HISTORIAS ERÓTICAS La excusa perfecta Parte 6: Después de unos - TopicsExpress



          

HISTORIAS ERÓTICAS La excusa perfecta Parte 6: Después de unos minutos apareció por la puerta con una botella de champagne apoyada entre hielos en un baldecito de aluminio y una copa en la mano. Apoyó todo en el respaldar de su cama y me pasó la copa, bebí un trago largo y antes de dejar la copa junto al balde me apoyé el vidrio frío sobre mis pezones, que ganaron una rigidez apenas perceptible. Juan Cruz se pasó por delante mío y se fue a sentar a mi lado, pero antes de que lo haga lo tomé de las caderas y lo detuve empujándolo para que quedara frente a mí, mis rostro quedó a la altura de la verga semi-erecta que me apuntaba amenazante, con una humedad que dejaba brillar todo su tronco y la porción de glande que había quedado fuera. Lo empuje levemente para que se arrimara, cerré los ojos y apoye mi boca entreabierta sobre la punta de aquél miembro, mis pulmones se llenaron de su exquisito aroma y mis ganas de chupársela llegaron al punto extremo. Le dí un beso tierno, como el beso primerizo de una adolescente, para luego empezar a chupársela lentamente, probando en cada pasada un poco más de aquella carne tibia. En esos momentos todo lo hacía con mucha lentitud y mucha calentura, su rostro me miraba entre sorprendido y excitado por mi actitud de puta, pero yo sólo pensaba en disfrutar aquel momento sin importarme realmente nada. Cuando mi boca no fue capaz de albergar más, mis movimientos comenzaron a acelerar y con el miembro dentro comencé un movimiento de penetración, tratando de mantener cerrados mis labios para provocarle en cada ida y venida un mar de sensaciones. Lo abandonaba sólo para apoyar su pene contra un costado y en un beso continuo recorrerlo desde la base hasta la punta. Mientras mi boca se encargaba de brindarle placer, mis manos o lo masturbaban, o se entretenían jugando con los vellos de su vientre o simplemente apoyadas en algunas de sus piernas bajaban y subían inconcientemente. Todo se había vuelto exquisitamente sucio en aquella mamada, las comisuras de mis labios brillaban por la humedad generada por la mezcla de fluidos de mi boca y su pene, la punta de la nariz estaba perfumada y mis manos empapadas con la misma mezcla, mi pelo habían molestado más de una vez cayendo sobre el enhiesto miembro y humedeciéndose. A medida que seguía chupando, noté que Juan Cruz estaba llegando al orgasmo y que si no me detendría pronto acabaría llenándome la boca de semen. No era mi intención que eyaculara, no es que aquello me produjera rechazo, simplemente necesitaba sentirlo nuevamente en mi interior, pues rendirle culto a su pene me había hecho empapar nuevamente y necesitaba calmar mi calentura. Retiré su pene de mi boca, y lo dejé no sin antes brindarle un ruidoso beso sobre la punta del glande. Como una gata en celo me saqué la bombacha, me di la vuelta y salté sobre la cama con agilidad, me coloqué en cuatro patas con mi concha apuntándolo y me pasé un dedo por entre los labios vaginales invitándolo a metérmela nuevamente. La punta de mi dedo salió completamente mojada, estaba que no daba más y mordiéndome el labio inferior lo demostraba en el rostro. Juan Cruz me siguió, subió a la cama de rodillas tras de mi y me tomó por las caderas. Me giré por un instante para observarlo y pude ver como acercaba su pene aún brillante por mi saliva a mi entrada, para luego empujar y dejarlo deslizarse hacia mi interior. Comenzó a cogerme con fuerza, con violencia y velocidad como un poseído. Aceleraba haciéndome gozar como nunca y se detenía cada tanto para no acabar, manejaba el ritmo con maestría y yo comenzaba a llegar a mi orgasmo, el primero de dos que me brindaría sobre la cama. De pronto mis uñas se clavaran en su acolchado, los músculos de mis pies se tensaron y los espasmos del orgasmo se traducieron en gritos de placer. Él seguía bombeando aunque con menos velocidad, pues yo estaba recuperándome del éxtasis mientras Juan Cruz volvía poco a poco a tomar ritmo. Me sorprendí cuando me la sacó, pero no imaginaba cuales eran sus intenciones. Me hizo a un lado y se recostó sobre la cama boca arriba, esperando que me montara sobre él y comenzara a cabalgar. Yo no esperé mucho, pase mi rodilla izquierda por encima de su cuerpo y después de apoyar la punta de su pija en mi entrada me dejé caer lentamente, sintiendo como se me introducía centímetro a centímetro aquel instrumento. Cuando llegué abajo, comencé un sube y baja frenético mientras él me sobaba las tetas desde su posición. Me agache para darle un beso, y para dejar mis pechos más cerca de sus manos. Los apretujaba como un niño, y jugaba con los pezones apretándolos y estrujándolos entre sus dedos. Yo seguía cabalgando sobre su verga como una puta, flor de cogida me estaba pegando mi compañerito de trabajo y lo bien que lo estaba pasando. Comencé a sentir el clímax acercarse, y empecé a tomar más ritmo sobre aquella deliciosa verga. Ya había dejado de bajar y subir, y sólo me separaba de ella para dejarme caer como una desesperada. Mis gritos resonaban en la habitación, y seguramente eran escuchados por los vecinos... 5 likes!! para la siguiente parte!!
Posted on: Sat, 29 Jun 2013 04:36:02 +0000

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