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HABLAR BIEN DE LOS DEMAS APARIENCIAS Hablar bien de los otros (+ Comprensión, Prejuicios) Una maestra, compañera de trabajo, me explicaba en una ocasión: “Íbamos por la calle mi marido y yo con la niña, que lloraba desconsoladamente, porque quería que la lleváramos en brazos, y nosotros nos negábamos. Teníamos nuestras razones: no queremos que sea una “blandengue” consentida, que a la mínima que pide una cosa se la tienes que dar para que esté contenta; tiene que acostumbrarse también a andar, a esforzarse, a superar alguna dificultad. El caso es que muchas personas que nos veían nos lanzaban una mirada ‘de reproche’, como si fuéramos unos padres de lo más cruel...” Y un hombre de religión musulmana explica este cuento, que habla de él mismo. Yo era un chico muy piadoso, nunca dejaba de hacer mis oraciones. Una noche estaba rezando con mi padre y con otras personas. Al cabo de un rato, algunas de aquellas personas que estaban con nosotros empezaron a adormilarse, hasta que, al final, todas quedaron dormidas del todo. Yo dije a mi padre: “Ni uno sólo de estos es capaz de abrir los ojos o de levantar la cabeza para decir sus oraciones. Parece que todos estén muertos. ¡Qué falta de respeto, qué poca consideración y qué poco espíritu religioso!” Y mi padre me contestó enseguida: “Querido hijo: ¿Ya sabes qué les pasa? ¿Sabes, tal vez, por qué se han dormido? ¡Preferiría que tú también estuvieras dormido como ellos, en lugar d estar criticándolos!” ¡Cuántas energías gastamos en hablar mal de los otros! ¡Cuántas miradas “reprobadoras” lanzamos contra algunas personas! Y muchas veces lo hacemos porque no conocemos los motivos de sus actuaciones. ¿Hasta cuándo juzgaremos a los demás sólo por las apariencias? (Pep Alamán) COMENTARIOS QUE HACEN DAÑO Hablar bien de los otros (+ Personalidad, Prejuicios, Respeto) Había una vez cuatro bueyes, muy grandes y robustos. Se hicieron muy amigos y se juraron amistad eterna. Iban a apacentar juntos, se ayudaban entre ellos, se defendían de sus enemigos y la convivencia entre ellos era perfecta. Uno de sus enemigos, un lobo, llevaba tiempo intentando atacarlos, pero le era imposible, porque los bueyes estaban muy unidos y siempre los encontraba juntos. Pero el lobo era astuto, e ideó un plan para poder conseguir su propósito. ¿Y qué es lo que hizo? Sencillamente intentó romper su unión haciendo que se enfadaran entre ellos. El sistema fue muy sencillo: sólo tuvo que hablar con cada uno de ellos en particular diciéndole que los otros se burlaban de él y que aparentaban ser sus amigos, pero que en el fondo le tenían manía. De esta manera consiguió que los cuatro bueyes empezaran a sospechar y a desconfiar los unos de los otros, de tal forma que se acabó su unión. A partir de aquel momento cada uno salía solo a apacentar y no quería saber nada de sus antiguos amigos. Y el lobo, viendo que había conseguido su propósito, los pudo cazar uno a uno. El último buey, antes de morir devorado por el lobo, pensó: “Ciertamente hemos muerto por culpa nuestra, por haber creído los consejos del lobo; si no le hubiéramos creído y hubiéramos continuado unidos, de ninguna manera nos habría devorado”. Entre las personas, muchas veces, se rompe la unión y la amistad por hacer caso a los comentarios y a los chismes que algunos se encargan de hacer circular en el ambiente. Puede pasar también entre nosotros. La buena convivencia es enemiga de los cotilleos, de los rumores y de los comentarios malintencionados. Procuremos evitarlos, no hacerles caso y cortarlos, si queremos colaborar en mantener una buena convivencia. (Adaptado