otra sólo sonrió tristemente – intenté hablarte en todo el día ¡creí que te había pasado algo! Pasa, pasa… -Estoy bien – tomó aire la chica, pasando al departamento de Gaby – sólo… tenía el celular en silencio... – se sentó en el sillón. -¿Quieres tomar algo? – preguntó la castaña mirándole radiante. -No, está bien… - murmuró Diana; pero resopló y comenzó a hablar con más seguridad y seriedad – tengo que hablar contigo Gaby… -No me gusta ese tono – se asustó en broma la de ojos color miel; pero al ver que la expresión de la otra chica no cambiaba, se puso seria - ¿estás bien? -Gaby… -Desde hace un tiempo estás muy extraña, ¿puedo ayudarte en algo? -Gaby… nunca debiste dejar a Tania… - comenzó Diana, la expresión de la castaña cambió completamente. -¿Q-qué dices? -No podemos seguir juntas… ya no puedo estar contigo… lo lamento – explicó Diana – tú estabas bien con Tania, ella te quería de verdad… no debiste dejarla… nunca… ella te amaba… -Pero, ¿por qué dices eso? – Gabriela se veía muy angustiada, lo cual mataba a la otra muchacha. -Lo lamento, nuestra relación no funciona… no nos llevamos como debería ser… - continuó – y yo te quiero, eres una persona muy querida para mí; pero no te quiero como debería… -Diana, se supone que por el tiempo que llevemos juntas, ese cariño aumentará… si es por eso… - de repente se puso seria – o hay algo que hice o que… que tú hiciste… y me lo estás ocultando… La muchacha de cabello negro resopló y observó la carta que llevaba en su mano, que ella misma había escrito con su puño y letra, comenzó a darle pánico. Pero se llenó de valor. -Hay… hay otra persona… - debía decir las cosas claramente – yo… no te quiero como debería ser… porque quiero a esa persona… “Diana, ¿tú me amas?” Gabriela se quedó muda y no hizo nada. -Me… me engañaste…? – preguntó. -Técnicamente no, porque en ese momento no teníamos nada; pero creo que sí porque… acababa de tener algo con esa persona y… acepté estar contigo y yo… no puedo olvidarla… - se levantó para salir del departamento, dejó en el sillón la carta que había escrito – lo siento, nuestra relación… se ha terminado… -Espera… no te vayas – rogó Gabriela sin darse cuenta de lo que la muchacha dejaba – no lo termines yo… - pero Diana ya había salido del departamento y cerrado la puerta tras de sí, sabiendo que la carta que había escrito sería más que suficiente para que Gabriela ya no quisiera verla nunca más. La castaña se quedó parada detrás de la puerta, dentro del lugar, mientras una lágrima se aventuraba por su mejilla. Se dio la vuelta lentamente y observó un sobre en el sillón… “¿Eso es de Diana?” se preguntó a sí misma acercándose y tomando el sobre entre sus manos… lo abrió con curiosidad y sacó las hojas que tenía dentro… las desdobló y acomodó, se sentó en el sillón y comenzó a leer… “Aquel día, caminaba por el centro de la ciudad, era invierno y el sol había brillado extrañamente, como una paradoja. Así ocurría muchas veces, había días en primavera en las que el sol no salía y hacía frío. Ahora, días de invierno en las que el sol te quemaba de tanto calor. Pero, ya era sabido que ese sol de invierno daría lugar a una y otra y otra y otra y otra y… etc., etc., lluvia o tormenta torrencial cruel con los pobres espíritus siniestros…” Diana salió de allí, sus piernas temblaban y su corazón palpitaba a mil por segundo, seguro a estas alturas Gabriela ya había descubierto el sobre y ya lo estaría leyendo. Eran las 8:30 PM… y fue hacia la plaza principal a sentarse en una de las banquitas. Observando a la gente a su alrededor… la gente que pasa y camina y pasa y camina y pasa y camina y etc., etc… “…Cuando ¡Zaz! Pasó lo que cualquiera se imaginaría, esa chica de pelo castaño y ojos miel alzó la caja y me dejó con las ganas. -Oye – le dije enojada, ella volteó y me miró confundida. ¿Qué crees? Yo quería esa leche de chocolate – yo me la quería llevar – le miré lo más amenazante posible y adivina, ella sólo me sonrió. -Entonces ten – me pasó la caja y se fue; pero ni siquiera había