LA HISTORIA Y EL FIN Un hombre sostenía en sus brazos a su - TopicsExpress



          

LA HISTORIA Y EL FIN Un hombre sostenía en sus brazos a su primer y único hijo. Su esposa lo acompañaba sudando y respirando la alegría de haber concebido la vida en su vientre. Ambos reían, se miraban a los ojos y se besaban, olvidando por instantes que estaban solos, en medio de la nada, en una inmensa selva huyendo del régimen bélico que dominaba al mundo. -Aquí será nuestro hogar- decía el padre a su esposa mientras la acariciaba y sostenía a su hijo en brazos. –El cielo ha querido que nuestro hijo se forme del amor y a pesar del mundo caótico del que formamos parte, el há nacido en paz-. El padre le entregó el recién nacido a la exhausta madre y dijo: -Amada mía, has sufrido y pagado con tu sangre para que nuestro hijo vea a los ojos del rey sol, ahora te ruego, tomes en tus brazos a nuestro hijo y nuevamente lo protejas y le des vida; ahora me toca a mi, no podré en una vida pagarte el dolor que llevaste en ti para que hoy nuestro hijo exísta, pero en cambio, daré hasta el ultimo aliento de mi existencia a complacerte y a darte la vida amorosa y digna que en este mundo se ha perdido. Comenzaré ahora, la alegría que gobierna mi alma en este momento me hace sentir la fuerza de mil hombres. No te prometo construir un templo dígno de un dios, pero para tí mi reina, te concederé lo que mi cuerpo pueda soportar, te prometo que serás felíz y de eso me encargaré yo.- El padre tomó sus prendas, las arrancó de su cuerpo y con ellas hizo una cuna. Casi desnudo y con su cuerpo bañado en lodo y suciedad, comenzó a derribar un árbol tras otro con las pocas herramientas que llevaba consigo. Sus manos en ocasiones sangraban para sostener los troncos inmensos que derribaba, y con una pasión mas fuerte que la tempestad de un huracán, cortaba y levantaba, frente a los ojos de su amada, la morada en la que su hijo crecería rodeado de esperanza y páz. - Solo espero y dios le conceda a mi bebé no conocer la verdadera escencia del hombre, que lo guíe por la verdad.- Dijo la madre mientras levantaba con esperanza la mirada al cielo. -Solo hasta que sea hombre conozca este mundo en el que vivimos, este lugar al que yo llamaría infierno, y que sepa como continuar, sin adentrarse dentro de aquella errónea existencia que en otros gobierna.- Y así, a inicios del año 3015, nació un ser, un hombre, una persona, que al verse tan frágil e indefenso, era inimaginable pensar de lo que sería capáz. Sus ojos reflejaban serenidad. No existe mirada mas deslumbrante que la de un recién nacido observando por primera vez el mundo, revelando su inocencia y su despertad a la nueva vida que le ha otorgado el cielo, para existir, para vivir y para elegir el camino que seguirá su alma cuando su cuerpo ya no encuentre fuerzas para seguir. Lo primeros años de su existencia, rebozaban de cariño, su padre, le enseñaba cada día como convertirse en hombre, estaba junto a él mientras araba la tierra de la que obtenían alimento, y mientras desgranaba el maíz, le contaba de sus peligrosos recorridos por la selva para conseguir carne. Su madre estaba con el cuando su padre se ausentaba. Le enseñaba a tejer y a cocinar, le mostraba como curarse las heridas que por el simple hecho de ser niño, se ocasionaba de vez en cuando ,y en ciertas ocasiones, le platicaba de su fé en dios y de lo poco que conocía sobre su historia con los hombres en la tierra. Todos los días eran una bendición, era lo que la madre soñó, el niño vivía con una sonrisa en su rostro y no conocía la cruel realidad que era aquél mundo. La ciudad se encontraba a muchos kilómetros de allí, y nadie se atrevía a aparecer en aquellos lugares, nadie podía, todos eran obligados a existír aprisionados, a no rebelarse contra la idea de libertad de sus más poderosos líderes, obligados a una soledad en multitud y a creer en las más infames mentiras que regían sus vidas como leyes escritas en tinta y papel. La madre de vez en cuando le contaba historias para que el niño se durmiese temprano, y cuando se atrevía a contar más de lo que su mente pudiese sostener, comenzaba a detallar el cruél mundo del que ahora no formaban parte, hasta que su mirada quedaba perdida recordando las atrocidades que había apreciado. -¡Mamá!, ¡Mamá! – Le decía el niño moviendo su mano para despertarla del transe – Y después, ¿Qué pasó? –. La mujer sonreía, y para que su hijo no se diera cuanta que lo que decía era más que un cuanto, terminaba sus historias con el mismo final y con el mismo personaje. - Y fue entonces que la esperanza se volvió humana, tomó el amor que quedaba en el corazón de un pequeño niño, lo volvió arco y flecha y mientras elevaba su mirada a dios, ciegamente apuntaba al odio y la avarícia. Soltaba su mano y mientras el amor atravesaba una inmensa multitúd de hombres de ciencia, convertía la razón en polvo y llegaba a lo más profundo del alma del odio y caía saboreando su muerte lentamente; mientras, la avarícia lloraba a sus pies desvaneciéndose en el aire. – La madre sonreía observando al niño mientras quedaba recostado en su cama de mimbre y paja. Ya cuando el niño estaba a punto de quedar profundamente dormido, preguntaba: - ¿y quien era ese niño?-. -Eras tu hijo, recuerda que mientras haya amor, habrá esperanza y siempre se podrá acabar con el odio, que es el sentimiento que mas consume a los hombres cuando creen tenerlo todo.- Para cuando acababa la frase, el niño estaba completamente dormido y la mujer salía de la habitación silenciosamente con la vela que iluminaba el cuarto. - Dios te bendiga hijo, que solo èl sabe la verdad de tu camino. .:[Víctor Hugo]:.
Posted on: Tue, 27 Aug 2013 23:45:04 +0000

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