por Pep Alamán) COMERSE LAS CRÍTICAS Hablar bien de los otros (+ Amabilidad, Comprensión, Respeto) En una ocasión una persona pidió hora para hablar con el director del colegio al que iba su hijo. Éste le dio día y hora y lo recibió en su despacho. El señor en cuestión estaba muy resentido y enfadado con todo el mundo, de modo que estuvo un buen rato desahogándose: hablando mal de algunos maestros, de algunos compañeros de clase de su hijo, de su mujer, e incluso del director. En sus palabras había demasiada violencia (gritos, insultos...) El director le escuchaba con paciencia, sin inmutarse y sin responder a los insultos que aquel señor dirigía contra él y contra todo el mundo. Después de un buen rato el hombre se calló, ya cansado de tantos gritos e insultos. Entonces el director le dijo: - Ahora que veo que ya ha acabado le hago una pregunta: ¿Usted acostumbra a recibir visitas en su casa? - Sí, algunas veces, contestó el hombre. - Y cuando tiene visitas en su casa, ¿les ofrece algo de beber o de comer? - Sí, naturalmente, dijo el señor. - Y si alguna vez la visita no quiere lo que usted le ofrece, ¿qué hace? - No me importa. La bebida la guardo y la comida me la como yo después, para que no se estropee. Entonces, le dijo el director: - Pues esto mismo puede ir haciendo con sus críticas. Ha sido usted muy amable en invitarme a sus críticas y a sus insultos, pero yo no los quiero compartir con usted. Por lo tanto, ya se los puede ir comiendo solo. El hombre, avergonzado, no supo qué decir. Tú, ¿eres de los que siempre se llenan la boca de críticas contra todo el mundo, o sabes hablar bien de los demás? ¿Dejas que, ante ti, se hable mal de la gente, o no haces caso a las personas que siempre están quejándose y criticando a los demás? ¡DEMASIADO TARDE PARA HACER ALABANZAS! Hablar bien de los otros (+ Objetividad, Prudencia, Respeto) Sucedió hace tiempo en la ciudad de Barcelona. Había muerto un importante personaje de la ciudad, y muchos se acercaron al cementerio para participar del funeral y dar el pésame a la familia. Entre los que fueron, había un matrimonio relacionado con el difunto, que dejó también un ramo de flores en su tumba. Un periodista, que observaba todo aquello en silencio y que conocía al matrimonio, se dirigió a ellos. Tras los saludos de rigor, el matrimonio empezó a hablar del difunto y a deshacerse en elogios sobre su figura (lo mucho que había hecho por su familia, por la empresa, por la ciudad...) El periodista decía a todo que sí, y se maravillaba de las alabanzas que recibía el difunto por parte del matrimonio, porque él había sido testigo durante muchos años de que, si alguien se había despachado a gusto criticando al difunto cuando vivía, era precisamente esta pareja. El periodista no salía de su asombro ante aquel cambio de actitud de los dos conocidos, que ahora -de pronto- se ponían a hablar bien de aquel a quien antes habían criticado tanto. Y como no sabía de qué manera salir de aquella situación, se despidió de ellos diciéndoles: “Perdonad, pero me he de ir. De todos modos, si habláis bien de mí, procurad hacerlo mientras esté vivo, no esperéis a que me entierren”. Nunca llegaremos a entender del todo, el daño que podemos hacer hablando mal de los que nos rodean. Y a veces lo hacemos sin querer. Hablar bien de los demás, y hablar con sinceridad, nos ayuda a todos a estar mejor entre nosotros y con nosotros mismos. Hablemos de los compañeros y compañeras, hablemos de las cosas que hacemos juntos. Pero hablemos bien, con ilusión, con afecto. No destruyamos lo que durante días vamos construyendo. Procuremos hablar bien de los demás (si no, es mejor