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Imagina Zayn (parte2) Aquella mini morada se componía de lo imprescindible para poder vivir, una zona de salón-comedor-dormitorio, honestamente no era el mejor lugar para vivir. Pero en mi pequeño espacio para vivir faltaba algo que jamás hubiera pensado que se obviaría en ningún hogar, y era una lavadora. Fue al buscar piso cuando me di cuenta de ese pequeño detalle: prácticamente en todos los lugares que visitaba brillaba por su ausencia. Al principio rechacé todas las ofertas de alquiler que no dispusieran de aquel útil complemento, pero tras desesperarme completamente por lo que iban viendo mis ojos, me rendí y decidí que, dada la abundancia de lavanderías que había en las calles de Londres, alquilaría un piso algo más decente y llevaría mi ropa a lavar a un sitio público, igual que mi bisabuela había lavado su ropa al lado del río cuando vivía en el pueblo. El pequeño departamento que había alquilado se encontraba en una de las zonas de Londres que eran territorio de los pakistanis, este era un vecindario de Londres donde ellos eran la mayoria. Siempre me atrajeron los hombres de rostro algo oscuro, morenos y con la mirada misteriosa, ahi habia decenas de ellos y se pasaban a mi lado por las calles de Londres, me provocaban un revuelo de emociones en todo mi ser. No me importaba que no fueran muy atleticos, asi como eran, delgados, con sus ojos de mirada profunda, su cara marcada y su piel morena, era suficientes para alborotarme. Mi trabajo terminaba cada día a las 12 de la noche, pero era difícil que jamás saliera antes de la una de madrugada, todo tenía que estar pulcramente recogido y ordenado para la mañana siguiente y nadie podía escaparse hasta que la jefa nos dijera que podiamos irnos. Al salir, me encontraba exhausta y el simple aroma a carne, independientemente del animal de que se tratara, me provocaba más de un vómito que tenía que aplacar con unas inspiraciones profundas intentando relajarme. Evidentemente no tardé ni dos meses en cambiar mi dieta carnívora de toda la vida por una dieta vegetariana ausente de todo recuerdo del lugar donde trabajaba. Al llegar a mi casa y hacer una liviana cena apenas me quedaba tiempo siquiera para pensar en mí misma. Poco le podía dedicar a la limpieza de mi hogar pero se hacía inexcusable llevar una vez por semana la ropa a la lavandería de la calle donde yo vivía así que cogía una bolsa grande de basura negra, metía todo lo que debía lavarse y con el hatillo al hombro salía a la calle de madrugada. A pesar de los horarios de los habitantes de la city, la ciudad tenía vida, aunque fuera más sútil. El hecho de que la lavandería estuviera abierta a esas horas era prueba evidente de ello. Cuando llegaba, me embargaba la soledad de las máquinas esperando ser utilizadas. Solía ponerme siempre en la que había al fondo, justo al lado del banco que utilizaba para esperar que el proceso de lavado y secado finalizara. Directioner∞
Posted on: Thu, 10 Oct 2013 01:55:02 +0000

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