Hace un tiempo, alguien enrostraba con mucho orgullo y vehemencia el gran progreso evidenciado por algunas sociedades europeas, en detrimento de otras de origen latinoamericano que (como todos sabrán) jamás les llegarán a la planta de los pies a las que llegaron allende los mares. Ese día pensaba (yo pensaba): Claro, cualquiera se forja un futuro con capitales robados. En la secundaria, unas de mis profesoras de historia nos contaba que el oro y la plata de América llegaba a España e inmediatamente pasaba a las arcas de los bancos alemanes. Como verán, nada es casual en este mundo y muchas cosas no han cambiado ni un ápice en todos estos siglos. Si Homero Simpson tuviera la inteligencia de aquellos alemanes podría fundar un imperio solo con lo que suele afanarle a Flanders capítulo a capítulo. O si no, imagínense un tipo que edifica su mansión con los materiales que les quita a punta de pistola a sus vecinos y allegados. Nadie dudaría en llamarlo delincuente y criminal (que al final es lo que es). O imaginen que a mí no me gusta cómo mis vecinos manejan sus cuestiones domésticas y, en nombre de vaya uno a saber qué sacrosanta iluminación, entro en la casa sin permiso, le doy un par de trompadas a uno, le pego un balazo a otro y cometo todo tipo de violaciones hasta que dejo (en la casa del vecino) todo tal cual a mí me gusta. Creo que ningún tribunal fallaría en mi favor. Cabe entonces preguntarse: ¿por qué las sociedades europeas y la norteamericana han gozado durante tantos siglos de tanta impunidad? Creo que nos deben mucho y suscribo ampliamente las palabras de Evo Morales que reproduzco a continuación.
Posted on: Tue, 10 Sep 2013 06:30:35 +0000
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