Homilia del P. Antonio Kuri Breña, M.Sp.S. XXXII DOMINGO - TopicsExpress



          

Homilia del P. Antonio Kuri Breña, M.Sp.S. XXXII DOMINGO ORDINARIO Lecturas: 2Mac 7, 1-2.9-14; 2Tes. 2, 16-3,5; Lc. 20, 27-38. El tema de la liturgia de hoy es central para nuestra fe: es el tema de la resurrección de los muertos. Este no es un tema que tenga que ver solamente con el “más allá”. Se trata de algo que refiere sobre todo al “más acá”, pues nuestra fe en la resurrección condiciona la manera como vivimos el aquí y el ahora. La primera lectura nos lo muestra claramente, al presentarnos la sorprendente capacidad que manifestaron la madre de los macabeos y de sus siete hijos de mantenerse firmes en sus convicciones ante la persecución y los tormentos. Esa impresionante capacidad de resiliencia, les vino de su confianza en la resurrección; eso es lo que reflejan las palabras del cuarto hijo delante de su opresor, al momento de expirar: “Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la firme esperanza de que Dios nos resucitará. Tú en cambio, no resucitarás para la vida”. Nos podemos hacer muchos líos con esto de la resurrección de los muertos. Podemos enarbolar teorías extrañas, o ridiculizar con cinismo el tema, tal como lo hicieron el grupo de saduceos que cuestionaron a Jesús sobre el asunto. Los saduceos de tiempos de Jesús eran un grupo minoritario que representaba el ala rica, liberal, aristocrática y secularizada del judaísmo. Eran aliados del partido de los herodianos y colaboradores fieles de los romanos. Solamente aceptaban como inspirados los libros del Pentateuco. Negaban la resurrección y la vida futura, quizá porque le daban destacada importancia a los intereses seculares y materiales de la vida. Creían que Dios le prestaba muy poca atención a los seres humanos y manifestaba escaso interés en sus asuntos, y sostenían a la vez que el hombre era el árbitro de su propio destino. Sin duda, este grupo fue adversario directo de Juan el bautista y de Jesús (ver Mt 3, 7; 16, 1.6.11-12; 22, 23.34). También estuvieron presentes en el juicio de Pablo ante el Sanedrín, y un sumo sacerdote saduceo presidió el Sanedrín responsable de la muerte de Santiago, hermano del Señor, y de otros cristianos. Cuando el templo fue destruido en el 70 d.C., con la desaparición del estado judío, los saduceos dejaron de existir como partido. El evangelio nos presenta este episodio en el que los saduceos –banalizando con frivolidad y ridiculizando la idea de la resurrección- presentan el caso de la “viuda negra” que tuvo siete maridos que la tomaron por esposa y todos murieron sin dejar sucesión. Los saduceos preguntan a Jesús: “cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?” La respuesta de Jesús es magistral. Él no muerde el anzuelo metiéndose en embrollos y tratando de explicar el cómo de la resurrección, sino que rebate el argumento con las mismas armas de sus oponentes. De esta manera demuestra astucia y sagacidad ante estos temibles adversarios. No los increpa con dureza como a sus iguales, los fariseos a quienes -según otros textos evangélicos- llama “sepulcros blanqueados”, “raza de víboras”, “hipócritas”. Quizá porque sabía con quién se metía. Más bien, les responde citando un pasaje del Éxodo, el de la zarza, en el que Moisés declara que “el Señor es Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. Y Jesús concluye con precisión y maestría: “Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.” ¡Qué manera tan estupenda de zanjar en pocas palabras un tema tan relevante y espinoso! En esa sola frase de Jesús está expresado todo lo que necesitamos saber de la resurrección, de manera que este misterio remita límpidamente a nuestro “aquí y ahora”. Porque, como arriba he dicho, la resurrección es para el “más acá” y no para el “más allá”: creer en la resurrección es vivir en la confianza, en la certeza y la convicción de que Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos viven. Creer en la resurrección significa que Jesús, muerto en absoluto fracaso y soledad, ¡ahora vive! Significa que “no hay que buscar entre los muertos al que está vivo” sino en la vida que brota por doquier. Significa dejarnos encontrar por Jesús vivo, para que nos cambie desde dentro y nos convierta en testigos suyos. Creer en la resurrección significa saber que Jesús sigue vivo, pero ya no es visible en el mundo, y que nosotros somos su memoria viviente. Creer en la resurrección significa vivir toda nuestra existencia como un continuo proceso de rejuvenecimiento, para superar lo que nos avejenta el corazón y lo endurece. Resucitar es nacer de nuevo, del agua y del Espíritu. Es dejarnos conducir por el Espíritu, vivir con una nueva conciencia, con mayor hondura y atención. Resucitar es “pasar a la otra orilla”, abandonar toda ignorancia, odio y rencor. Es proceder lealmente, como hijos de la luz e hijos del día. Es vivir ya ahora como resucitados, despojándonos de nuestros apegos y falsas concepciones, que impiden que advenga en nosotros la resurrección. Necesitamos ser alcanzados en nuestra hondura, allí donde mente y corazón son uno, para recibirle y reconocer a Jesús, no sólo resucitado, sino también resucitando. Esta irrupción adviene, pero hay que disponerse y dejarse afectar de manera que transforme la totalidad de nuestra persona. La afectividad y la inteligencia, la memoria, la sensibilidad y el deseo. Hay que dejarse tomar por los efectos de la resurrección e irse abriendo a realidades inéditas que ya están aquí pero que no sabemos ver. Hay muertos que están bien vivos y vivos que parece que están muertos. La resurrección es la invitación a nacer de nuevo. Si la acogemos con profundidad, dejaremos de estar muertos en vida. Dejaremos de quejarnos y refunfuñar por cualquier cosa, celebraremos la vida con pasión, pase lo que pase y suceda lo que suceda. Solamente así, dejaremos la frivolidad de quien vive sólo para acumular siempre más y vivir siempre con mayor confort (como los saduceos). Solamente así, cuando muramos seguiremos bien vivos, pues dormiremos para resucitar a la vida. Antonio Kuri Breña Romero de Terreros, msps.
Posted on: Mon, 11 Nov 2013 14:21:50 +0000

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