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HISTORIA DEL SINDICALISMO EN MEXICO EL SINDICALISMO EN MEXICO. En México las primeras formas de agrupación de los trabajadores fueron las sociedades Mutualistas que proporcionaban a sus socios beneficios o protección en caso de una eventualidad en el trabajo o despidos. Debido al crecimiento de estas sociedades y al aumento de ellas, hubo la necesidad de unificarlas en una organización mas grande y así unidos se obtendría mas fuerza y poder. En México durante el Porfiriato se desarrollo una gran industria debido a la llegada de capital extranjero y esto creció debido a que se explota a la gente marginada que carecía de leyes que los protegieran y así trabajaban largas jornadas de trabajo con poca remuneración económica. En esa época estaba prohibido tener agrupaciones o revelarse en contra de la dictadura de Porfirio Díaz, los que lo hacían eran perseguidos y encarcelados y en ocasiones eran asesinados. Esto no permitió que se diera la primera huelga de trabajadores de la industria minera en Cananea, Sonora en 1906 y en 1907 los obreros textiles de Rio Blanco Veracruz, ambas reprimidas con violencia y con sangre por parte del gobierno. El primero de julio de 1906 en el periódico Regeneración pública el programa y manifiesto del Partido Liberal Mexicano donde destacan los siguientes puntos fundamentales. Jornada Laboral de ocho horas. Salario Mínimo. Reglamentación de trabajo a domicilio. Prohibición de empleo a menores de 14 años. Medidas de seguridad e higiene para los centros de trabajo. Casa Habitación para los obreros. Indemnización por accidentes de trabajo- Pago de salarios en efectivo. Descanso semanal obligatorio. Estas y otras propuestas fueron negadas rotundamente por la dictadura de Porfirio Díaz, después de la Revolución en México en el año de 1910 se continúo luchando contra la opresión de los dueños de las fabricas hacia la clase trabajadora y es hasta la constitución de 1917 en el articulo 123 donde se regula las relaciones laborales del país donde la COM (Casa del obrero Mundial) establece su presencia en varias entidades del País, como el primer organismo de Corporación Sindical. Este organismo perdió fuerza y se crearon otros como la CROM, CGT, CNCT, CGOCM todas estas organizaciones se crearon con el fin de unificar a los trabajadores de México pero es hasta el 24 de febrero de 1934 quedo formalmente constituida la Confederación de Trabajadores de México, bajo el liderazgo de Vicente Lombardo Toledano, donde las prioridades eran: el derecho de los trabajadores a la huelga, vivienda y alimentación dignas, de capacitación competitiva y tener buenas condiciones de trabajo. Estas peticiones innovadoras en la época atrae a sus filas a sindicatos importantes como ferrocarrileros, petroleros, electricistas, burócratas, maestros y profesionistas por lo cual adquiere mas fuerza y la unión de los trabajadores de México. Entre sus logros de esta organización son la participación en la huelga de obreros agrícolas en la zona de la Laguna contra los hacendados de la comarca así como también en el conflicto con las industrias petroleras provocando así la expropiación petrolera. En conclusión el sindicalismo en México en sus inicios fue una gran ayuda para obtener derechos de los trabajadores y obtener así logros importantes en la historia de México para la clase trabajadora, pero ahora se ha estancado en los objetivos particulares de sus dirigentes y usando así a la clase trabajadora para obtener sus propios beneficios lo cual no es bueno en la actualidad para el desarrollo de nuestro País. Poder y conciencia de clase: “La clase obrera posee un elemento de triunfo: el núme¬ro. Pero el número no pesa en la balanza si no está unido por la asociación y guiado por el saber. La experiencia del pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales, que deben existir entre los trabajadores de los diferentes países y que deben incitarles a sostenerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus