INICIO DEL FINAL DE MADERO En mi vida profesional sobre todo en - TopicsExpress



          

INICIO DEL FINAL DE MADERO En mi vida profesional sobre todo en niveles de Dirección, yo siempre tuve fama de “duro” entre poquitos. El resto de mis trabajadores me querían bien y yo a ellos. Muchas veces me metía a comer con ellos y a compartir la rica comidita que sus señoras les preparaban ¡Qué grato era olvidarse un rato del trabajo y saborear la “pecsi” heladita que me ofrecían! ¡Qué Club de Industriales ni qué nada! Igual me servía eso para darme cuenta de aquellos malosos que volteaban a verme con mirada de no buenos amigos. Más temprano que tarde ¡pum! descubría sus artimañas y la clase de manzanas podridas que ponían en riesgo al resto de mis muy queridos obreros. Un día hice una limpia tal y de un jalón, que al principio todo el resto del personal me veía con pavor y hasta me sesgaba. Pasó un año, y cuando correspondió el pago relativo al reparto de utilidades se encontraron con que su sobre incluía más del doble de lo que habían recibido el año anterior. Debo decir además que de los 81 irresponsables que despedí, solamente sustituí a un máximo de diez. La productividad y la armonía se acrecentó de manera notable. Cuento esto porque a veces pensando en Madero me he preguntado ¿por qué carajos siendo Presidente de México no tuvo los huevos suficientes para regresar a Henry Lane Wilson en el mismo sobre reciclado que contenía las “sugerencias” y manifestaciones de respeto de Taft o Knox siempre con copia a sus amigos Mcdoheny y compañía? Ya para esas fechas la administración maderista acumulaba más de dos años caracterizados por deseconomía, movimientos armados resultado de levantamientos de zapatistas, de Orozco y de Bernardo Reyes. Los sindicatos blancos manejados por los empresarios alejaban cualquier posibilidad de atraer a nuevos capitales, cada día los fondos públicos iban a la baja. En resumen, ese grfan desorden ya afectaba también las relaciones entre Francisco y su hermano Gustavo. Tal era ya el grado de distanciamiento entre los dos que don Francisco decidió alejar a Gustavo enviándolo a Japón como embajador. Otra más: de pronto Madero optó por regresar a su país a trabajadores angloparlantes pensando con eso que haría creer que daría preferencia solamente a trabajadores mexicanos. Mcdoheny intuía que el presidente se trataba de exhibir pro norteamericano, pero bien sabía que en el fondo lo que pretendía a la larga era deshacerse de todo lo que supiera a hot dog o a hamburguesa para sustituir a éstos por pozole o enchiladas potosinas. Wilson ni tardo ni perezoso seguía y seguía informando de todo al Departamento de Estado haciendo mención también ahora de la persecución en contra de periódicos yanquis, entre ellos la Associated Press. Todo esto sin quitar para nada el dedo del renglón en lo relativo a los impuestos al petróleo y punto relevante: a la amenaza potencial significada en la posibilidad de confiscaciones. La cabeza de Knox ya empezaba a dar señales de un humo extremadamente caliente que decidió compartir con el presidente Taft. Fue entonces cuando éste último planteó una última advertencia a Pedro Lascuráin: “o el Presidente Madero acaba reconociendo todos los esfuerzos y buena fe manifestada por mi gobierno a favor de México otorgandonos la reciprocidad a la que tenemos derecho o…”, (eso se lo dijo a Knox, no a Lascuráin), “vamos a ponerle un cartucho de dinamita a ese iluso a ver si ahora sí despierta”. Antes de concluida la entrevista de Lascuráin con Taft, obtuvo de éste último la promesa de que retiraría las fuerzas militares enviadas a su frontera. Wilson por su parte como buen “amarra navajas” se encargaba de arreciar el malestar y angustia entre los capitalistas del norte, haciendo énfasis siempre en cada uno de los puntos que cada vez que tenía la oportunidad repetiría: impuestos a la explotación petrolera, intención de expropiación de esa y otras industrias, mexicanización de los ferrocarriles, favoritismo a los ingleses, etc. Nombres de personas y empresas afectadas por la administración maderista y que representaban al más alto porcentaje de los 1000 millones de dólares invertidos en México [Véase F. Martín Moreno, México negro]: 1. Aldrich, de la compañía mexicana Continental y legislador de los aranceles. 