II. El Porvenir El sol tardará mucho, no es el norte, pero ya - TopicsExpress



          

II. El Porvenir El sol tardará mucho, no es el norte, pero ya la mañana y los fuegos vuelven a las brasas y la muchedumbre despide a El Rápido del Sur que irá con noticias. Con larga sirena se despide la chuf-chuf y agregan un vagón a El Rápido que ya busca el estrecho, hacia el Magallanes crece en la oscura mañana, avanza el tren. Retroceden Adelantado y Coronel a la humareda espesa, cuando las primeras luces penetran en el comedorcito y un rayo alumbra a don Pedro, Ramón L. junta las cortinas, encandilado, pero tarde. Los tres del fondo se paran y se acercan, les recuerdan sus muertes y sus muertos, Neftalí en la mesa del chocolate humoso los observa, los mira como héroes a los tres llegados para él, Severino apunta al Adelantado, apunta al Coronel, Pedro y Ramón le piden por la vírgen, le piden por el rey, le piden por la patria, encañonados le ruegan. (Cuentan que se supo ese día que los Adelantados y los Coroneles huelen de miedo como todos los mortales, pero dicen que cuando los sorprende el horror no ronda la piedad ni la culpa). El tren miró uno a uno a Don Pedro y a Ramón L., nadie susurró un perdón. Cuentan que todos recordaron. Simón recordó las muertes ingentes que vendrán, de las silenciosas muertes y de los vapores de la extinción y la astucia de la ley recordó Simón. Y a don Pedro y a Ramón - encañonándoles la conciencia - Simón les dijo: NULLUM CRIMEN, NULLA POENA SINE PRAEVIA LEGE POENALE Y tradujo Simón: ‘Ningún crimen, ninguna pena, sin ley penal previa’. Y cantó Simón: Crepita la leña en el invierno del país vendado en los ojos, los aviones salen puntualmente, descargan lo suyo y vuelven. Crepita la leña en el invierno del país eufórico, tumultuoso y dos hombres solos esperan juicio justo y abdican. Crepita la leña en el invierno de la casa del olvido; los humos se alzaban en la costa y a toda vela se alejaba el bergantín. (Los huesos rechinaron en Venezuela cuatro siglos antes de Treblinka). Crepita la leña en el invierno y él repite y repite: ‘sin ley penal previa no hay delito’, ‘sin ley anterior al hecho no habrá castigo’. Crepita la leña al fin del milenio, pero el helecho logró verdear por sus temerosos tallitos. Crepita la leña en el invierno. La plegaria de Tocqueville se disgrega en la esperanza del mar. Y Simón evocó a sus amigos por la ventana de la bruma y dicen que Neftalí descubrió un lloro. En silencio, sigue El Rápido del Sur hasta El Porvenir, junto al estrecho se detiene la locomotora negra que manda don Reyes, que ya arrastraba a la ayudante chuf-chuf en los repechos, rechinan rieles y se detiene el convoy, se paraliza el viento y sobrevuelan la carbonera inmóviles los pájaros marinos, los cormoranes aletean inmóviles, bajan el Adelantado, el coronel, Severino, Simón y Enrico, bajan todos en silencio, pasajeros pobres y memoriosos, y los llevan a don Pedro y a Ramón, hacia el Magallanes profundo y negro los van llevando, don Pedro y Ramón saben de muertes, claman y piden, sugieren amparos, pero en El Rápido se sabe qué pasa cuando se perdonan Adelantados y cuando se perdonan Coroneles, levemente los viajeros rodean a los dos y en silencio los llevan, con la parquedad del bien, hacia el borde del Magallanes los llevan y los ofrecen al fondo con sus vírgenes y sus santos. Cuentan que Adelantado y Coronel descendieron a las aguas y dicen que los pobres cantaron. Se alegraron los pobres porque El Rápido es el tren de los afanes, el tren del deber y de los gozos, así don Pedro y Ramón L. fondearon, con las algas los condenados conversaron del rencor y del olvido. Pero no cantaron. El guarda de la memoria manda subir y vuelven al tren y se abrazan los pobres, hacia la punta de riel avanza otra vez el tren, hacia la barcaza vieja que viene de Arenas y atraca, va El Rápido, el capitán Yáñez en el puente con sus Tigres saluda. El Rey del Mar amarra cerca de la Nave de los Locos y Sandokán reverencia desde la borda del delirio y los tres eternos devuelven el deleite desde las fronteras del asombro. A la orden del capitán embarcan los vagones y hacia el puente don Reyes y Neftalí irán, los tres eternos y el guarda beben con los Tigres y recuerdan Mompracem y lo que vendrá, cuando El Rápido suba por la larga espina, los