sonado molesta o algo, solo me sonrió con amabilidad y ya, y se fue y ya…” Miró su celular y buscó nuevamente, el número de Alejandra. Sonrió tristemente y miró a su alrededor como esperando encontrarla; pero no estaba, sólo pudo divisar a lo lejos la banquita en la que se habían sentado, el día en que su amiga le pidió hacer el amor por primera vez con ella. Dios mío, ¿cómo no se había dado cuenta nunca? En sus innumerables aventuras nunca se daba cuenta de cómo Alejandra le miraba. Cómo le miró cuando le dio su primer beso, cómo intentaba darle celos con el novio que había conseguido, hablándole de él todo el tiempo y siempre preguntándole al final “¿Qué piensas sobre ello?” con aquella mirada extraña, como expectante; a lo que ella respondía “Se nota que te quiere” y sonreía distraída, pensando en Gabriela. Y el daño que le estaba causando ahora mismo. “…Te digo que si hubiera sido otra persona, ni siquiera le hubiera hablado; pero era raro, de alguna manera, todas mis reacciones y las reacciones de ella estaban conectadas, como si no hubiera sido coincidencia el conocernos. Tú mismo sabes que en la vida un montón de gente pasa de esa manera en un supermercado y toda la bola, a uno al final no le interesa y no piensa en eso y se olvida en ese momento. Pero A ELLA yo no podía olvidarla… y no la olvidé hasta llegar a querer saludarla en el bar cuando la encontré sólo por suerte…” Era cierto, le gustaba Gabriela y no podía evitar pensar en ello, le había gustado desde el inicio, nunca olvidaría la primera vez que tocó su piel y pudo besar sus labios; pero cuando hizo esto último y cuando quería llegar a algo más con ella… venía de nuevo a su mente la imagen de Alejandra. Siempre pasaba eso y así no podía tener una relación, pues solamente se estarían engañando. Se levantó y caminó hacia la casa de Alejandra, aunque sabía que no iba a encontrarla pues las veces que fue, su mamá le saludaba muy amable (Diana era muy conocida y aceptaba en la casa de la chica pues siempre fue su mejor amiga); pero siempre le decían lo mismo “no está o no puede atender a nadie en este momento…” “…y era mi amiga Alejandra. Hey, esa chica siempre fue mi mejor amiga desde que andábamos en la escuela secundaria y no estudiaba la misma carrera que yo, como ya sabes, estudiaba Ingeniería de sonido. Contesté muy animada. -Hola!! – le saludé como si la estuviera viendo frente a mí. ¿No te lo dije? Siempre que hablo con alguien por teléfono, hago movimientos, caras y gestos como si de verdad estuviera viendo a la persona… incluso señalo...” Mientras caminaba pensó en Gabriela. ¿En qué parte de la carta estaría? De nuevo se le frunció el corazón al recordar todo lo que había puesto en ella y por un momento se arrepintió de haberla escrito y haber puesto todo eso en ella. Pasó mucho rato sentada en la plaza, ya eran las 9:30 y las nubes aún no se dispersaban, ¿sería que volvería a llover? A este paso los ríos se desbordarían… “…-¿A dónde va esto? No tiene nada que ver con lo que hablábamos… -Sí tiene… Diana… eres la persona en la que más confianza tengo, yo lo he pensado, necesito hacer el amor por primera vez con alguien en quien tenga confianza de verdad, eso hará que… que ya pueda hacerlo con algún otro novio que pueda tener – explicó. Yo me quedé aún más sorprendida, asustada en realidad, no le encontraba la lógica a lo que me decía. -¿Pero yo qué tengo que ver en esto…? -Quiero hacer el amor por primera vez contigo…” Por fin tocó el timbre de la casa de Alejandra. Le abrió su mamá. -Hola Diana – le saludó muy amable la señora - ¿cómo estás? ¿Vienes a ver a Ale? -Sí – asintió la muchacha – es urgente, de verdad necesito hablar con ella… -Lo siento Diana, ella en este momento está dándose un baño y no puede atenderte… - mintió la madre haciendo el favor que su hija le pidió “Inventa cualquier cosa, no estoy para nadie…” -Por favor señora… - rogó la muchacha de cabello negro – necesito verla, de verdad necesito hablar con ella, estoy preocupada por ella… por favor – su