Gracias a mi estudio de Coaching hoy me atreví a "cometer" un - TopicsExpress



          

Gracias a mi estudio de Coaching hoy me atreví a "cometer" un cuento. Es algo que siempre había querido hacer y hoy por fin lo hice. Se los comparto para que me hagan sus comentarios pues seguro me enriquecerán para ser cada vez mejor. El reino de las ventanas mágicas Por Juan Carlos Yepes (En proceso de formación en Coaching) Dicen que esta historia sucedió en el siglo dieciocho en un reino lejano, en el cual la monotonía y la rutina eran el pan de cada día para los tristes habitantes que tenían pocas opciones para entretenerse en sus casas al llegar de sus largas jornadas de trabajo. Es importante anotar, para lo que va a suceder a continuación, que todas las casas del reino eran iguales y cada una tenía dos ventanas, pero daban hacia la parte interior de la casa para evitar que las personas se enteraran de lo que pasaba con las otras familias. Era una medida de precaución del rey para evitar los chismes, que él consideraba que podían hacer mucho daño. Sin embargo, un día todo cambió en ese aburrido reino. Sucedió que un pequeño habitante de la comunidad, hijo de unos campesinos, descubrió que las dos ventanas de su vivienda eran mágicas y que si uno se concentraba lo suficiente durante unos segundos, y cambiaba de posición una manija, podía ver a través de esas ventanas imágenes muy llamativas, que casi parecían reales. En esas escenas sucedía de todo: había historias de familias como ellos, personas, trabajadores, jornaleros, gobernantes, consejeros, bufones, sabios, historias de otros reinos y toda clase de sucesos que hacían que el tiempo pasara rápidamente cuando uno estaba frente a una de esas ventanas. El descubrimiento del niño fue comunicado a la familia y esta se puso en contacto con El Rey para darle a conocer la noticia. Como se trataba de un rey bueno, que quería lo mejor para su reino, entonces decidió revisar si la magia era exclusiva de esa casa o si funcionaba en todas, pues consideró que las ventanas mágicas podrían ser una solución, además económica, para traer alegría y diversión a su aburrido pueblo pues las arcas estaban escasas y no había dinero para construir un circo que le habían pedido los pobladores. Para la grata sorpresa de todos, el descubrimiento fue positivo. La magia funcionaba en todas las viviendas y a todos les enseñaron cómo mover la manija y cómo concentrarse para empezar a disfrutar de esa mágica experiencia que traían las ventanas mágicas. A medida que empezaron a usarlas, los pobladores de aquel reino se dieron cuenta de que ambas ventanas tenían capacidad de generar imágenes, pero cada una tenía características diferentes. En la ventana de la izquierda las historias e imágenes que se mostraban generalmente eran fuertes, agresivas, grotescas, había peleas, conflictos, tristeza, tramas complicadas, negocios fraudulentos y con mucha frecuencia violencia en extremo, lo que se traducía en imágenes con heridos y muertos. La ventana de la derecha, en cambio, casi siempre ofrecía imágenes mucho más divertidas y constructivas. A veces había personas cantando, felices. Otras veces había personas que conversaban sobre temas interesantes que ayudaban a fortalecer el espíritu y ser cada vez mejores. Con frecuencia aparecían lindas historias de amor siempre con un mensaje constructivo. Lo que sucedió a continuación dejó atónito al Rey. Una vez salió con su comitiva cercana a visitar algunas viviendas para verificar cómo les estaba yendo con el uso permanente de las dos ventanas y lo que descubrió lo dejó muy triste: Primero se dio cuenta de que esas ventanas se habían convertido en el centro de vida de esas familias. Que no podían vivir sin usarlas varias veces durante el día. Y segundo, lo más triste, que todas las familias se centraban en mirar la ventana izquierda, la de las imágenes siniestras. A todos ellos les parecían más divertidas. Pasaban horas enteras sin hablar entre ellos, sólo mirando y mirando a esa ventana mágica. Al poco tiempo el Rey se dio cuenta que eso que las familias aprendían en las ventanas mágicas se estaba convirtiendo en su nueva forma de ser y de actuar, lo cual encontró lógico –además de preocupante: pues si esas familias veían todos los días violencia y muerte, nada raro que se familiarizaran con ellas y las quisieran incorporar a su vida cotidiana. Así que, como era lógico, la violencia llegó al reino y con ella hubo muchos muertos y heridos, como los que se veían en las ventanas. El Rey, muy consternado con esto, consultó a un viejo sabio que tenía poderes mágicos, y la solución que este le presentó fue trasladarlo con magia, durante una semana, al mundo del futuro para ver si esas ventanas también existían en el futuro y, si era así, cómo manejaban la situación en otras partes del mundo. El Rey aceptó la solución y viajó al siglo XXI. Y regresó a su reino muy, pero muy feliz porque al llegar a esa época evolucionada, mucho más avanzada, civilizada como la que más, descubrió que allí pasaba lo mismo que en su comunidad. Había un pequeño cambio: A esas ventanas mágicas las llaman televisores y todos los estudios de rating –como lo llaman los expertos del siglo XXI- sugieren que los canales que muestran violencia, historias de narcotráfico (un negocio nuevo para el Rey), violencia y muerte, son las que más atención reciben. Por el contrario, los contenidos útiles, positivos, entretenidos y educativos estaban reservados para unos pocos. El Rey regresó feliz porque descubrió que su gente, pese a vivir dos siglos atrás, ya tenía rasgos característicos del siglo XXI: veían y disfrutaban las mismas cosas. Desde ese momento dejó de preocuparse por lo que pasaba en su pueblo y también se dedicó a la diversión que le producía la ventana siniestra de su castillo. Inclusive, durante una celebración del reino, ya pasado de copas, una vez se le escuchó al Rey decir algo que nadie entendió, pero que todos aplaudieron: ¡Qué viva el rating!. Todos en coro gritaron: ¡Que viva!.
Posted on: Fri, 05 Jul 2013 01:28:21 +0000

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