relatos y canciones, los juramentos de amor y los olores convocantes de la cocinilla del coche rojo. La palabra acudirá con el vino en los escenarios de la memoria. Dicen que así evocaron los anhelos en el estrecho, los de Mompracem y los de El Rápido del Sur. III. De Arenas al territorio interminable - Ya es el norte, dijo el isleño ante las casitas de la Punta Arenas. - Después es norte - norte - agregó el hombre hechizado al calafate del regreso. - Más al norte del norte, donde el norte se agota, la orgía del concreto alzó altísimos templos de prosperidad, Torres de Babel clausuran la aurora y Nabucodonosor atiende los negocios de su reino, al norte del norte - le respondió el guarda memorioso al hechizado del sur. (Inquietan las aguas verdísimas del estrecho, el Rey y la Nave, con fragores de fondeo contra el muelle de las tierras latentes y atracan los vapores en el mediodía, vigilados por el obstinado aleteo del petrel). La chuf-chuf abniega las vías del vapor y toma las estrofas amparadas de El Rápido y lleva al continente los vagones, arma el convoy incierto y, en el apacible caos del azar, se forman los matices en el arco de la diversidad. Agradece el Monarca desterrado la complaciente bandera de su Reino y agradece la auspiciosa whipala a El Rápido del Sur. (Se relega la chuf - chuf a la máquina grande de don José Reyes y se disponen las vísperas. Abastecer la carbonera llama a El Rápido, hasta la cuenca del Turbio, por la negra materia del impulso irá, para andar noticias por los interminables caminos de hierro). Alista su equipaje el soberano confinado e inquiere su pasaje Manco Capac al memorioso que le dice: - Los que regresan del destierro injusto no pagan en El Rápido, el precio es la palabra, los confinados con su canto pagan. Y el muy digno abre el cántaro y sirve la amistad de la vasija, mesa a mesa ofrece, y se instala el silencio y entra la palabra que el hombre de hierro detuvo por el mil quinientos y tantos y, canta el soberano, canta: UTI POSIDETI IURIS Y tradujo el principal: ‘Del derecho que viene del uso y de la posesión’ (o del derecho del primer ocupante) Y con arrogancia evocó el Inca: De las alturas vienen deslumbrantes colores de las tierras, quechuas de cobre bajan a la iglesita de Pisaq convocados por el largo penar de los cuernos bajan los herederos, bajan a la pasión de los crucificados dioses. Los pliegues traen imprescindibles amautas del tiempo dormido, con breves decires vienen los hombres de cobre, con reflejos del Inti Raimi. En julio vienen. Andan por terrazas y caminos del Inca, rigurosos y secretos, embrujos clandestinos que espían desde lo alto al Vilcanota, desde la bruma sagrada vigilan al agitado Urubamba - el río de dos nombres - y conjurar el necesario odio en el centro de los principios. Arrogantes, hombres de cobre en el corazón del Cuzco. Al sur, el Misti inquietante renueva la prueba del amor. Sin embargo, la tarde ardiente tiembla bajo el suelo de Arequipa. El isleño de la borda, el hechizado del calafate, con amable irreverencia, se puso de pie y miró al rey y dijo que le ofrendaba su dicha y el hombre al soberano cantó: la fiesta del agitado rumbo de los hechos la fiesta de la franca manzana en la calle la fiesta del resplandor tibio del camino la fiesta del organito verde que dice la fiesta de oir las orquídeas la fiesta de los cántaros que cuentan la fiesta de un tren curvando la noche la fiesta de la arena caliente mojada en Tacna la fiesta de oirme en sus ojos y verla en mis hechos Agradeció Capac y prometió más, porque la palabra debe ser medida y recordó el supremo que era ley en sus vastos territorios “SER MÁS HUMILDE QUE EL HUMILDE Y MÁS SOBERBIO QUE EL SOBERBIO” y estrechó al hechizado y lo sentó a su mesa y hablaron. Cuentan que hubo vino y hablaron del preludio de la historia y de los peligros del candor y hablaron el Manco y el hechizado de lo que habría de venir. Dicen que el guarda memorioso anunciaba que en unas horas se habrán de reunir con el tren del Deseado y, así será el viaje, con tributarios que acudan a El Rápido del Sur, vagones postales vendrán y relatos esporádicos, porque el tren de los poetas no debe contarlo todo, por eso es rápido, recoge lo imperceptible, lo que han olvidado los narradores de la razón. Hizo una pausa y continuó el alemán: - El justo fanal