cara de angustia y desesperación hizo compadecer a la mamá de Alejandra, quien le dejó pasar. “…Diana… hay algo que debo decirte… - comenzó – no es que no te quiera, yo te quiero; pero como amiga – tomó aire mientras yo sentía cómo me caía un balde de agua helada – Tania… es mi pareja… es por eso que… vivimos juntas… - bajó la vista – lo lamento Diana – yo sólo le miré con los ojos abiertos y asustados. Ahora todo tenía sentido, con razón me miraba tan feo esa chica Tania… con razón. Con razón Gabriela nunca dio señales de interesarse por mí, con razón vivían juntas… CON RAZÓN…” -No sabes qué le ha pasado a mi hija? – le preguntaba la madre a Diana, muy angustiada – ella en realidad no está tomando un baño, lamento haberte mentido… -No se preocupe – respondió Diana con las cejas caídas. -Desde hace mucho tiempo que lleva deprimida, encerrada en su cuarto, apenas va a la facultad a pasar clases; pero… no quiere hacer nada, se la pasa llorando… ¿será que su novio le hizo algo malo? ¿Tú sabes algo Diana? -… - “Es mi culpa” estaba por decir; pero resopló… - no lo sé señora… según lo que sé, terminó con ese novio hace tiempo… -Nunca me agradó ese chico… “…-Diana – era la voz de Alejandra – ¿cómo estás? Perdona, no debí pedirte eso, soy una tonta… tú quieres a otra chica y no puedo utilizarte así, eres mi mejor… -Alejandra – musité seria y secamente – cambié de opinión… sí te haré ese favor; pero que sea hoy… -¿Hablas en serio? -Sí… ¿a qué hora quieres que me encuentre contigo?...” -Me dejaría hablar con ella? – preguntó Diana. -No creo que esté en condiciones de recibirte ahora – excusó la madre – ¿podrías venir mañana a la misma hora? Pero no toques el timbre, ella lo notará… - comenzó a planear la señora – mira, a esta hora… dejaré la puerta abierta para que puedas pasar y hables con ella… -Habla en serio? – se emocionó Diana. -Sí, te daré la llave de su habitación – afirmó la madre – eres su mejor amiga, por favor, ayuda a mi hija, yo ya no sé qué hacer – si supiera que todo era culpa de esa chica que tenía frente a ella. - Muchas gracias – sonrió agradecida la muchacha – mañana estaré puntual aquí… -Ahora deberías volver a casa, eh? – Recomendó la mujer – escuchas? Parece que volverá a llover, vete ahora que puedes… Era cierto, ya podía oírse el sonido de las gotas golpeando suavemente los vidrios de las ventanas… ese sonido le recordaba a la vez que estuvo con Alejandra. Salió de la casa en ese mismo instante, con algún dejo de esperanza por la ayuda que le brindaba la mamá de su amiga, aun sabiendo que si ella supiera la verdad, ni siquiera le abriría la puerta. Pasó un poco el tiempo en lo que se acercaba a la plaza principal. Su celular vibró, era un mensaje de Gabriela. “En 5 minutos en la Plaza Principal” El corazón volvió a fruncirse… detuvo su caminar y las piernas de nuevo comenzaron a temblarle. Miró hacia el frente, debía aceptarlo, estaba asustada. Cuando llegó al lugar acordado, la lluvia había aumentado; pero Gabriela ya le esperaba, seria. Cuando su vista se posó en Diana, ni siquiera le saludó, sólo se acercó rápidamente y le habló. -Pudiste habérmelo dicho – le dijo con lágrimas en los ojos, lágrimas que se confundían con las gotas de lluvia – por eso te dije que no debías guardarte tus sentimientos… por eso te lo dije… - apretó los dientes… - ¿por qué no me dijiste que no podías estar conmigo? ¿Por qué no dijiste que te habías acostado con Alejandra? Y que la querías a ella después de todo… me tuviste tanto tiempo creyendo que me querías… -Perdó… - pero fue interrumpida abruptamente por una cachetada de Gabriela, está bien se lo merecía, así que se calló y ya no dijo nada. -No me hables… no quiero oírte… - sacó de su bolsillo el sobre y las hojas escritas… las partió en dos y se las botó a Diana a los pies – No te acerques a mí nunca más… Se alejó a paso rápido, perdiéndose entre la neblina y la tormentosa lluvia. Al menos algo aprendió de todo aquello… ya no iba a tragarse sus sentimientos ella sola… Al día siguiente, luego de