Introduje la llave dentro de la cerradura de la puerta del - TopicsExpress



          

Introduje la llave dentro de la cerradura de la puerta del apartamento. Entré y el lugar estaba oscuro, completamente, no había ruido y el ambiente se podía sentir un poco tenso y suspensivo. Dejé las llaves sobre la barra de la cocina y caminé a tientas en el pasillo, no quería prender las luces. Suponía que, ella, no estaba en casa. Giré a la derecha, camino al dormitorio. De pronto, el eco al fondo del pasillo daba sollozos de alguien, me acerque un poco más rápido, pero sin dar pisadas fuertes para evitar mi presencia. Entre más me acercaba, más fuertes eran. Por fin llegué. La puerta estaba entre abierta, se asomaba una luz muy débil, algo así como de la que provenía de la lámpara en la cera. Me detuve frente a está, me acerqué un poco pegando mi oído para escuchar, y entonces me percaté que alguien lloraba..., pero, ¿Quién? Entonces suspiré y conté hasta tres, decidió a entrar, abrí despacito emitiendo el chillido molesto de la puerta. Caminé en medio de la oscuridad en la habitación, la poca luz que entraba era, efectivamente, de afuera en la cera, la ventana estaba entre abierta. Los sollozos se detuvieron cuando notaron mi presencia. Sentí el aroma ha ella, igual miré la cama desatendida. Fruncí el ceño y giré sobre mis talones, entonces la vi. Estaba acurrucada, con las piernas contra su pecho y la cabeza hundida en ellas. Me acerqué despacio- “¿Cariño?” -ella levantó un poco para verme, luego volvió a agachar; - “Vete” -respondió con la voz entre cortada. Lamí mis labios y me acerqué aun más, me incliné para quedar en su posición y le acaricié el cabello, ella movió la cabeza evitándolo. - “¿Todo bien?, ¿Qué ocurre?” -ella seguía sollozando; - “Nada. Vete” -; - “No me iré”-ella alzó la cabeza y me miró, pero sus cabellos le cubrían el rostro, algo así como la niña del aro; se los acomodé detrás de las orejas y le sonreí- “¿Me dirás?” -. Su mirada era fría, amenazadora; pero, a la vez, era triste, preocupante y deprimida. - “Déjame sola” -volvió a inclinar el rostro entre sus piernas. Ella, no era la chica que yo conocía, no era mi mejor amiga, no era la chica que yo amaba. *Flashback* - “Me harías muy feliz si...” -no terminó su oración cuando comencé a tocar en mi guitarra su canción favorita. Le había prometido darle una sorpresa, un día de estos. Siempre me recordaba de esa canción, tenía más, pero esa igual me encantaba, porque describía, exactamente, lo que sentía por ella. - “Yo gasté su amor hasta que ella se rompió por dentro” -cantaba. Ella sonreía. - “La historia de mi vida...” -cantó junto conmigo el coro. Me encantaba verla así, sonriendo, y mucho más, cantando juntos una de nuestras canciones en común. - “Te dije que uno de estos días te daría la sorpresa, amor” -coloqué la guitarra aun lado; - “Gracias!” -se lanzó a mis brazos. La besé, pero no de la forma que yo quería. *Fin de flashback* Esa era mi chica. La atraje a mí, hacia mi pecho, y comencé a derramar lágrimas. Me dolía verle así. - “Aléjate, soy una mierda. No quiero que me veas así” -murmuró en mi pecho; - “No lo eres. Y quiero, necesito, saber quién eres” -respondí; - “Me da pena” -aferró sus manos en mi playera; - “No tienes por qué” -acaricié su espalda para consolarle; - “Después de esto, te alejarás. Lo sé” -me alejó. La observé un instante. - “No lo haré” -cogí su rostro entre mis manos- “Mírame. Escúchame bien, hermosa, yo jamás me iré. Nunca. Si no es contigo, no” -bajó la mirada- “No lo hagas”; - “Las personas, se alejan por lo que soy. Una dramática... Una enferma. Tú, lo harás. Nadie quiere estar cerca de alguien como yo. Muchos problemas” -se limpió las lagrimas de sus húmedas mejillas; - “Pues que idiotas. Todos tenemos problemas” -traté de sonreír, pero me temblaban los labios; - “No soy quien tú crees” -se comenzaron ah asomar más lágrimas- “Tengo muchos secretos de mi pasado. Son espantosos” -; - “Oye, yo, también tengo secretos. Secretos muy oscuros” -sus hermosos ojos marrones se obscurecieron como la noche fría, clavándose en los míos; - “No lo creo” -su tono de voz había cambiado, era un poco grave, pero ronca. - “Te parece si te digo uno y, tú, lo haces igual -propuse. Ella, se quedó muda, seguía con su mirada clavada en la mía. Me hacía estremecerme y, al mismo tiempo, causaba un escalofrío en mi cuerpo. - “Tengo miedo de seguir viva” -murmuró muy bajo. Cogí sus manos entrelazando sus dedos con los míos. Encajaban perfectos. - “Tengo miedo a tu rechazo” -solté y baje la mirada; - “¿De qué hablas? Jamás lo haría” -contestó. Su expresión cambió, se torno en un punto preocupante, pero igual de suspensivo. - “No después de decirte que te amo, pero no de la forma que tú piensas y crees” -sus pupilas se extendieron como la luna llena- “Lo he sentido desde que comencé a conocerte. Me enamoré de ti” -ella mordió su labio inferior; - “No estas, realmente, enamorado de mí. Esta soy yo.” -giró su cabeza a la derecha, evitando el contacto visual; - “Pues, no lo sé, pero yo amo a una sola persona, y esa lleva tu nombre, y no me importa si eres así o como sea. Sé que todos tenemos una doble personalidad, polos opuestos. Hasta yo. Me encantaría conocer este lado de ti, apuesto a que terminaría más enamorado de tus miedos. Te lo aseguró” -; - “No sabes lo que dices. Soy un monstro” -una lágrima rodó por su mejilla izquierda. La limpié- “Estoy dispuesto a correr el riesgo. No me importa. Lo único que me interesa es estar contigo, amarnos y, sobre todo, ayudarte. Enfrentar juntos ese pasado tan a tormentoso que no te deja en paz. No me importa si ahora no quieres contarme, lo respeto. Pero, ¿Sabes?, no respetaré el echo de verte así, destrozada, vencida. Eso nunca” -ella volteó a verme. Su expresión era de cejas juntas, ceño fruncido, labios apretados, y ojos llenos de lagrimas retenidas. - “Espere tanto” -soltó con la voz entre cortada. La abracé muy fuerte. - “Pues, ya era tiempo” -la alejé. La observé, detalladamente, y entonces comprendí que no me había equivocado en ella, que no en vano la estaba amando, que había valido la pena esperarla. Quería protegerla de todo, amarla sin límites, estar junto a ella para siempre y nunca soltarla. Estaba orgulloso, feliz, inmensamente, feliz. Besé su frente- “Ahora déjame ser a mí quien curé tus heridas. Déjame dar la vida por ti.” -me abrazó, se aferró a mi espalda y sentí mi hombro izquierdo empaparse de sus lágrimas cristalinas ~GatitoStyles
Posted on: Tue, 12 Nov 2013 04:09:09 +0000

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