Hasta el fin del Mundo Capítulo 1 Negro, muy oscuro y - TopicsExpress



          

Hasta el fin del Mundo Capítulo 1 Negro, muy oscuro y plagado de estrellas. El cielo, tan abrumador parecía el mundo verdadero y nosotros solo un sueño… La marea en calma y a penas se escuchaba más sonido que el de mis tripulantes… - ¡Mi capitán! – la voz inconfundible del señor Gibs me sacó de mis pensamientos y me incorporé bajando del candelero agarrando el timón que suelto se hallaba-. - Dígame señor Gibs –enarqué una ceja esperando noticias-. - Mi señor, hemos avistado un cercano arrecife, creemos que este es el lugar… -comentó dudoso frente a mí, vestido como siempre con esos trapos andrajosos a los que él definía como ropa. Su no muy avanzada edad se reflejaba en su barba descuidada y su piel sucia-. - De acuerdo… Echad el ancla –ordené-. - ¡Echad el ancla! –decía al mismo tiempo que se volteaba bajando las escaleras hasta la cubierta principal. Todos los marineros se ponían manos a la obra comenzando a colocarse al lado de la gran palanca del ancla, comenzando a bajarla con la fuerza que podían. Coloqué un mazo de madera para inmovilizar el timón disponiéndome a bajar observando a nuestro alrededor. A simple vista nada se apreciaba, pues lo misterioso e interesante yacía bajo el mar… En las famosas mareas del Caribe Mexicano se encontraba nada más y nada menos que el tiburón toro más grande del mundo. Como honrados piratas, a demás de saquear ciudades y asaltar grandes navíos nos dedicábamos a la caza y venta de tiburones tigre y tiburones toro, pues la gente rica pagaba verdaderas fortunas por tener un pez tan grande en sus palacios… - ¡Enciendan los farolillos señores! –Sonreí subiéndome a la baranda amarrándome al obenque oteando el horizonte con su tímida luz del alba – ¡Señor Gibs! - A la orden mi capitán –obedeció colocando su mano en su frente poniéndose firme-. - Echen las redes por toda esta zona, creo que siento a esas bestias bajo el casco de mi precioso hijo… -sonreí mirándole y este me dedicó otra sonrisa- . - Como usted mande capitán –se volteó alejándose- ¡Vamos ratas de bodega! ¡Ya han oído al capitán! Sonreí ante su forma de tratar a los marineros, mis fieles compañeros con los que había compartido tantos triunfos que estos mismos nos hacían los reyes del mar… No había barco suficientemente grande ni poderoso que no pudiésemos asaltar. Navíos ingleses, franceses y españoles habían caído bajo mi precioso Bucanero, mas sin instrucción ni entrenamiento mis hombres estaban educados por las crudas manos del mar, el cual te arrebataba y daba cuanto quería… Bajé del poyete caminando a la vez que examinaba el trabajo de los hombres. Tampoco podía apartar de mi mente la idea de cobrar el cuerpo de una bestia de tales dimensiones de las que me habían hablado. Comprobé el estado de los cañones y la majestuosa madera con la que se había forjado mi pequeño, pues aún recuerdo perfectamente como conseguí burlárselo a los españoles, tan ignorantes, avariciosos e indómitos. Curioseando me acerqué al grupo de hombres que arreglaban las redes que más me llamaban la atención y sin que lo notasen comencé a escuchar su conversación. - Estás como una regadera, eso es completamente imposible… -comentaba el marinero Ragetti-. - Lo digo en serio, varios marineros hablan de ellas como feroces criaturas que les roban el alma para devorar su carne… -se defendió Pintel-. - Yo he oído varias historias de marineros salvados de morir ahogados por ellas… -Compartió Marty. Decidí interrumpir-. - Señores marineros… no he podido resistirme a escuchar su emocionante y misteriosa conversación… -me paseaba alrededor de ellos con las manos juntas- ¿Puede su capitán saber de qué tema hablan? –se miraron todos dudando-. - Si mi… mi capitán… Nosotros discutíamos la… la existencia de… de... las sirenas –enarqué una ceja- yo pienso que no son ma… más que cuentos de… de brujas… ¿vos que opináis capitán? –era complicado y desesperante hablar con Ragetti por su tartamudeo, pero su pregunta me pilló de sorpresa-. - Uhm… está claro que si los marineros las han avistado no pueden ser solo alucinaciones o cosas de brujas… -realmente no sabía que decir- Pero… no lo sé, definitivamente es algo que ignoro… - Estad atento capitán, estas son aguas llenas de mitos a demás de tiburones feroces… -comentó Pintel-. Asentí y me retiré pensando en aquello sin mucho entusiasmo. Creo que iría a mi camarote a echar una cabezada mientras amanecía y extendían las redes en un perímetro. - Señor Gibs –este, que andaba cerca me miró- Me retiro por unos instantes a mi camarote, confío en vos –sonreí algo cansado-. - ¡Confíe en mí capitán! –Aprobé con mi mirada y caminé dirección popa del barco sacando la llave de la puerta de mi camarote del bolsillo. Introduje esta y abrí la puerta. Me adentré y cerré esta con una vuelta de llave. No solía guardar nada valioso a parte de algunas joyas o algo de dinero sin olvidar mis cartas de navegación, pero odiaba la presencia de otra persona tocando o tan siquiera mirando mis posesiones. No me arriesgué a encender una vela pues aunque el mar estaba en calma pronto comenzaría la marea a jugar malas pasadas. Caminé hasta que estuve cerca de la cama. Me despojé de mi chaqueta pesada y elegante y de mis botas algo viejas pero fieles a mí. Desabroché mi gran cinturón colgándolo en la cabecera de madera de la cama. La munición, mi querida pistola y mi espada descansaban en él. Aireé mi pelo corto y desabotoné la camisa de seda que no de color blanco sino más bien gris era. Quedé con los pantalones bombachos atados a la cintura con un pañuelo ancho gris que no me tapaba demasiado. Como buen capitán orgulloso me encantaba presumir de perfecto físico. Descalzo caminé hacia el gran ventanal que desde el techo hasta el suelo se situaba. El aire fresco entró en mi camarote. La luna aún se apreciaba, pero no por mucho tiempo, pues los rayos del sol se encargarían de hacerla pasar a segundo plano. Cerré los ojos y me concentré en el silencio de la mar. Seguramente los marineros comenzaron a cantar. Con notas altas, graves o agudas me recosté en mi cama sintiendo esa voz profunda inundar mis oídos.
Posted on: Tue, 26 Nov 2013 00:14:50 +0000

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