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Juárez y los bienes del clero Benito Juárez vivió una de las épocas más importantes de México, considerada por muchos historiadores como la consolidación de la nación como República. Juárez marcó un parteaguas en la historia nacional, siendo protagonista de primer nivel de esta época. Su biografía durante los años que ocupó la Presidencia es casi en su totalidad también la historia de México… “Sálalo y cómetelo”, estas dos palabras siniestras fueron la respuesta que obtuvo un indio pobre al rogarle a un cura enterrar a su difunto, pagando posteriormente, desde luego, la cuota del entierro. Melchor Ocampo dio testimonio de este lamentable evento que, como Gobernador y hacendado, conoció. (Enrique Krauze, La presencia del pasado). Las Leyes de Reforma, ideadas por los liberales Benito Juárez, Miguel y Sebastián Lerdo de Tejada y José María Iglesias, generaron una guerra fratricida en México por más de tres años para enfrentar posteriormente al imperio de Maximiliano de Habsburgo, promovido por el alto clero, los notables y las intrigas palaciegas de los conservadores avecindados en las cortes europeas. Dentro de las Leyes de Reforma, una en especial desató la furia e indignación del poderosísimo clero regular y secular: La nacionalización de sus bienes; la Ley de Manos Muertas; es decir, una ley que expropiaba los bienes inmuebles amortizados por el clero a lo que se le decía “manos muertas”, porque no circulaban y no generaban riqueza de acuerdo con el proyecto liberal. El clero secular tenía como sus principales ingresos los diezmos y primicias. El diezmo era un tributo equivalente a la décima parte de la producción agrícola y ganadera. Este diezmo gravitaba también sobre los indios que tenían que entregar el 10% de sus exiguos ingresos. La primicia consistía en entregar la primera cría o primera cosecha a la Iglesia. El padre Cuevas ha demostrado que en los casos de las catedrales de México y Puebla, ni el rey ni los encomenderos, ni el clero dieron sus partes, de modo que fueron construidas en su totalidad con el tributo, sudor y dolor de los indios. El clero secular contaba, además de las indulgencias que vendían, sobre todo con las capellanías que consistían normalmente en un fondo constituido por un legado testamentario de bienes raíces para que con sus productos se dijeran perpetuamente misas por el eterno descanso del alma del pecador. Enormes fortunas se legaron a favor del clero con el propósito de no ir a parar en las llamas del infierno. Santa Lucía, propiedad de La Compañía de Jesús, constaba de una extensión de más de ciento ochenta mil hectáreas dedicadas a la cría de ganado, que llegaba por el oeste hasta Guadalajara y por el sur hasta Guerrero, donde pastaban trescientas mil ovejas y cabras, diez mil vacas y bueyes y cinco mil caballos y yeguas. El capital neto de La Compañía era de dos millones quinientos ochenta y un mil cuarenta pesos. Observe que un millón de pesos de hace 400 años era una fortuna inmensa. El caudal de sus bienes raíces concitó muchos enemigos a La Compañía; entre los más destacados estaba el obispo de Puebla, don Juan de Palafox y Mendoza, quien en una carta al Papa en 1647 decía que: “era indecente que los jesuitas pudieran ser dueños de trescientas mil ovejas; que La Compañía poseyera seis grandes ingenios de azúcar; que tuvieran haciendas de más de cuarenta kilómetros por lado, además, de tiendas, mataderos y carnicerías y que comerciara con China”. La reacción contra frailes y monjas no se quedó en meros desahogos verbales. El Ayuntamiento de México pidió a Felipe IV, en 1644, que no se fundasen más conventos de monjas ni de religiosos por ser ya su número excesivo; que se limitasen sus propiedades y se les prohibiese adquirir nuevas. Se les prohibió también que los clérigos y religiosos fueran gestores, comerciaran o contrataran, beneficiaran minas, solicitaran negocios seculares y tuvieran comercios. Entre el clero secular y regular los pleitos por los asuntos de dinero fueron permanentes conflictos: Un canónigo de Puebla hizo la donación de su hacienda a La Compañía de Jesús, desobedeciendo al obispo Palafox, que quería se la donará a él. Éste lo excomulgó, le embargó sus bienes y lo puso preso. El Obispo de marras murió al poco tiempo y el Papa intentó canonizarlo, sin contar con la feroz resistencia de los jesuitas que había hostigado por sus inmensas riquezas en México. Su beatificación se difuminó para siempre gracias a los buenos oficios de La Compañía de Jesús. Un dato de incalculable valor por su importancia y trascendencia para entender la nacionalización de los bienes del clero, es el avalúo que realizó el ilustre liberal (ex jesuita), el guanajuatense doctor José María Luis Mora: El valor alcanzado por los bienes a mediados del Siglo XIX era de $179’163,754.00 (Ciento setenta y nueve millones ciento sesenta y tres mil setecientos cincuenta y cuatro pesos) distinguiéndolos en bienes productivos e improductivos. Los productivos sumaban $49’000,000.00 (Cuarenta y nueve millones de pesos) y los improductivos $130’163,754.00 (Ciento treinta millones ciento sesenta y tres mil setecientos cincuenta y cuatro pesos. Juárez murió en su cama en el 18 de julio de 1872. Las Leyes de Reforma que impulsó el Benemérito de las Américas fueron esencialmente: a) Fin al fuero eclesiástico y militar. b) Fin a los campos santos y el inicio de cementerios públicos sin importar el credo religioso, administrados por autoridades civiles. c) El matrimonio como contrato civil y no exclusivamente religioso, para protección de la mujer. d) El registro civil para nacimientos, matrimonios y defunciones, a fin de dar certeza jurídica e identidad al individuo. e) La nacionalización de los bienes del clero. El joven Justo Sierra escuchó a Juárez, el indio de Guelatao, Presidente de México, decir que: “desearía que el protestantismo se mexicanizara conquistando a los indios; éstos necesitan una religión que los obligue a leer y escribir y no los obligue a gastar sus ahorros en cirios y limosnas para las iglesias. Las leyes anteriores, a las que se llamó “Leyes de Reforma”, generaron una guerra, miles de muertos y enormes penurias y postraciones para los mexicanos. El clero condenó a Juárez al infierno, pues nunca le perdonó la nacionalización de sus bienes, pero la Historia le concedió el título de “Benemérito de las Américas”. ¿Cuál será el título que le conceda la Historia a Fox cuando sea juzgado por ésta?
Posted on: Sun, 21 Jul 2013 11:11:49 +0000

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