LA CORRUPCIÓN: UNA BOLA DE NIEVE María Consuelo Niño - TopicsExpress



          

LA CORRUPCIÓN: UNA BOLA DE NIEVE María Consuelo Niño Vargas. Nota La doctora María Consuelo Niño Vargas es Contadora Pública y llanera de nacimiento, casanareña para más señas. Ha ocupado importantes cargos en la administración departamental y municipal los que ha desempeñado con idoneidad y decoro. Su vida se confunde con la pujanza de Casanare de convertirse en una sociedad desarrollada e incluyente y actualmente está al frente de significativos procesos sociales, especialmente con las mujeres, después de haber sido precandidata a la gobernación de su departamento en las pasadas elecciones atípìcas cumplidas el 16 de junio del presente año. Precisamente por ser algunos partidos verdaderas fábricas de avales María Consuelo Niño declinó la postulación que ciudadanos y ciudadanas le habían hecho desde distintas orillas. Comparte la visión de la Diversidad y el Progreso y respeta profundamente el estado Social de Derecho sabiendo, por supuesto, que en gran medida es letra muerta pero que constituye un horizonte en las conductas estatales y ciudadanas Y QUE HAY QUE APLICAR. En el presente artículo trata sobre un lastre que mata paulatinamente nuestra democracia: La corrupción. Autora: María Consuelo Niño Vargas Tratar el tema de la corrupción implica enfrentarse a una serie de imprecisiones que van desde el problema conceptual de su definición,la cual se entiende como todo uso ilegal de un cargo público para obtener beneficios privados, hasta la dificultad valorizadora desde la cual se considera la bondad o maldad del fenómeno; sin olvidar además, las dificultades que presenta la elaboración de una tipología, el análisis de sus causas y consecuencias, etc. Por ende es complicado llegar a un acuerdo sobre el alcance de estos elementos alrededor del tema, aún en sociedades de tradición moderna ya que para ello sería necesario partir de puntos de referencia comunes que permitan juzgar como corrupto un acto y como problema la corrupción. El tratamiento tradicional que hemos visto últimamente a este asunto es que ha generado dos polémicas: primero aquellos que consideran que la corrupción es un problema moral, una especie de herejía secularizada que atenta contra símbolos y valores fundamentales de la vida social y la otra es que existe la aproximación “legalista” que ve en la corrupción un hecho ilícito, la violación de una norma legal; específicamente, aquella que regula los deberes de los funcionarios públicos. Bajo este acápite se trata de dilucidar algunas de las múltiples causas atribuibles a la existencia de este fenómeno, que para el caso particular,podrían mencionarse a grandes rasgos: La ineficiencia, la mala calidad del control interno, la falta de un código de ética y responsabilidades aplicable a los funcionarios encargados del manejo de los recursos públicos, la inexistencia de un régimen severo de sanciones internas al interior de la administración que conlleve a castigar de manera ejemplar a quienes incurran en prácticas de corrupción, la débil o mejor, ausente participación de las organizaciones de veedurías ciudadanas en la tarea de la vigilancia de la gestión pública y porque no decirlo, la discrecionalidad con que se vienen manejando los grandes negocios con los recursos del estado, toda vez que el funcionario que tiene la discreción de definir una situación está en capacidad de ofrecer un resultado a cambio de un precio, con el riesgo de ser detectado por la instancias de la administración, al igual que el particular que soborna corre el mismo riesgo, pero si estas no existen, donde está el control y cuál es la garantía que tienen los ciudadanos? En ambos casos hay un triangulado en el que dos defraudan a un tercero que le ha otorgado la confianza a uno de ellos, en este caso el perdedor es el ciudadano del común, porque si el estado pierde este se afecta en la merma de sus beneficios en dineros que deberían estar siendo invertidos en sus necesidades más básicas. Todo esto ha redundado en que la corrupción haya estado manejando su propio lenguaje y por ende sus propios mecanismos de defensa haya ido legitimándose a través de los años con prácticas abusivas y descaradas como el reclutamiento, reparto y operación hasta el punto de conseguir que se inviertan valores sobre los cuales se supone que debería funcionar el sistema, convirtiéndose a los funcionarios más corruptos en el modelo, mientras que los honestos son marginados, discriminados y silenciados. Lo apabullante de este tema es que la corrupción es contagiosa, existen cargos y/o situaciones en los que esta tipificación está presente más que en otros, esa frase que a menudo se escucha: “ya no voy a ser más tonto(a) marcan las decisiones de funcionarios honestos que al ver que no pasa nada, entran en la rueda convirtiéndose la corrupción en una bola de nieve. Pero no todo es malo, el control ciudadano es sin duda alguna un elemento fundamental para enfrentar el problema de la corrupción, no necesita demostración la tesis según la cual la corrupción aumenta cuando menores sean las probabilidades de que el agente corrupto sea descubierto, y la fuerza del castigo sea previsible. Es bajo estos postulados que el constituyente del 91 consagró a Colombia como una democracia participativa, plasmó el principio de la soberanía popular y definió para el estado la obligación de “facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica y política y cultural de la nación”. En la misma carta política el concepto de veeduría ciudadana se dimensionó al reconocérsele importancia como medio de control social y como herramienta de gestión. Aun así sorprende que la sociedad teniendo estas herramientas que el mismo Estado le ha otorgado, mantenga una actitud pasiva frente al progresivo avance de la corrupción en la administración pública. Urgente y necesario es complementar la labor que vienen realizando los organismos de control mediante la vinculación activa de todos los estamentos de la sociedad civil de manera tal que se construya un muro de contención contra la avalancha de delitos que caracterizan la corrupción, recuperando así la credibilidad de todos los ciudadanos en sus instituciones y restaurando el patrimonio moral que nos legaron nuestros antepasados, porque no es socialmente justificable que delitos de la gravedad de la corrupción administrativa continúen en la impunidad con el alegre contubernio entre el estado, los partidos y la ciudadanía en general. Pero existe la posibilidad de permanecer sordos, mudos y ciegos como Shakira, de ser así, deberíamos retroceder la educación de los jóvenes para un futuro donde la cátedra más importante sea: La Corrupción.
Posted on: Sat, 17 Aug 2013 04:36:01 +0000

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