HITLER, LOS ALEMANES Y JESSE OWEN, FIN A UNA MENTIRA Después de - TopicsExpress



          

HITLER, LOS ALEMANES Y JESSE OWEN, FIN A UNA MENTIRA Después de triunfar en los 100 metros, Jesse Owens declaró a los reporteros: Es difícil imaginar mi felicidad. Cuando corría , hubo un momento en que me pareció que tenía alas. Todo el estadio se mostraba tan animado, que me contagió y corrí con más alegría; pareciendo que había perdido el peso de mi cuerpo. El entusiasmo deportivo de los espectadores alemanes me impresionó profundamente, especialmente la caballeresca actitud del público. Pueden decir a todos que agradecemos la hospitalidad germana. Era su primera medalla de oro. Su segunda medalla de oro fue conseguida en el salto largo, en disputa con el atleta alemán Luz Long, que en la serie había igualado al atleta negro con 7,87 metros. Entonces, Owens en su último salto, alcanzó los 8,06 metros, un record que se mantendría mundialmente invicto por 24 años. Long, ansioso por superar la marca de Jesse, saltó por última vez, fracasando sin embargo. Hay que tener en cuenta el espíritu deportivo que existió en ésta olimpíada; pues después de la victoria, Jesse comentó que venció gracias a los consejos recibidos de su principal competidor, Carl Luz Long, . Cabe destacar que Long no tenía prejuicio alguno de ser amable y amistoso con un afroamericano. De hecho, se hicieron amigos y se escribieron en los años venideros. Carl Luz Long fue muerto en acción en julio de 1943. Owens se prepara para su tercera medalla de oro, en los 200 metros llanos. Pese al mal tiempo, el estadio para 110.000 personas estaba lleno, como siempre, nadie quería perder él espectáculo. En las eliminatorias él ya había arrasado con el record mundial en 21,3 segundos. Desde la arrancada Jesse tomó la delantera y cruzó la llegada en 20,7 segundos mejorando su record olímpico y mundial. Hitler también presenció ésta prueba, para la cual los alemanes no pudieron clasificarse. Los alemanes habían preparado una ceremonia especial para Jesse Owens, en previsión de su victoria. Los tres vencedores, 1º, 2º y 3º colocados en ésta prueba se alinearon en una tribuna especialmente construida, adornada con ramos verdes y áureos, frente al palco oficial, donde, además del Führer, estaban los invitados de honor. Jesse estaba en el medio, ligeramente arriba del detentor de la medalla de plata, a su derecha, y del tercero colocado a su izquierda. Cuando los tres atletas levantaron la vista a la tribuna de honra, la banda de los organizadores de la Olimpíada, dirigida por el conde Henri de Baillet Latour, y una batería de trompetas, en la extremidad del estadio, comenzaron a tocar y toda la multitud se levantó. Tres lindas jóvenes en uniforme blanco, se encaminaron hasta los campeones y los coronaron con laureles. Jesse recibió también un tiesto con un pequeño roble. Los altoparlantes anunciaron los nombres de los atletas y la banda ejecutó el himno nacional estadounidense mientras los atletas permanecían en posición de firmes. La cuarta y última medalla de oro, fue conquistada en relevos de 4 X 100 mts. en 39,8 segundos por el equipo americano que Jesse integraba, también estableciendo un nuevo record mundial. El propio Jesse Owens desmintió que el Führer le hubiera vuelto públicamente la espalda: el atleta de color dijo que Hitler le había rendido un homenaje: Cuando pase frente al Canciller (Hitler), se incorporó, me saludó con la mano y yo le devolví el saludo en la misma forma. Creo que los periodistas mostraron su mal gusto al criticar al hombre del momento en Alemania” El Negro era tan querido y popular para el pueblo alemán, que no tuvo, después de la primera victoria, prácticamente más descanso, porque donde fuese tenía que dar autógrafos. Después de la victoria en los relevos, se vio obligado a cambiar de alojamiento para huir de la multitud de cazadores de autógrafos. Millares esperaban en fila del lado de afuera, en la Casa Bautzen en la Villa Olímpica. Al principio, Jesse se sentía a gusto siendo tan popular, y de buen grado daba autógrafos a diestra y siniestra. Pero ya por el final de las competiciones, los músculos de su brazo derecho estaban quedando con calambres. Larry Snyder, su compañero de equipo tuvo miedo de que los calambres pudieran perjudicarle las piernas. Pidió la ayuda de Herb Fleming, otro negro con el cual era constantemente confundido. Jesse autorizó al otro atleta negro para firmar autógrafos en su nombre. Por indisciplina, al comienzo de las Olimpíadas, los dirigentes americanos retiraron de su delegación a los atletas Sam Stoller y Martín Glickman, los únicos judíos del equipo de pista y campo de los EEUU, que fueron substituidos por los negros Jesse Owens y Ralph Metcalfe en los relevos de 4 x 100. A partir de ahí predominó la tendencia de criticar al Comité Americano en la Prensa Internacional, principalmente en los EE UU. Durante su estancia en Alemania a Owens se le permitió viajar y hospedarse en los mismos hoteles que los blancos, lo cual en ese momento no dejaba de ser una ironía, ya que los afroamericanos en los EEUU no tenían igualdad de derechos. Después de un parada de la bolsa de Nueva York en su honor, pero sin pena ni gloria Owens vuelve a su trabajo de botones en el hotel Waldorf-Astoria. Más tarde contaría que recibió una felicitación oficial por escrito del gobierno alemán, y que sin embargo el presidente Franklin Delano Roosevelt no lo invitó a las celebraciones en la Casa Blanca, puesto que estaba inmerso en las elecciones y necesitaba el voto del sur americano. Owens, en su autobiografía (The Jesse Owens Story, de 1970) Cuando volví a mi país natal, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús. Volví a la puerta de atrás. No podía vivir donde quería. No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente. Jesse Owens, en el hospital, enfermo de cáncer, antes de fallecer, dio la siguiente entrevista al Tampa Tribune del 01/IV/80, páginas 1 y 3-6: Hitler no saludó ningún atleta más, pero fue después del pedido del presidente del COI. Añadió que llegando de vuelta a los EE UU como gran campeón, no recibió ningún apretón de mano del presidente Roosevelt”. Al contrario de lo que ocurriera en Alemania, en su propia patria no le permitían sentarse en los asientos de adelante de los autobus, tenía que ir para la parte trasera, destinada a los negros. En los actos públicos; debía entrar por la puerta del fondo y no podía vivir en donde le gustase. Joe Louis y él, fueron los primeros atletas negros de fama mundial. Pero no podían hacer propaganda de artículos deportivos en los EE UU. de América, pues los estados del sur boicotearían ésos productos. Nosotros vivíamos en América bajo ésa discriminación, aseguró él. Finalmente, ¿Por qué espumaría de rabia un Gobernante que venció una olimpíada brillantemente, con 88 medallas, numero idéntico al conquistado EN CONJUNTO por los EEUU, Francia y Gran Bretaña, las tres mayores potencias de la época?.
Posted on: Sun, 03 Nov 2013 07:18:23 +0000

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