esfuerzos aislados". Hacia 1820 nacieron en Inglaterra las primeras Federaciones sindicales profesionales (la de Minas contaba con 1.300.000 miembros). Durante todo el siglo XIX, las Trade Unions inglesas fueron el referente tanto por su fuerza organizativa potencial como por su débil enfrentamiento al sistema. Para Marx, “Los sindicatos deben convencer al mundo entero de que no luchan por sus intereses personales, sino por la liberación de millones de hombres oprimidos.”s sindicatos profesionales alemanes arrancaron localmente de 1840 a 1850 y sólo en 1860 se pudieron legalizar. Al formar los dirigentes del movimiento sindical el Partido Socialdemócrata alemán en 1869, el Canciller Bismarck mantuvo hasta 1890 leyes antisocialistas contra el Partido y la mayoría de los sindicatos. En la clandestinidad se desarrollaron tanto que en 1891 crearon el Consejo General de los sindicatos alemanes, con 9 millones de afiliados. Pero en este proceso, los sindicatos se burocratizaron, y a su cabeza se colocaron funcionarios que se fueron aburguesando y desviando a los sindicatos de la lucha de clases. Con sus enormes ingresos (en parte con apoyo desintegrador del Estado, como ocurrió en la Francia napoleónica) además de pagar sueldos les dio por las sedes suntuosas (el ‘mal de piedra’ como se decía). El sindicalismo francés, muy dividido al principio entre liderazgos reformistas y revolucionarios (éstos muy reprimidos tras las revoluciones burguesas de 1830 y 1848, el imperio, su derrota y la destrucción final de la Comuna), no alcanzó el poder burocrático alemán; pero la CGT, su rama mayoritaria un espíritu constante antireformista frente a FO (Force Ouvrière). Con cierto retraso y con fuerte influencia anarquista, los trabajadores italianos sólo se organizaron sindicalmente a fines del siglo XIX y no se unieron hasta 1906 en la Confederación Nacional del Trabajo, cuya ala izquierda se escindió en 1913 para fundar la Unión Sindical Italiana. La debilidad del movimiento obrero español se debe a la poca industrialización (incluso en 1860 sólo había 150.000 obreros industriales, más de la mitad en Cataluña). En 1830 ya hubo “sociedades de auxilio mutuo” y protestas luditas (en la fábrica “El Vapor” de Barcelona en 1835, o contra las “selfactinas” en 1854). Sólo en 1870 se inicia el primer Congreso Obrero con gran influencia anarquista; pero en el segundo arranca como Asociación Nacional del Trabajo lo que será la UGT, constituida en 1887. Hasta 1910 no se creó la CNT, anarco-indicalista y opuesta a toda acción política. También en la Rusia poco industrializada arranca tardíamente un débil sindicalismo de un movimiento anarquista revolucionario clandestino, que pasa a ser dirigido rápidamente por el Partido Socialdemócrata Obrero Ruso (PSDOR) en sus dos ramas, menchevique reformista y bolchevique revolucionario. El imperialismo colonial que desembocó en la terrible Primera Guerra Mundial empujó a la concertación de las centrales sindicales de Europa y EEUU. Aprovechando el Congreso Sindical alemán de Suttgart, organizaron una Conferencia sindical internacional que instaló en Dublín su Secretariado. Las 9 centrales sindicales constituyentes con más de 6.000.000 de afiliados se llamaron Federación Sindical Internacional FSI desde el Congreso de Zurich (1913). Su reformismo se tiñó de patriotería chovinista a favor de cada bando en la Guerra, hasta la Revolución Soviética que reactivó todo el movimiento sindical y obrero, enfrentado en dos bloques: la FSI, relanzada en 1919 desde Ámsterdam, orientó su fuerza en Europa Occidental. Contra la Revolución soviética y los movimientos de Liberación Nacional de las colonias; la Internacional Sindical Roja, creada en Moscú en marzo de 1919, lanza en 1920 su primer Congreso de Sindicatos revolucionarios, al que asistieron delegados de 41 países y que creció hasta alcanzar 20.000.000 de afiliados en 1937 (pero se extinguió en 1943 al disolverse la III Internacional o Komintern. Una