Juan Mildenberger Nadie que se crea buena gente puede alegrarse ni - TopicsExpress



          

Juan Mildenberger Nadie que se crea buena gente puede alegrarse ni siquiera mínimamente por el mal del otro, tal vez mucho menos si hablamos de la salud de otro ser humano. Por eso, aunque las decisiones y actos de uno y otro afecten de formas muy diferente a los argentinos, es tan mal nacido el que "disfruta" de los problemas de salud de la Presidente Kirchner o de, por ejemplo, Jorge Lanata (al punto de, en algunos casos, desearles la muerte). Basta con leer los comentarios de las notas en varios medios donde unos y otros, kirchneritas y no kirchnerista (el país dividido) se tiran con munición gruesa y le desean lo peor de lo peor al “rival”. Tan lejos llegó el delirio de una Argentina que el kirchnerismo supo partir en dos con bastante habilidad. No se puede caer tan bajo, no se puede disfrutar del mal ajeno. Es entendible a veces la frustración ante la falta de justicia, la corrupción y la impunidad. Pero son cosas diferentes. La salud de una persona es un tema. Su vida pública y las consecuencias de sus actos es otro. Tal vez esa frustración que hace decir barbaridades a muchos sea consecuencia justamente de esa falta de justicia, de esa impunidad total. La Presidente debe recuperarse y terminar su mandato si es que ningún mecanismo constitucional se lo impide por, por ejemplo, no cumplir con sus funciones como es debido. Los versos “golpistas” son para “la gilada”, está más que claro. Si algún día comienza a existir algo así como “justicia” (para todos y todas) en Argentina, Cristina debería dar muchas explicaciones y/o terminar en prisión, como muchos de sus secuaces. La salud es otra cosa, la vida de una persona no es motivo de chistes, burlas y deseos de muerte. Y vale obviamente para la vida de todos, Lanata entre ellos (para quienes le desean la muerte seguido). Mientras tanto la UCeDé llegó a la presidencia con Boudou, un tipo que también disfruta (y mucho) de la corrupción y la impunidad. Argentina es interesante, siempre sorprende, no permite el aburrimiento. Veremos cómo sigue la película. Estamos tan hartos de la mentira que muchos ni siquiera creen que Cristina tenga realmente un problema de salud. Hay especulaciones para todos los gustos. Tan lejos llegamos, o mejor dicho, tan lejos nos hicieron llegar, con la mentira como sostenedora del discurso (o del “relato”). La corrupción y la mentira se han vuelto “naturales”, “normales”, y eso es grave.
Posted on: Mon, 07 Oct 2013 12:53:31 +0000

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