LA CLAUSURA DEL PARQUE DE LA MURALLA/ Wilfredo Ardito - TopicsExpress



          

LA CLAUSURA DEL PARQUE DE LA MURALLA/ Wilfredo Ardito Vega Durante más de 10 años, ingresar al Parque de la Muralla era uno de los momentos más simpáticos de las visitas al Centro Histórico, por el placer que tenía yo en la sorpresa de mis acompañantes al descubrir un lugar tan acogedor. Donde antes había una zona abandonada y peligrosa había un espacio público disfrutado por centenares de personas. Había un trencito, juegos para niños, fuentes de agua, alquiler de bicicletas, un museo. Con los años, el parque había sido ampliado hacia la zona denominada Malecón del Río donde se realizaban numerosas actividades musicales y culturales. Se trataba de una de las más importantes obras de recuperación urbana en el Centro Histórico y era utilizada especialmente por familias pobres de Barrios Altos o el Rímac que no tenían parques cercanos para disfrutar con sus hijos. El 30 de agosto, en la tradicional visita con mis alumnos, lo encontramos clausurado. La Municipalidad de Lima lo ha otorgado en concesión a una empresa para que construya un teleférico. Aunque no había ninguna obra en proceso, ya no había ni tren, ni bicicletas, ni juegos. Las fuentes de agua y el museo no funcionaban. La estatua de Pizarro, con la que mucha gente se tomaba fotos, ahora se encontraba solitaria y distante. Solamente se podía recorrer la terraza superior. -¿Eran el teleférico una obra prioritaria? –me preguntó una alumna, descorazonada al ver tanto abandono. Evidentemente que no y me parece absurdo cerrar un parque, que beneficiaba a tanta gente, para dar facilidades a una empresa privada. La clausura del Parque de la Muralla parece parte de un nuevo proceso que se estaría viviendo en el Centro Histórico y que en inglés se denomina gentryfication, algo así como la aristocratización de un barrio. Así, tenemos que llegan Starbucks, la cafetería San Antonio, la peluquería Montalvo… Los precios se elevan y puede pasar lo que les ocurre a las monjas que trabajan en el restaurante L’Eau Vive: tras la peatonalización del Jirón Ica-Ucayali les ha abierto un proceso por desalojo nada menos que el Arzobispado de Lima, con el argumento que los precios de los inmuebles han subido y se puede obtener mejores recursos. De hecho, a dos cuadras se ha instalado ya el restaurante Embarcadero 51, donde funcionaba una modesta fonda. Lo ocurrido con el Parque de la Muralla es más grave porque se trataba de un espacio público. De hecho, es un proceso que ya vive en el Parque de la Exposición, del cual mucha gente ha sido expulsada en las noches cuando se alquila para cocteles y matrimonios lujosos. Inclusive, uno de los pabellones ya está cerrado al público, porque funcionan las oficinas donde se tramita el alquiler. Sin embargo, un amigo abogado cree que existen otros intereses en esta decisión municipal. -Es evidente que están actuando así para que no queden huellas de las obras de Castañeda –tomando en cuenta que el Parque fue abierto durante su gestión. Es posible. Yo mismo he visto a un trabajador de la Municipalidad quitar a cincelazos la placa de Castañeda que había en el Puente Trujillo. Además, sé que la Municipalidad ha hecho estudios sobre cuáles son las obras que la gente asocia a Susana Villarán o a Castañeda. Hace años, éste condenó al abandono a la Alameda Chabuca Granda, porque sabía que mucha gente la asociaba con Andrade. Sea que esto ocurrió por intereses económicos o políticos, es totalmente lamentable. Ayer regresé al Parque de la Muralla. Me sentía triste e indignado al escuchar a las familias que llegaban: -Por allí antes se bajaba –comentaba un niño. -Yo quería llevarles a ustedes a los juegos –le decía una abuela a sus nietos. Una señora quería llevar a sus hijos al baño y se topó con que una reja impedía el paso. -¿No hay rampa? ¿Cómo vamos a bajar? –decía un señor, empujando un cochecito de bebé. Solo después se dio cuenta que ya no era posible. Otra familia miraba en vano el antiguo plano de todo lo que había en el parque cerrado. Hay que hacer una salvedad: sí se puede ingresar al restaurante La Muralla, con lo que solamente bajarán al parque quienes tengan dinero para pagar. La otra salvedad es que las rejas se han movido para permitir bajar hasta la estatua de Pizarro. Francamente no veo ningún sentido a que se haya tomado una decisión de este tipo. Nuevamente, no se veía huella de obra alguna. A pocos metros del parque, se encontraba hasta hace unos meses el Museo Afroperuano, que también cerró por la ineficiencia del Congreso de la República. Me alejé muy molesto del Parque de la Muralla pensando en todas las familias que habían perdido un espacio público agradable y seguro. Ojalá que la Municipalidad de Lima reaccione y devuelva el parque a los vecinos, a quienes jamás se consultó.
Posted on: Mon, 09 Sep 2013 18:16:55 +0000

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