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IINTERNET HA MUERTO, UN TRAUMA INSUPERABLE PARA LA HUMANIDAD..........PESADILLA O PREMONICIÓN. Esta mañana ha sucedido. Tengo Wifi instalada con ADSL en mi casa y suele funcionar bien. Además también accedo a Internet fuera de casa por vía telefónica en mi móvil. Esta mañana, sin embargo, nada funcionaba. Cuando me dispuse a conectar, la Wifi estaba inactiva y por la línea del móvil otro tanto. Al desayunar y hojear el periódico al que estoy suscrito, no vi nada llamativo en portada. Pero al llegar a las necrológicas, me golpeó una, recuadrada en grande y encabezada con una cruz, como la mayoría. El texto decía lo siguiente: INTERNET Ha muerto a escala planetaria, sin necesidad de auxilios espirituales. Sus afligidos: Gobiernos, Servidores, ISP’s, Facebook, Twitter y YouTube lo comunican al mundo entero. Las exequias se dan por concluidas. No se invita particularmente. Al principio no podía dar crédito a lo que leía y pensé que se trataba de una broma, a cargo de algún excéntrico caprichoso que se rebelaba así contra un fallo de señal, quizá relacionado con Telefónica o con algunos de los principales servidores. Pero no. No era ninguna broma. Era el comienzo de una hecatombe, del colapso total del mundo. Quizá era también el principio de una nueva era de regeneración. A las pocas horas, la televisión ya daba la noticia: Internet se había desactivado en el mundo entero, el apagón a escala planetaria afectaba tanto a los que están en la periferia de la infraestructura de millones de dispositivos interconectados por Wifi o Gateway, como a los que están dentro con sus routers y redes troncales. Las informaciones de los medios no precisaban si el apagón era temporal o definitivo. Millones de técnicos en software trabajaban sin descanso para lograr recuperar lo que parecía una muerte súbita. Mientras tanto, el mundo estaba paralizado. Los gobiernos, el comercio, la información, la comunicación, el correo electrónico, las redes sociales, la publicidad, Google y los demás buscadores, los viajes, los millones de empresas vinculadas con Internet o totalmente dependientes de Internet, los gigantes de la tecnología digital, los fabricantes de ordenadores, tabletas y smartphones, las industrias del automóvil y del aeroespacial, todo absolutamente estaba en vilo y contenía el aliento ante una catástrofe tan descomunal, que podía trastocar definitivamente la marcha del mundo. Y lo increíble era que tan sólo hace 40 o 50 años, cuando Internet apenas veía la luz en los Estados Unidos, el mundo seguía dando vueltas y la vida funcionaba completamente sin la Red. La economía, el comercio, la industria, la comunicación, los gobiernos y sus estructuras de administración y defensa, todo ello existía, funcionaba y prosperaba sin la dependencia de Internet, esa revolución absoluta que lo cambió todo y sirvió a la Humanidad, haciéndola su esclava al mismo tiempo. Ahora, de repente, esa hidra de millones de cabezas había dicho basta. ¿Qué había pasado? ¿Por qué ese colapso general y absoluto, pese a que todos los expertos, técnicos y científicos siempre habían negado tal posibilidad? Sólo mucho después se supo. Cuando sucede el apagón, Internet tenía 3.000 millones de usuarios (la mitad de la población de la Tierra), 100.000 millones de páginas web, y sus circuitos electrónicos conducían varios trillones de correos, mensajes, textos, imágenes y demás informaciones de toda índole por el éter. El volumen de todo esto expresado en la nueva terminología de medición, los Gigas, Megas, etc. alcanzaba cifras, cuyos ceros sólo caben dentro de las abstracciones matemáticas. Todo esto quiere decir que el volumen de ondas electromagnéticas que flotan por el mundo e invaden tierra, mar, aire, interiores y exteriores, es de tal magnitud, que si fuesen visibles o tangibles, nos impedirían vernos los unos a los otros, movernos, respirar, vivir. Pero aún no siendo tangibles ni visibles están ahí, son reales. Probablemente hace tiempo que nuestros cuerpos y nuestros cerebros están ya totalmente penetrados, impregnados, poseídos por este tsunami descomunal e inabarcable de ondas. Cuando pienso en ello, siento una especie de asfixia indolora que se va apoderando de mi ser, para no soltarme nunca más, hasta que la muerte me libere. Pues bien, por causas cuya explicación técnica y física no puedo comprender, parece que el entramado planetario de redes de Internet ha llegado a una saturación absoluta y se ha producido una especie de cortocircuito general, que ha provocado la desconexión en cadena y la muerte de las ondas electromagnéticas. El mundo va a tener que volver a empezar. Va a tener que aprender a vivir de nuevo sin Internet. De momento el trauma que esto ha supuesto para la Humanidad parece insuperable. La crisis económica y financiera será total; nuevas guerras serán inevitables, nuevos caminos de progreso tecnológico se deberán explorar. Pero al final es posible que se inicie una nueva era con menos comunicación, pero más relación humana, sin Facebook ni Twitter, pero con redes sociales basadas de nuevo en el contacto físico. Las personas volveremos a aprender a mirarnos a los ojos con amistad y amor, en vez de mirar a una pantalla la mayor parte del día. ¿Será todo esto posible? ¿Es la muerte de Internet una pesadilla o una premonición?
Posted on: Sun, 11 Aug 2013 16:10:21 +0000

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