2. Rockefeller, con negocios huleros en Durango. Su socio era el propietario mayoritario de la Standard Oil de New Jersey. 3. Guggenheim, de la American Smelting and Refining Co. Esta empresa competía con el grupo industrial de los Madero. 4. Edward Brown, Presidente de los Ferrocarriles Nacionales de México y del Banco Nacional de México. 5. George W. Cook, quien fuera proveedor de mobiliario y equipos durante la administración de Ives Limantour. 6. Edward Mcdoheny, Presidente de la petrolera La Tolteca. 7. Pierce, de Waters Pierce Oil Co. A estas siete personas anunció Wilson la decisión de echar mano de Félix Díaz por considerarlo el hombre idóneo para llevar a cabo el golpe de estado. Se programó el levantamiento para la fecha 16 de octubre de 1912 desde el Puerto de Veracruz. Justamente a partir de este momento es cuando los mexicanos debemos prestar mucha atención a lo que determinó el que nuestra patria tocara fondo una vez más y a gran profundidad. Muy pocos mexicanos desgraciadamente saben bien a bien lo que estuvo atrás de la Revolución Mexicana si por cierto, insistimos en bautizarla como tal. Digamos mejor que entre 1912 y 1934 nuestra nación fue víctima de una tragedia que terminó arrasando a las mayorías siempre, siempre, en función de intereses personales de algunos que se decían nacionalistas pero hipocritamente del lado de personas y empresas extranjeras que supieron identificar muy bien la forma que se dibujaba en nuestro mapa como país efectivamente en forma de una especie de embudo y al que se dio en calificar como “cuerno de la abundancia”. La Revolución Mexicana como nos la han expuesto es falsa, está matizada, disfrazada. Durante el periodo de la misma, mientras personajes como Madero, Zapata, Villa, Carranza, Obregón, Calles, entre otros, salían a relucir a la superficie, México en la practica estuvo varias veces a punto de perder su personalidad e independencia. Así de grave y triste fue el asunto además de vergonzoso. Félix Díaz me resulta un personaje muy extraño y especial. Se dice que la sangre pesa y por lo mismo al leer “El álbum de Amada Díaz”, buena como era esa mujer, encuentro de su parte hacia su primo un sentimiento de amor pero al mismo tiempo de confusión por sus actitudes. Me cuesta trabajo suponer que en Félix existiera un auténtico espíritu patriótico. Debo suponer que su estado de ánimo consecuente de lo que hicieron a su tío don Porfirio lo hizo revelarse y actuar. Pero no sé hasta qué punto estaba verdaderamente convencido de su causa o a partir de qué momento se manejó en el marco de un oportunismo aprovechando las circunstancias para alcanzar una cima que finalmente no le fue dada. Félix previo a su intentona estuvo llevando a cabo negociaciones en Estados Unidos a fin de que gracias a la recomendación de un banquero estadounidense del American Bank Note le fuera posible tomar contacto con el Departamento de Estado Americano o hasta eventualmente con el Presidente Knox quien por cierto no se denotó muy entusiasmado ante la insistencia de Wilson de llevar ya a cabo por conducto del primero la acción en contra de Madero. Consideraba que el asunto era prematuro. Pero tampoco se antojó radical contestando un NO definitivo. Finalmente, proveniente de La Habana, Díaz llegó a Veracruz donde se iniciaría la actividad prevista para el 16 de octubre de 1912. @ap_penalosa antoniopatriciopeñalosa/
Posted on: Tue, 13 Aug 2013 00:37:50 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015