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Johanna Pérez Daza, ha compartido con la pagina Cuentos El poder de una foto o una foto con poder Ese día comprendí a Borges, el tiempo es una cíclica invención que puede jugar bromas pesadas… y la fotografía también. Con apasionada insistencia confrontaba a mis estudiantes ¿cuándo muere una foto? ¿su esencia trasciende el acto fotográfico o impacta la realidad? ¿Podemos hablar de una doble puesta en escena: la fotografía como experiencia personal y como experiencia colectiva? Algunas opiniones y luego otra sacudida: ¿dónde reside el poder de la imagen: en quien la captura, quien la ve, quien es fotografiado? Un zigzagueante ir y venir de preguntas sin respuestas definitivas, inflexiones de voz que ironizaban y llamaban la atención, pausas prolongadas de intencionada estrategia retórica. El fin: estimular la reflexión, agitar las ideas, generar picazón intelectual. Al fondo del salón estaba ella, callada y absorta, no se si en mis palabras o en sus pensamientos. Su rostro reflejaba la extraña mezcla de asombro y timidez típica de los años juveniles. No era difícil ver las expresiones del grupo y hasta etiquetar a algunos, en un juego que nada de didáctico tenía: el hablador, el gracioso, la preguntona y… ella, aún no sabía cómo calificarla: la indiferente? Tal vez… -Veamos algunos ejemplos –dije- para avanzar en la discusión. (A los profesores nos encanta esta palabra “dis-cu-tir”, con los estudiantes, con los colegas, con los políticos y, cuando todos se han ido, con nosotros mismos) Con voz casi solemne enuncié el caso a estudiar: “La tragedia de El Limón”, el nombre mediático que la mayoría reconocería. No hacían falta mayores detalles, casi todos eran aragüeños y seguramente tenían algún recuerdo de este acontecimiento, un familiar relacionado, anécdotas, testimonios. Como no era necesario ahondar en pormenores, decidí centrarme en nuestro tema de estudio: la fotografía. Y como quien se dispone a diseccionar la realidad comencé el fichaje: Año: 1987 Área: Fotografía periodística Soporte: Impreso Etcétera, etcétera. Seguidamente, el desfile de imágenes, unas más impactantes que otras, algunas servían para analizar elementos técnicos y formales (profundidad de campo, contraluz, desenfoque…). Otras, nos adentraban en reflexiones más intensas sobre la sensibilidad del reportero gráfico, la ética ante el dolor y el tratamiento periodístico de las imágenes. Nos detuvimos a analizar estas dimensiones de una foto en particular. Retrato, vertical, blanco y negro, luz natural, plano entero de dos personas, un hombre de aproximadamente 40 años de edad y una niña de unos 6 u 8, quizás un padre con su hija, visiblemente cansados, él de pie con una mano en la cintura y otra en la cabeza observa el devastado escenario; ella a su lado, sentada en el suelo, con la expresión triste impostergable en los niños ante un hecho de aquellas magnitudes. Siguiendo la prensa y sus datos oficiales: 100 muertos, 90 desaparecidos, 300 heridos y lesionados y miles de damnificados. Ese 6 de septiembre, en menos de 6 horas, las intensas lluvias habían ocasionado el deslave y el desborde de varios ríos y quebradas que como agujas de un reloj buscaban su movimiento original. Desaparecieron vías, casas, vehículos, enseres y personas. -Volvamos a nuestras disertaciones ¿Tiene poder esta foto? -Por supuesto, es impactante – respondió una voz proveniente de los primeros asientos. -Impacto y poder ¿son sinónimos? –Interpelé- Ese día había decidido involuntariamente utilizar la mayéutica como técnica de mi clase. Con una decida intervención, Felipe apuntó: -El poder lo tiene el fotógrafo que es quien escoge a los sujetos, el encuadre, la proximidad… Y retomó las reflexiones de nuestra clase anterior sobre la “intencionalidad”. -¿Todos de acuerdo con este planteamiento? ¡Es el fotógrafo quien tiene el poder! ¿Alguna otra opinión? Mientras buscaba con la mirada otra persona dispuesta a participar, la observé nuevamente a ella, mi visor natural la mostró en segundo plano pero bien enfocada e iluminada, un poco más encorvada, definitivamente aislada, absorta claramente en sus pensamientos y no en mis cuestionamientos. Hice un recorrido por los pasillos, mientras algunos susurraban, opinaban tímidamente y lanzaban nuevas preguntas aun sin responder la anterior. -Veámoslo así –dije a modo de cierre, el tiempo apremiaba con su confusa manía de diluir realidades y ficciones- ¿Qué pasa si la foto no se difunde? Si sólo es capturada y guardada en los archivos del fotógrafo… ¿Aun así tiene poder la imagen? -Ahhh… entonces es el medio quien tiene el poder, porque hace circular las fotos, masificarlas, impactando a muchas personas…- intervino Lucía, como quien acababa de experimentar una epifanía, una revelación que se desvaneció con mi siguiente pregunta: -¿O es que, acaso, la fotografía no tiene poder y lo importante es la actitud de recepción, más no la foto en sí? Luego de un breve silencio, les dije: -No contesten ahorita, traigan por escrito sus reflexiones sobre esta última pregunta para la próxima clase.- Y los despedí cordialmente, quedando satisfecha por las inquietudes sembradas, esperando optimistamente que germinaran y dieran algún fruto en medio de estas preguntas sin respuestas correctas o erradas, sin verdades acabadas o sentencias definitivas. Ojalá entiendan eso. Mientras desconectaba equipos y guardaba materiales, ella se acercó. Había permanecido sentada, inmóvil, imperceptible, todavía en el fondo del salón. -Profesora, me dijo, al tiempo que se acercaba: -¿Sabe? La niña de la fotografía junto al hombre desconsolado… Soy yo junto a mi padre. Perdimos todo en aquella tragedia, incluyendo a mi mamá. Efectivamente, como usted calculó, yo tenía 8 años en ese momento. El agua arrasó nuestra casa, no quedó nada… bueno casi nada, quedó esa foto, para mis recuerdos y para sus preguntas, para mis tristezas y para su clase. No se atormente más, concluyó con tono sereno: la fotografía, como aquel río y como mi memoria, tiene poder, mucho poder. No había discusión. Aquel laberinto de causas y efectos confirmaban que Borges tenía razón: “Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real”. vida literaria
Posted on: Wed, 12 Jun 2013 20:39:20 +0000

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