Juárez y su México Por Esteban Martínez Díaz / Dossier - TopicsExpress



          

Juárez y su México Por Esteban Martínez Díaz / Dossier Politico Ralph Roeder fue un escritor norteamericano designado por la presidencia de la República para que investigara y escribiera la vida de Benito Juárez, con motivo del primer centenario de la Constitución de 1857. Es, sin duda, una obra en que se conoce al Gran Indio de Guelatao en su infancia, que es el México insurgente de Hidalgo, Morelos y Guerrero; el México de Fray Servando, del doctor Mora y Gómez Farías de su juventud, y el de su madurez, el México de Santa Anna y Miramón, el de la lucha contra el imperio que pretendieron darnos los traidores de ayer, de hoy de siempre, y que viven alojados en edificios y haciendas de oro, levantados con la muerte, la esclavitud y la explotación de los indígenas de ayer, de los campesinos y de todos los indigentes que han poblado este país como peones, mineros y empleados a sueldos miserables, construyendo así una nación que no les pertenece, a pesar de que son dueños de todas las riquezas de este gran país. Juárez que a los once años no sabía español, ni leer y escribir llegó a la cumbre de la grandeza en la madurez más valiosa de la que pudo disfrutar el pueblo de México, conservando su independencia y alejando definitivamente de los quehaceres del gobierno a un fanático y furioso clero, que manejaba por encima de los valores de humanidad, a los pobres y a los indígenas, de cuyas herencias ancestrales se habían apoderado y eran el gobierno del país después de la Independencia. Los conservadores de entonces, igual que los de ahora, vieron con odio la forma en que Juárez se preparaba, primero en un seminario y después en la escuela pública, de las pocas que existían en la ciudad de Oaxaca, siguiendo líneas liberales completamente apartadas de los perfiles religiosos y del poder de la Iglesia, mezclados en los asuntos del gobierno. Venía de la clase pobre, abandonada, no sabía leer ni escribir, con su lengua zapoteca, único medio de comunicación con los demás y con sus ovejas, aprendió entonces a ser pastor, lo que le ayudaría para ser el pastor nacional en los años por venir en una patria amenazada por potencias extranjeras y por los panistas de la derecha ultra conservadora, que había conquistado México con la espada y con la cruz. Hicieron uso criminal de la ignorancia de los mexicanos. Construyeron sus iglesias, sus monumentos y su gloria en 300 años, destruyendo tradiciones, cultura y monumentos de la clase indígena. Terminado este negro período, los naturales seguían siendo analfabetas, mientras que el grupo privilegiado de los criollos y los nacidos en la península ibérica constituían la élite privilegiada de trato miserable a los de abajo, residentes milenarios de esta tierra. Nuestros indios, de cuya raza de bronce formó parte Benito Juárez, trabajaban de sol a sol, siendo encadenados, como perros, al terminar su jornada sagrada de tallar hermosas figuras de sus dioses y de sus ángeles, que fueron practicantes de la benevolencia y del amor, a lo que no se ajustaban los hombres blancos y barbados venidos de otros mundos. El prologuista del libro Juárez y su México, Raúl Noriega, dice que el mexicano que conoce la Historia de su Patria, sabe que la Carta de 1857 y el impulso iconoclasta de las Leyes de Reforma, son los antecedentes directos de la Revolución de 1910 y de la Constitución de 1917. Y que sólo unos cuantos, impotentes para crear algo positivo, pueden renegar de sí mismos y volver los ojos hacia las figuras sombrías de un Hernán Cortés o de un Iturbide, para invocar con falsos argumentos las bondades de un Maximiliano, añorando su reencarnación. Las propias fallas del ser humano plantean soluciones de erradicación, completa e indefinida de los monstruos que viven de los demás en sus ranchos y en sus haciendas, levantados con el dinero del pueblo, llevado lejos de la observación de los gobernantes, para evitar la confiscación de sus bienes, obtenidos en el usufructo del poder presidencial. Y es precisamente uno de esos elementos que ha vivido del erario en los últimos años desde la gobernación de Guanajuato, junto con su esposa e hijastros, millonarios naturalmente. Entregó en manos de los reaccionarios, una casa presidencial fingida y pagada por el gobierno, al estilo de los presidentes norteamericanos, al que se llevó completo el archivo del régimen, negándose a devolverlo cuando fue requerido para ello. Y mucho menos justificó el gasto del palacio presidencial de juguete. Solicitó para ello la ayuda del más allá de ese imperio localizado en la bota italiana, cuando pidió la absolución por no haberle cumplido a México en el desempeño de jefe de la nación, ratificando su petición de perdón y de sometimiento de rodillas y con un beso a su anillo de mando, con lo que violó a las leyes republicanas proclamadas por don Benito Juárez. Y esa persona execrable es nada menos que Vicente Fox, dueño del rancho de San Cristóbal, perdido en el humo de su rama preferida, cuya función es volver a un estado de locura al ser humano. Sus daños al cerebro son irreparables, según información dada a conocer por una revista científica el día de hoy, publicada por varios periódicos metropolitanos, en respuesta a la junta que organizó con el fin de legalizar la mariguana en México… Correo electrónico: esteban.emartinez@gmail
Posted on: Sun, 21 Jul 2013 15:44:20 +0000

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