LA INERRANTE E INFALIBLE PALABRA DE DIOS "Entendiendo primero - TopicsExpress



          

LA INERRANTE E INFALIBLE PALABRA DE DIOS "Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo." 2 Pedro 1:20, 21 INERRANTE: Que no tiene errores. Es inerrante en los hechos históricos, y todo lo relacionado a la obra redentora. INFALIBLE: Significa que no engaña, no inducir a error, ser infiel, no traiciona. Entonces la idea es que la Escritura es precisa, exacta en los escritos originales en cuestiones de fe y conducta. PLENARIA: Significa “completa”, es decir, TODA, no partes, ni secciones. 2 Ti. 3:16. Destruye la idea de que la Biblia contiene la Palabra de Dios, es la Palabra de Dios. INSPIRACION: “ Es la operación especial y única en su clase del Espíritu Santo mediante la cual El guió las mentes de los escritores de las Escrituras en el acto de escribirlas» Para que nosotros podamos sostener la doctrina de la inspiración de toda la Escritura es necesario considerar algunos textos bíblicos. Empezamos por 2 Ti. 3:16 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,” Acá es el único lugar en el Nuevo Testamento que podemos ver la frase “Sagradas Escrituras” (2 Ti. 3:15). La frase “toda escritura” puede ser traducida por “cada Escritura” dando a entender que la Biblia es inspirada en todas y cada una de sus partes. Debemos tener presente que la palabra griega “inspirada” (theopneustos) proviene de la unión de otras dos palabras, (theos) que significa Dios, y (pneustos) del verbo (pneuo) que significa respirar. Puede decirse entonces que la Escritura proviene del respiro o aliento de Dios, del soplo de Dios. Algo importante es que Pneustos es también la palabra traducido para “Espíritu”, por lo que también podría decirse “la Escritura dada por Dios por medio del Espíritu”. Debemos prestar atención a 2 Pedro. 1:20, 21 “entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” Observando el contexto notamos que los vv. 17 y 18 Pedro nos habla de lo que vio y experimentó, en el vv. 20 nos afirma que lo escrito tiene mayor relevancia que lo experimentado. La palabra “movidos” (phero) es la idea de traer, pero en voz pasiva, “ser traído consigo, o ser llevado por otros”. El verbo “inspirados” en este texto nos enseña dos verdades muy importantes, primeramente que no llegó por la iniciativa humana, sino por aquellos hombres que tan pronto como fueron separados para este propósito “fueron llevados” por el Espíritu Santo. Para todos los propósitos prácticos, el Antiguo Testamento, escrito en hebreo, y el Nuevo, redactado en griego, pueden ser aceptados como la verdadera Palabra de Dios y una auténtica declaración de lo que Dios intentó comunicar al hombre.” El argumento de las profecías cumplidas es, indudablemente, una fuerte evidencia a favor de la inspiración de las Escrituras. Pero es igualmente contundente el hecho de que la Biblia es inerrante. He aquí un libro que comenzó a escribirse alrededor del año 1500 a. de C., cuando aún los pueblos y naciones de la tierra más avanzados estaban llenos de mitos y leyendas. Y sin embargo, la Biblia no tiene ningún error histórico, ningún error geográfico, ningún error científico. Como bien señalan Maxwell Coder y George F. Howe: “Las Escrituras mencionan grandes naciones, reyes, ciudades, pueblos, ligándolo todo con fechas y episodios específicos durante miles de años, sin cometer jamás ningún error” (cit. por Dickson; El Ocaso de los Incrédulos; pg. 348). Y aún sin ser un libro de ciencias, no deja de ser interesante ver cómo la Biblia nos provee incidentalmente ciertas informaciones de cosas que el hombre vendría a descubrir cientos de años más tarde. Por ejemplo, en Lv. 17:11 se nos dice que la vida está en la sangre; en Job 26:7 que la tierra está suspendida sobre nada; y en Ecl. 1:6-7 se describe el ciclo del agua (el proceso a través del cual el vapor de agua se condensa y se precipita como lluvia y como nieve, para entonces llegar al mar y de allí volver de nuevo a las nubes a través de la evaporación). Pero no sólo eso. El argumento interno a favor de la Biblia viene a ser más contundente cuando tomamos en cuenta la coherencia, armonía y unidad orgánica que la Biblia posee. Algunas personas atacan las Escrituras aduciendo el hecho de que fue escrita por hombres. Y ciertamente la Biblia no pretende haber descendido del cielo como un libro escrito directamente por Dios. La Biblia afirma más bien haber sido escrita por hombres inspirados por Dios. La Biblia es una recopilación de 66 libros que fueron escritos en un período de 1,500 años, a lo largo de 60 generaciones, por unos 40 autores distintos, en 3 continentes distintos y en 3 idiomas distintos. Para complicarlo un poco más, sus autores no sólo estaban separados unos de otros en el tiempo, en algunos casos por cientos de años de distancia, sino también por contextos culturales y vocacionales muy distintos. Entre los autores bíblicos encontramos reyes, pescadores, poetas, hombres de estado, soldados, sacerdotes, maestros, un médico, un pastor de ovejas. Pero para complicarlo todavía un poco más, la Biblia incluye en su contenido centenares de temas reconocidamente controversiales: la naturaleza del verdadero Dios, el camino de salvación, las normas éticas que deben regir la vida del hombre, el destino final de la humanidad, entre otros. Y sin embargo, la Biblia no sólo manifiesta una extraordinaria coherencia y armonía de principio a fin, sino también una perfecta unidad orgánica. Cuando hablamos de unidad orgánica nos referimos básicamente a ese tipo de unidad donde cada parte es necesaria para explicar y completar el todo. El cuerpo humano, por ejemplo, posee esa clase de unidad. Y lo mismo vemos en la creación. Esa misma coherencia, armonía y unidad que encontramos en la creación, de manera que todas las cosas creadas constituyen un universo (y no un “multiverso”), es la misma coherencia, armonía y unidad que encontramos en las Sagradas Escrituras. Eso resulta sencillamente imposible de explicar, a menos que una Persona (con “P” mayúscula, claro está) haya supervisado sabiamente a esos 40 autores durante esos 1,500 años, de modo que esos 66 libros constituyeran en realidad un solo libro: La Biblia, la Palabra infalible e inerrante de Dios.
Posted on: Tue, 02 Jul 2013 05:06:16 +0000

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