callar): pero no esperemos a hacerlo cuando las cosas ya no tengan remedio. (Adaptado por Pep Alamán) IMPOSIBLE RECTIFICAR Hablar bien de los otros (+ Prudencia, Respeto) Había una mujer que con frecuencia iba a confesarse de que hablaba mal de los demás. Esto era en tiempos de San Felipe Neri, y un día esta mujer se confesó con el santo. Él le dijo: - ¿Te pasa con frecuencia esto de hablar mal de los demás? - Sí, señor; muy a menudo, contestó la mujer. - Pues yo creo que no te das cuenta de lo que haces. Tendrás que cumplir alguna penitencia. Yo te diré cuál: vete a tu casa, coge una de tus gallinas, mátala y tráemela enseguida. Pero por el camino, desde tu casa hasta aquí, vete arrancándole las plumas. La mujer hizo lo que el santo le había dicho, y llegó al cabo de un rato con la gallina sin plumas. Entonces, Felipe Neri le dijo: - Ahora vuelve a tu casa por el mismo camino, y vete recogiendo del suelo, una por una, todas las plumas de la gallina. - Pero ¡eso es imposible!, dijo la mujer. Con el viento que anda hoy, sólo podré encontrar unas pocas. - Ya lo sé, contestó el santo. Prácticamente no podrás recoger ninguna de las plumas que se ha llevado el viento. Pues del mismo modo no podrás recoger todas las calumnias y mentiras que cuentas a la gente cuando hablas mal de los otros. Y es verdad. Las cosas que decimos de los demás, las mentiras que esparcimos, son como piedras que no sabes dónde van a parar, ni qué mal pueden hacer. Y después cuesta mucho querer arreglar lo que hemos estropeado, es imposible querer rectificar lo que hemos dicho. Y hablar mal de los otros (en nuestro caso, de los compañeros) es una de las cosas que más daño pueden hacer al ambiente de la clase o del colegio. Pensemos, y veamos si somos capaces de hacer lo contrario: decir cosas buenas de los demás. (Adaptado por Pep Alamán) LAS TRES PUERTAS Hablar bien de los otros (+ Prudencia, Respeto) Una persona, de esas a las que tanto les gusta chismorrear, va a un conocido suyo, compañero de trabajo, a explicarle un chisme sobre una tercera persona. El conocido le para los pies: -No; antes de decirme nada, piensa en lo que me quieres contar y veamos si pasa por las tres puertas... Si no es así, no es necesario que me cuentes nada. El otro le contestó: - ¿Qué quieres decir con eso de las tres puertas? - Pues muy sencillo. La primera puerta es la de la verdad. Lo que me quieres decir, ¿estás seguro de que es verdad, estás bien informado? - Hombre; a mí me lo ha dicho un conocido, que se ve que lo ha oído contar a la mujer de un amigo suyo (no sabría decirte quién), pero no sé si realmente es verdad. - Pues, si no sabes si es verdad, no hace falta que me vengas a explicar nada. Pero continuemos repasando las puertas. La segunda puerta es la de la bondad: lo que me querías decir ¿era con la intención de ayudar a alguien, o podría hacer daño a alguna persona? - Más bien haría daño a alguien, y no ayudaría a nadie. - Entonces, tampoco quiero que me digas nada. Y la tercera puerta es la de la necesidad: ¿es necesario que me vengas a decir a mí eso que me querías contar? - Pues, realmente no. Te he visto y se me ha ocurrido explicártelo, pero no es necesario. - ¿Ves? Lo que me venías a contar no pasa por las tres puertas; por lo tanto, es mejor que te olvides y que lo dejes correr; y a mí, sin estas condiciones, no hace falta que me cuentes nada sobre esta persona ni sobre ninguna. Si las cosas que decimos de los demás, o las que oímos decir, las hiciéramos pasar por estas tres puertas... Cuántos malos rollos evitaríamos, cuántos malentendidos y disgustos no llegarían a producirse... Pero no siempre tenemos la