Hace más de sesenta años la Ciudad de los Deportes llenó de orgullo a los guatemaltecos. Incluía el Palacio de los Deportes, la Piscina, el Gimnasio y el Estadio Nacional. Guardo fotografías tomadas por mi señor padre en los encuentros de futbol de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1950. Más de cincuenta mil aficionados con traje, corbata y sombrero llenaban el estadio, y yo mismo fui uno de los sesenta mil que adquirieron boleto para presenciar el trepidante juego Guatemala vs. Cuba en 1976, camino a Montreal. Nadie se imaginó que el estadio se iba a encoger, tanto así que, cuando se instaló la pista sintética el aforo se redujo a veintinueve mil, pequeño detalle que no tomaron en cuenta los organizadores del partido Guatemala vs. Costa Rica que terminó en tragedia en 1996. Pero ahora resulta que, por no reunir las condiciones mínimas de seguridad, la CONRED ordena que no ingresen más de cuatro mil personas, y no es mucho lo que se puede hacer con el estadio porque a alguien se le ocurrió que es un monumento nacional. Quedan dos salidas: Convertirlo en un museo, pero no se me ocurre qué podría exhibirse ahí, o demoler el monumento y hacer uno nuevo.
Posted on: Wed, 31 Jul 2013 06:09:33 +0000
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