tercera Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos. organizada en 1920, basada en la colaboración y opuesta a “la violencia y la lucha de clases”, nunca superó los 2.000.000 de afiliados. A esta división sindical, una burguesía cada vez más brutal añadió la represión. Así, el antiguo socialista y sindicalista Mussolini prohibió fácilmente toda organización sindical y confiscó sus fondos. Lo mismo hizó el nacional-socialista Hitler desde 1933, rematando la represión que empezó la República de Weimar contra la desesperación obrera de la posguerra. La dictadura de Primo de Rivera y luego el franquismo arrasan las centrales UGT, CNT y hasta la nacionalista Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV), pese a su sustrato católico. Tras la Segunda Guerra Mundial cambió el sindicalismo internacional. La FSI, que empezó agrupando a sindicatos y a partidos políticos obreros, empezó a recoger agrupaciones internacionales profesionales o de sector (“a la inglesa”), como la Federación Profesional Internacional de los Obreros del Tabaco, creada desde 1871 (a la caída de la esclavitud). La coalición antifascista creó un comité sindical anglo soviético (final de 1941) que organizó, junto al Congreso de Organizaciones Industriales (CIO) sindicales de EEUU, el Comité preparatorio de la Primera Conferencia Sindical Mundial (Londres, febrero de 1945). En esta las 40 centrales nacionales y 15 organizaciones internacionales representantes de 50.000.000 de afiliados definieron el programa de reivindicaciones y convocaron el Congreso constituyente de la Federación Sindical Mundial (FSM). Sus 215 delegados de 56 países reunidos en Paris tras la victoria (septiembre de 1945) aprobaron los Estatutos, objetivos, métodos, Programa y Plataforma de mejora de condiciones de vida y trabajo; frente a grandes problemas como la extirpación del fascismo, la paz o la unidad sindical. La unidad sindical con la FSM duró poco. En la reunión del Comité Ejecutivo de la FSM de final de 1947, la CIO exigió discutir el plan Marshall americano de reconstrucción; propuesta rechazada por mayoría por no figurar en el orden del día. El Consejo General de las TUC británicas, siguiendo a la CIO, dirigió a la FSM en enero de 1948 un ultimátum, exigiéndole la adhesión al Plan Marshall, bajo la amenaza de escisión. Como un componente más de la Guerra Fría crearon en Londres a finales de 1949 la Confederación Internacional de Sindicatos Libres (CISL) con un programa declarado de colaboración de clases, apoyo activo a la OTAN, lucha contra los comunistas y otras fuerzas progresivas, con amplias campañas de escisión sindical. Como admitió George Meany, presidente de la American Federation of Labour (luego AFL-CIO) en 1951, “cuando creció el peligro comunista en Francia e Italia, en los años de la posguerra, los sindicatos de tendencias libres fueron ayudados por sus colegas americanos agregados a las embajadas, que les proporcionaron la ayuda material para constituir sindicatos anticomunistas”. Así, frente a las unitarias y antifascistas CIGL italiana y CGT francesa, la CIA escinde la DGT-Force Ouvriere y la Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores Libres (CISL) y crea en 1948 la DGB alemana, bajo ocupación anglo-americana y con 5.000.000 de afiliados. La Federación Sindical Mundial se mantuvo y empezó a crecer en la década de los 60 con la descolonización, las luchas de liberación nacional, la mejora de la economía mundial, la competición por el ‘estado de bienestar’ y cierta distensión política internacional. Empezaron también los contactos la FSM, la CIOSL y la CMT (Confederación Mundial del Trabajo, procedente de la CISC de Sindicatos Cristianos, reconstituida en 1946) convocando conferencias sindicales internacionales en 1975, 1977, 1979 y por último en 1991, tras el colapso de la Unión Soviética. Hasta entonces, la FSM contaba unos 215.000.000 de afiliados de 90 centrales nacionales de 80 países socialistas, capitalistas y en desarrollo, que al parecer se ha reducido fuertemente con el