He decidido no colocar mi nombre y que cada lector use el que más - TopicsExpress



          

He decidido no colocar mi nombre y que cada lector use el que más le guste. Simplemente les diré que soy una preciosa rubia de 24 años, tengo un cuerpo bien definido, soy delgada con los senos muy bien proporcionados. Vivo en Caracas y supuestamente los que miran las pasarelas, me han visto porque soy modelo. Hace algunos años al divorciarse mis padres; mi papá se radicó en Argentina y yo me quede en Venezuela con mi madre. Realmente fue la mejor salida para ellos porque no se llevaban bien. Cada uno inicio su vida sentimental nuevamente y mi papá y yo no perdimos el contacto, como todo buen padre siempre me llama y hasta me manda fotos con su actual esposa, Gabriela. La primera vez que vi su foto me quedé sorprendida por su belleza. Es realmente una hermosa rubia de larga cabellera, siempre me invitaban a su casa y yo no quería ir porque me apenaba dejar sola a mi madre. No obstante el año pasado no resistí más y acepte viajar, lo que me preocupaba era como me llevaría con esta madrastra. Es algo raro ver a tu padre con otra mujer que no sea tu madre, pero al verla en carne y hueso quedé más impactada aún por su carisma. A penas mayor que yo, Gabriela supo canalizar mi simpatía, paseándome por todo Buenos Aires, presentándome a todas sus amigas que le preguntaban si yo era su hermanita y así me sentía y jamás pensé que sucedería lo que sucedió entre nosotras. Una tarde mientras papá estaba en la oficina, luego de haber tomado el sol en la terraza de la casa, fuimos al baño para refrescarnos. Yo iba a entrar a la tina con mi bikini puesto para ducharme, cuando sorpresivamente Gabriela se acercó diciéndome: “ Vamos nena, quítate el traje, estamos entre mujeres, no tienes porque ocultarte”. Al decirme esto ella desató la parte alta del bikini. “ Que tetitas tan hermosas tenés nena!” exclamó mirando detenidamente mis senos y a la vez aprovechando de rozar mi espalda con la palma de la mano. “ Esto también hay que quitártelo, ponte de pie que voy a quitarte esta telita que está ocultando tu parte más preciosa”. Gabriela se agacho delante de mi y lentamente hizo deslizar mi bikini a lo largo de mis piernas. Aún no sé como me quede callada cuando ella comenzó a tocar mis partes intimas. De pronto ella se chupo los dedos, luego los puso entre mis piernas, acariciándome suavecito. Totalmente muda, me conformé con observar lo que me hacía. Mis piernas comenzaban a temblar mientras ella jugaba con mi botoncito, luego muy despacito me penetró con sus dedos. Hasta me sorprendí acariciándome los senos mientras mi madrastra me hacía gozar allí de pie en la bañera. Al rato sin decir ni una palabra Gabriela se levantó pegándose a mi me besó en la boca. Yo estaba tan excitada que ni me pregunté lo que estaba sucediendo. Después ella me llevó hasta mi cuarto, me acostó en mi cama y siguió con lo que había iniciado en el baño. Fue el beso más divino, más largo que tuve en mi vida. Con sus labios ella me chupaba la lengua, acariciándome con mucho cariño. Luego ella colocó su seno encima de mi boca para que yo lo mamara mientras ella me hacía sentir con chuparme los pezones. Su forma de actuar era tan sensual que me hipnotizaba, también lo que me susurraba en el oido era lindo. “ Eres hermosura, una perlita, me gusta el sabor de tu boca, de tu cuquita, esto quedará en un secreto entre nosotras”. Me decía masturbándome suavecito con su índice. Pero lo más rico estaba por venir cuando despacito Gabriela bajó hasta mi concha y empezó a mamarla. Ella me llevaba al clímax a cada roce de su lengua en mi clítoris, yo no dejaba de gemir fuerte. Descontroladamente comencé a maltratarme los pezones, mientras ella hacía lo propio con mi cuquita. A un momento ella se subió encima de mi en posición 69 y por primera vez probé los jugos íntimos de una mujer. Confieso que me gustó bastante. Y para ser novata, creo que no fui tan torpe porque al rato ella se puso a gemir fuertemente. Nos comimos la concha así mutuamente casi una hora, gimiendo como dos gatitas en calor. Su clítoris se hinchaba a millón, su rico jugo saladito me chorreaba por la garganta y yo me lo tragaba con gusto. En aquella sesión, ambas tuvimos orgasmos que nos hicieron gritar de verdad, gritar de placer, vibrar de gozadera. A partir de esa tarde, había nacido entre nosotras dos una linda complicidad, y cada vez que mi padre se iba a trabajar nos encerrábamos en mi habitación para amarnos. CONTINUARÁ.
Posted on: Thu, 11 Jul 2013 14:20:05 +0000

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