no haber hecho prácticamente nada en todo el día más que pensar en lo lamentable que fue el final con Gabriela. A las 9:00 PM salió de su casa sin que nadie le oyera, a comparación del día anterior, el cielo había estado despejado y ya no llovía. A las 9:30, tal como la madre de Alejandra le había prometido, la puerta estaba abierta y la señora ya le esperaba en la sala con la llave lista para entregársela. -Creo que necesitarás tiempo para animarla, verdad? – musitó esperanzada la madre, así que por favor… has todo lo que puedas… -Sí señora – asintió Diana amablemente. Mientras subía las gradas a la habitación de su amiga se sentía muy nerviosa, no sabía realmente lo que iba a decirle… Usando la llave que le dio la madre, abrió la puerta lentamente, sus manos le temblaban y su corazón dio un vuelco cuando vio a Alejandra, botada en su cama de espaldas a la puerta. Podía oír su tranquila respiración. Cerró la puerta y se acercó lentamente, temblando, nerviosa… sin saber aún qué iba a decirle. “Te amo Diana… ¿tú me amas?” Se acercó lentamente a su oído y tomó aire. -Te amo – le dijo en un susurro. La pelirroja se sobresaltó, se dio la vuelta y se incorporó como un rayo; miró a Diana y se quedó paralizada. -Diana… - musitó débilmente. Se veía pálida y ojerosa, más débil y no tenía ni la sombra de la expresión animada que solía tener… - pero, ¿qué haces aquí? No deberías estar con… ¿Pero cómo entraste? -Alejandra – habló la de ojos marrón – perdóname… terminé con Gabriela yo… no puedo estar con ella, cuando… a quien quiero en verdad es a ti – bajó la vista y se angustió aún más, mientras lágrimas cayeron de sus ojos – yo nunca supe valorarte, tú siempre estuviste conmigo en todo momento… cuando murió mi madre… tú estabas ahí conmigo, cuando te contaba sobre mi padrastro y las cosas de mi casa – se limpió las lágrimas con el puño del suéter – tú nunca me dejaste sola, en cambio yo… siempre fui egoísta contigo… perdóname… -No puedo creer que estés aquí – la amiga aún no se reponía de la sorpresa – de verdad no puedo creer que… -Alejandra… - continuó Diana, tomando aire – tú todavía… aún crees que… ¿puedas perdonarme? Yo… yo también te amo y te necesito, más que a quien sea en este mundo... – se quedaron mucho rato en silencio, cuando de repente oyó que Alejandra rió un poco, al levantar la vista Diana comprobó con sorpresa que ella también lloraba. -¿Crees que si no pude olvidarte durante tantos años, iba a poder hacerlo en unos cuantos meses? – Musitó – sólo quiero que me prometas que lo que me dices es cierto… que no solamente lo dices para animarme y que luego te irás corriendo detrás de otra chica… -No Alejandra… - negó Diana – me equivoqué… yo sólo quiero estar contigo... yo… - se levantó de la cama, se apoyó en una rodilla y tomó la mano de Alejandra - ¿quieres ser mi novia? Yo también te amo, ¿tú me amas? -… - la chica de ojos azules le sonrió tiernamente – Te amo Diana. Se abrazaron fuertemente, mientras se unían en un tierno beso y entregaban sus almas a la noche de amor más pura, sin despecho, sin odio y sin resentimientos por la vida… esa noche sólo era de las dos… Así comenzó a pasar el tiempo, Diana comenzó a estudiar una vez más en otra carrera que sí era de su agrado. Alejandra terminó con Ingeniería de Sonido y consiguió un trabajo, con lo cual por fin pudo rentar un departamento y sacar a su novia de aquella casa en la que vivía. Diana se enteró que Gabriela había vuelto con Tania y que de nuevo vivían juntas. Ella ni siquiera le miraba en la calle, era como si nunca en su vida hubieran cruzado una palabra… pero bueno, era lo mínimo que podía esperar después de lo que había hecho; pero eso sí, aprendió la lección más valiosa. No tragarse sus sentimientos para convertirlos en una masa amorfa de resentimientos y problemas. Amó a Alejandra cada día de su existencia, a cada hora, minuto y segundo le regalaba un poco de su vida... Fin Gera❦
Posted on: Thu, 21 Nov 2013 23:51:50 +0000

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