colapso de los países del este; la CIOSL contaba 83.000.000 de afiliados de 144 organizaciones sindicales de 99 países; y la CMT contaba con una decena de millones de afiliados en 84 organizaciones sindicales. Por otra parte, los sindicatos de la CIOSL en la Unión Europea han venido constituyendo la poco activa y muy institucionalizada Confederación Europea de Sindicatos, que al final ha absorbido sindicatos de la FSM como la CGIL italiana, CGT francesa y CCOO, así como otras centrales del este europeo. Últimamente en Viena se ha constituido en noviembre de 2006 la Confederación Sindical Internacional, CSI, que reúne a la CIOSL y la CMT “y otros grupos desperdigados”, con 168.000.000 de afiliados procedentes de 306 colectivos, pero deja fuera de entrada por ejemplo a los sindicatos chino y cubano “por no reunir las condiciones democráticas” según Javier Doz, responsable del área internacional de CCOO (que si ha entrado, con UGT, ELA-STV y USO). La CSI “asume la tarea de combatir la pobreza, el hambre, la explotación, la opresión y la desigualdad mediante las acciones internacionales impuestas por las condiciones de la economía globalizada, y para una gobernanza democrática que tenga en cuenta los intereses de los trabajadores y trabajadoras, que considera más importantes que los del capital” (¡menos mal!). Además y según CCOO, la CSI se organizará territorialmente en organizaciones regionales de base continental… En Europa se creará un Consejo Regional Paneuropeo que integrará a la Confederación Europea de Sindicatos (CES), a los sindicatos balcánicos y a los de los países de la antigua Unión Soviética. nacionales de 80 países socialistas, capitalistas y en desarrollo, que al parecer se ha reducido fuertemente con el colapso de los países del este; la CIOSL contaba 83.000.000 de afiliados de 144 organizaciones sindicales de 99 países; y la CMT contaba con una decena de millones de afiliados en 84 organizaciones sindicales. Por otra parte, los sindicatos de la CIOSL en la Unión Europea han venido constituyendo la poco activa y muy institucionalizada Confederación Europea de Sindicatos, que al final ha absorbido sindicatos de la FSM como la CGIL italiana, CGT francesa y CCOO, así como otras centrales del este europeo. Últimamente en Viena se ha constituido en noviembre de 2006 la Confederación Sindical Internacional, CSI, que reúne a la CIOSL y la CMT “y otros grupos desperdigados”, con 168.000.000 de afiliados procedentes de 306 colectivos, pero deja fuera de entrada por ejemplo a los sindicatos chino y cubano “por no reunir las condiciones democráticas” según Javier Doz, responsable del área internacional de CCOO (que si ha entrado, con UGT, ELA-STV y USO). La CSI “asume la tarea de combatir la pobreza, el hambre, la explotación, la opresión y la desigualdad mediante las acciones internacionales impuestas por las condiciones de la economía globalizada, y para una gobernanza democrática que tenga en cuenta los intereses de los trabajadores y trabajadoras, que considera más importantes que los del capital” (¡menos mal!). Además y según CCOO, la CSI se organizará territorialmente en organizaciones regionales de base continental… En Europa se creará un Consejo Regional Paneuropeo que integrará a la Confederación Europea de Sindicatos (CES), a los sindicatos balcánicos y a los de los países de la antigua Unión Soviética. Un nuevo impulso a la lucha social del proletariado Los autores marxistas no sectarios admiten desde su origen que la oposición frontal de las dos clases burguesa y proletaria no contradice que haya capas intermedias amplísimas y que las 3 se encuentran en constante evolución. Por lo tanto, el marxismo deja muy claro como se ha visto la necesidad de lucha política frente a la burguesía (con una total autonomía sólo regida por el interés proletario a largo plazo) y una lucha económica constante contra la burguesía (sin otras concesiones que la consolidación organizativa del movimiento). Pero además el movimiento proletario asume una ‘lucha social’ mucho más flexible por atraer hacia los intereses comunes a esas capas intermedias así caracterizadas: “El progreso de la industria precipita a las filas del proletariado a capas enteras de la clase dominante, o, al menos, las amenaza en sus condiciones de existencia. También ellas aportan al proletariado numerosos elementos de educación. Finalmente, en los periodos en que la lucha de clases, se acerca a su desenlace, el proceso de desintegración de la clase dominante, de toda la vieja sociedad, adquiere un carácter tan violento y tan agudo que una pequeña fracción de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos está el porvenir. Y así como antes una parte de la nobleza se pasó a la burguesía, en nuestros días un sector de la burguesía se pasa al proletariado, particularmente ese sector de los ideólogos burgueses que se han elevado hasta la comprensión teórica del conjunto del movimiento histórico”. “Además de la burguesía y el proletariado, la gran in¬dustria contemporánea produce algo así como una clase intermedia, situada entre las dos primeras: la pequeña burguesía… Ésta participa más en la distribución de las mercancías que en su producción… y constituye la clase que más cambios experimenta: la quiebra se ha con¬vertido en un fenómeno permanente en sus medios. Por su pequeño capital, tiende a la situación de la burguesía, y por la inestabilidad de su existencia, a la situación del pro¬letariado. Su posición política está igualmente llena de con¬tradicciones, lo mismo que su vida social”. "La revolución proletaria es imposible sin la simpatía y el apoyo de la inmensa mayoría de los trabajadores hacia su vanguardia: hacia el proletariado. Pero esta simpatía y este apoyo no se obtienen de golpe, no se deciden en vota¬ciones, sino que se conquistan en una larga, difícil y dura lucha de clases". Desde hace tiempo, pero cada vez con más fuerza, el capitalismo imperialista reduce el peso de los medios de producción de la pequeña burguesía y la va desintegrando y precipitando en su inmensa mayoría en las filas de los trabajadores asalariados y cada vez más en las de un proletariado que carece de medios de producción propios. Primero se ha visto la desaparición política y económica del pequeño y medio campesino en menos de una generación, seguida de una reducción drástica de comerciantes y artesanos urbanos. Ahora, el crecimiento compensatorio de los profesionales y otros trabajadores de los servicios les enseña con su inestabilidad y papel subordinado en la producción que son proletarios, pese a un aparente nivel de consumo algo más desahogado y tarde más o menos su conciencia en deducir las consecuencias para la defensa de sus intereses, acelerando la reunión proletaria tanto económica como política. Esta reunión ha pasado y pasa por la defensa de intereses comunes en múltiples campos sociales, desde la lucha por la paz y contra la globalización asesina, hasta las batallas ciudadanas por la educación, la cultura, la salud, la vivienda, la ciudad y el medio ambiente. La labor educativa de estas luchas lleva a la constatación, ni automática ni uniforme, que la responsabilidad de lo que ocurre reside en el sistema capitalista y que sólo el socialismo podrá resolver esos problemas comunes por medio de las correspondientes etapas intermedias con sus convergencias y alianzas. No son fáciles ni factibles a corto plazo las transformaciones económicas, políticas y sociales que objetivamente permite la situación y que subjetivamente necesita el proletariado y sus aliados. De entrada requieren ideas claras y esfuerzo constante en la dirección adecuada. Como escribe Joan Tafalla, “la acumulación de fuerzas es tarea ruda y paciente. En general es una tarea considerada poco heroica e irrelevante por los estados mayores impacientes. Sin embargo, es condición imprescindible para cualquier victoria por pequeña que ésta sea”. saludoS CHAVEZ CRISTY
Posted on: Sat, 07 Sep 2013 22:01:15 +0000

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