suficiente sinceridad y valentía para hacerlo. (Adaptado por Pep Alamán) LO MEJOR Y LO PEOR Habla bien de los otros (+ Respeto) A aquel rey le gustaba probar la sabiduría de la gente que tenía en cargos de responsabilidad, y también su disponibilidad y su astucia. Pero también le gustaba aprender de ellos. Por esto, una vez, llamó a uno de sus criados y le dijo: - Tráeme lo mejor que encuentres en mi reino. Al cabo de poco tiempo, aquel hombre se presentó con una bandeja, encima de la que había puesto... una lengua (¡no me preguntéis de donde la sacó!). Y dijo al rey: - Majestad. La lengua es lo mejor: con ella las personas podemos alabar a Dios, los enamorados se declaran su amor, los políticos pactan la paz, los educadores enseñan la sabiduría, las familias recobran la armonía... Y con la lengua las personas hablan de las muchas cosas buenas que vos hacéis, majestad. Al rey le gustó aquella respuesta, y le picó la curiosidad por saber qué era lo peor que se podía encontrar en los dominios de su reino. Y el mismo criado, esta vez en un tiempo récord, se presentó otra vez con una lengua sobre una bandeja. Y el rey oyó cómo le decía lo siguiente: - Majestad, la lengua puede maldecir a Dios, destruye el amor entre las personas, crea odios y desconfianzas, que pueden hacer mucho daño, herir e incluso matar. Con la lengua se puede llegar a destruir todo lo bueno que las personas podemos hacer. Y el rey quedó satisfecho de la sabiduría de aquella persona. Hablamos de los compañeros y compañeras. ¡Es tan fácil hablar mal de los demás! ¡Es tan fácil destruir lo que entre todos hemos hecho! ¡Pero se hace tanto mal...! (Adaptado por Pep Alamán) LOS DEFECTOS DE LOS DEMÁS Hablar bien de los otros (+ Amabilidad) Hace mucho tiempo había un hostal llamado “La Estrella de Plata”. Su dueño no estaba satisfecho de cómo le iba el negocio. Hacía una buena propaganda y muchos esfuerzos para atraer a la clientela, atendía muy bien al cliente y cobraba unos precios razonables, pero los resultados económicos no eran los que él esperaba. Como estaba empezando a perder dinero, decidió consultar a una persona sabia, cuya fama había llegado a sus oídos. Aquel Sabio, después de escuchar las lamentaciones del dueño del hostal, le dijo: “Es muy sencillo. Lo único que tienes que hacer es cambiar el nombre de tu hostal”. - ¡Imposible! –dijo el hombre. Siempre se ha llamado “La Estrella de Plata”, y con este nombre es conocido por todo el país. - No, le replicó el sabio con energía. A partir de ahora le pondrás el nombre de “Las cinco campanas de plata”, y sobre la puerta de entrada colgarás un cartel con seis campanas. - ¿Seis campanas? Esto es absurdo; no servirá de nada. - Haz la prueba y ya verás, le dijo el sabio sonriente. El dueño del hostal le hizo caso. Cambió el nombre y colgó seis campanas a la puerta ¿Y qué pasó? Que muchas personas que pasaban por delante, entraban en el hostal para advertir al dueño de su error (¡sobraba una campana!). Y cuando estaban dentro, quedaban tan impresionados por la buena acogida y por el buen servicio que ofrecía aquel establecimiento, que se quedaban a tomar algo, a hacer alguna comida o a pasar alguna noche. De esta forma los clientes aumentaron de un modo como nunca hubiera imaginado el posadero. Esta conducta tiene una explicación: a las personas no nos gusta demasiado que los otros nos digan nuestros defectos, y nos cuesta reconocerlos y corregirlos. Pero normalmente encontramos una gran satisfacción al decir y al corregir los defectos de los demás. (Adaptado por Pep Alamán)
Posted on: Tue, 23 Jul 2013 08:41:51 +0000

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