alumbra el camino y debe estar atento el que nos lleva. El tren tiene poeta de guardia en todo momento, para las urgencias de la palabra, para que nadie ignore las imprescindibles señales del camino -enseñó Kurt y siguió: - Otros viajeros con la fascinada luz de lo sensato van, pero ha ocurrido que encandilaron con demasiada razón y se detuvieron, han olvidado la poesía en la noche de los tiempos, han desatendido esos caminantes que el suceso poético preparaba el territorio ardiente de la razón y abusaron esos andantes de la cordura y tuvo que regresar el delirio y la poesía en socorro de la duda. El pasajero de la barba blanca toma la palabra y dice: - No tuve tiempo de escribir sobre estas cosas, no es que no las pensara, ocupé mi tiempo en reflexionar por qué diluyeron justas revueltas, por qué confiaron sólo en la razón y olvidaron los hombres que fundaron las revoluciones, necios que se apartaron de la palabra cierta, de los buenos dioses y los mitos, de los murmullos y los reclamos del corazón. O, acaso, ¿dónde suponen que guardé el opio? Andariegos infecundos, petrificaron mi pensamiento abierto y ávido, vulgarizaron el parto de la historia - enojó el de la blanca barba. El decidor evocó la palabra dibujada y dijo: - Los sueños sólo tardan un poco más - y prometió volver. El de la barba regresó a sus apuntes y escribió: “capítulo cincuenta y dos”. Los tres perpetuos escucharon atentos y le dieron la bienvenida y dijeron que en todas partes esperan que se junten a pensar. El de barba blanca elevó su larga mirada y asintió con certeza. Cuentan que todo el tren tembló de goce y todo el tren cantó algunos ‘Apuntes para un Nuevo Código de Indias’, cuentan que don Kurt leyó y tradujo: I -DURA LEX SED LEX ‘La ley es severa pero es la ley’ Corre Zagalo Rodrigues por el gris de los andenes con la cajita verde ansiosa entre sus dedos corre Zagalo con el olor del miedo corre y vienen ellos con el gatillo en el vértigo huye pero concluyen las plataformas con la pobre cortedad de la suerte En las múltiples vías que tejen arribos y partidas cae Zagalo cae y llegan ellos azules y negros con la lujuria blanca del odio rotundo llegan y ruega Zagalo Rodrigues y llora una última vez llora y pide una tregua más al asedio impiadoso del cuervo pide Pero suena y replica la tarde redobla dos y tres veces anuncian la llegada inminente de un lejano tren Sobre el crepúsculo sangran los rieles en la Estación Central II - BREVITTATIS CAUSAE ‘Con el propósito de la brevedad’ Monta la entrada al alto laberinto del apetito inagotable el hombre del torso desnudo y chaleco cuidando la piedra del corazón y arma ronca como cuerno de cabra Cruza el patán rubio y lo adula y dice en los ojos azules ‘camarada’ y le dice -¿AK47? -Yes, it’s my baby!... devuelve pletórico el hombre del chaleco en la entrada al laberinto infinito III - IN DUBIO PRO OPERARIO ‘En la duda (hay que estar) a favor del obrero’ Arden las bocinas y los carros doblegan la impasible quietud miran los ojos reclusos al hombre desmoronado en la noche y anda la evocación a toda marcha por los andamios del sábado en la construcción ausente y llega don Chico Buarque y le canta al desmoronado entorpeciendo el tránsito y vuela un beso desde el subsuelo del aliento a por su mulher que duerme al hijo/ /al minino del hombre que parte IV - DE RERUM NATURA ‘Acerca de la naturaleza de las cosas’ Cuando Zagalo Rodrigues y el del alto andamio se abracen en la Rua das Saudades Cuando Brazil vuelva por el reinado y jueguen la vida y se detenga todo y los sueños atentos por los amarillos - palpitantes los verdes serán noventa momentos noventa - Cuando toque a final y truene y Zagalo y el desmoronado vuelvan del olvido y adornen el escenario de la aurora Cuando uno y otro los dos -el desmoronado y el de la Estación Central- rompan las campanas del reino (no importa anotar que cerca los espía la pena del alto hombre del cuerno de cabra) los dos - uno y otro - Zagalo y el del alto andamio tal vez suban y suban a la faena severa del nuevo carnaval Percibían los viajeros la cercanía de la luz. Era el trencito del Deseado y prepararon los andantes la vasta fiesta del encuentro. ¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬
Posted on: Tue, 03 Dec 2013 02:37:49 +0000

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