LA MUÑECA DE TRAPO. (CUENTO MESTIZO) - TopicsExpress



          

LA MUÑECA DE TRAPO. (CUENTO MESTIZO) Por: Wilfredo Federbach. La mañana soñolienta si´aguebaba sobre el vaporoso volcán; mientras tarariaba la madera de madroño un pájaro carpintero filudo. Las lomas pelonas; se vían como guacales de morro embrocadas en el talpetate del monte, y el cantón empezaba a chuloniarse quitándose la nagua de ñeblina. Guelia a yerbazal nativo y palo de ucalicto. La maraña se trepaba en la brisa y la mariposa de la vida les bailaba felicidá. Chilindrujes de redada escobiya y mejorana se tendían rendidas al paso. Los pedruscos apelmazados al suelo de la senda angosta; cascabeleaban el: _ ¡Tak, tak, tak, tak, tak, tak!_De los cascos de la yegua montaraz. A lo lejos la parva de chumpipes con su: _ ¡Glogloglogloglogloglogloglo!_ En el cantón todo puro, todo jumilde y todo jonroso. Casitas blancas que a la lejanía semejaban huevitos blancos de palomas en un nido. Los cantaros de barro se bañaban en los arroyuelos y las piedras pachas se pintorreyaban de ispuma. Habia un olorazo a jabon de cuche o de aceitunas moradozas. Los rayos de sol senchutaban en las nubes y el cielo comía algodón. Los cercos de palo de caulote con sus alambres mujosos; parecían arpa onde se bailaba la brisa molindera. Un desvelado tecolote se cruzaba el aire como puñal de plata hiriendo al viento; mientras la ajul ñebla comía añil y el Cepitío guineyo ó ceniza. El alto palmar de acurcuchaba; el tamarindo con sus cuchillos mohosos en el patio de las mañanas de la Capilla del Rosario; adornaba a la misa matutina con la hostia dominguera. Por la bajada dispuntaban las mozas madrugadoras refresquitas de agua de poza y con olor a nardo y jasmin. ¡Jlores entre jlores de rosaledas! El Chico; como siempre madrugador, paver que conseguía de bueno con las bichas y se ponía el mejor atuendo paque nítido lo chuliáse anque seya la chata Rosalina; a la que naíde liasía caso. O al menos el júnebre cura, paquentrara a la misa. _ ¡Chico! ¡O!_Metete padentro que ya vempezar la misa!_Le decia la Rosalina. Y como Chico nolimportaba quien deyas cayese en su amorío; (pues lo que quería era cayerle a más dialguna cipota). Se metía obediente ¡Ansimismo canta el espuelado gallo giro! El cantón siba isevenia polacuesta y por la barranca; de tarde, mañana y noche: de noche, mañana y tarde. A lo lejos el chagüite y un gran ojo diagua el lago. Un ganado mugía y romiaba; mientras siapercoyaba entre las trancas del paso falso, ¡Gueliya a kakevaca! Cercano a esos matochos de olor fresco a monte júmedo; vivía la Nana Chuz, que le decían nana, por la tanto cariño que le trái´ban. La nana criaba una cipota muy lista; ¡chiquindurria distatura! ¡Y reporruda la carambada! ¡Era una cipota melechuda, careta; pero reavispada la jodida! Siempre se mantenía porai la bicha; viendo quiacer en los menesteres y encomiendas, onde quiera que la mandara la Chuz. _ ¡Is´lora dir a la escuela Juana!_ Eran las repetidas palabras de la Nana Chuz a la Juanita porruda. _ ¡Hay jipota, jipota! ¡Púrese que la dejan juera!_Le decía en tono fuerte. La cipota salía a trote de pata cuta como cotuza entre cafetales. La nana Chuz era una hábil remendona de naguas, no hai´ba ni´una comue´lla en el cantón. Puesto que las mozas de lugar acudían pa´que nana Chuz les remendara más dia´lgun atuendo. Un día; llego en carroza chispeante una doña hacendada, pues quería una costura. Al ver a tan avispada criatura; de tanto encanto, le pidió a la nana Chuz que se la diera para que se juese con ella pa´laciudá. Pa´locual respondió la nana muy asustada: _ ¡Jeguro pué jum! ¡Dio cuarde aste! Esa jipota es la que miá´se las encomiendas como vera´ste_ Yasiá acostumbró al campo y si se va, si va sofocar y no tardara en pedirle que la retorne_. Concluyo. Pero como aquella doña estaba encantada de tan chispada bicha; le hizo la propuesta que se fueran pa´la ciudá, y le ayudaría para que pusiese un taller de remiendos. Tanto le insistió a la nana Chuz, que al final de cuentas la convenció y no tardaron días en que se cumpliera el cometido de la doña. Llegando ese tiempo señalado; la nana Chuz se monto a la bus con mas dia´lgun cachivache y entre los tanates de ropa la Juanita hai´ba metido el chucho aguacatero que apenas asomaba la narizota heladota, pareciendo peluche de ojos saltados. Pasaron las semanas y la jipota con la nana Chuz se acoplaron al lugar. La Juanita comenzo a estudeyar en un colegio de monjas guadalupanas que pareceyan refajo de elotes de milpa mal amarrados. O tamales pishques sin cordón umbilical en su cintura. Por supuesto que la cipota estaba estudiando en tan carisimo lugar, siendo auspeciada por la doña; y la nana Chuz fue mejorando su chamba de remiendos hasta convertirse en taller de costureriya. Era tan buena para las costuras que su fama se extendio por todas partes. Así fue como la Juanita estudeyaba por la mañana y a veces si´ba po´la tarde ayudar a los mandados a la doña. Una mañana de Abril; mientras las cigarras chillaban el violín por lo apretado de sus cuerdas; Como de costumbre la Juanita se fue a para la escuela. Esa escuela de ricachones estaba muy buen pintada, con azulejos coloridos y columnas de mármol; patio grande y una pilona refinada, que de tan cuadrada quera, de lejos fingía un marquezote de cemento pulido. Al llegar la Juanita; vio que sus compañeras habían llevado un retagil de muñecas muy bellas, de esas qui´acen suspirar la inocencia de las gueras. Ellas vestían con atuendos de tela finísima. Y cuando la Juanita quiso tocar una de ellas; se gano una vergüenza que se puso su carita redonda como jitomate chapudo. Su tristeza fue grande pues no tinia una muñeca así. _ ¡Mija! ¿Qué le pasa?_ Le preguntaba la nana Chuz. La Juanita se´cho a llorar como riyo quejumbroso de sal cristalina, al darse cuenta por Juanita de lo sucedido. Entonces la nana Chuz se sintió muy molesta y prometió darle una bella muñeca. _ ¡Ay mija!_ ¡Ya no chiye; ayo liaré una linda muñeca ya vera aste!_ Le dijo a su hijita greñuda. Esas palabras fueron un gran consuelo poniendo calma en la pequeña; mientras la nana Chuz via qui´aser pa´que la Juanita ya no pensara en el mal momento que le hicieron pasar sus compañeras. Toda la noche trabajo la nana Chuz, hasta el relumbro de la mañana. El cielo clareaba como ojo lloroso por la noche del igsonio, y la nana Chuz le había terminado una bella muñeca de trapo a la jipota Juanita. ¡Era repreciosa la jodida! Tenía la cara redonda igual que la Juanita y las greñas renegridas como el carbon de nacashcol. Era una muñeca de trapo muy porruda; pues tenia la barriga llena de algodón con pedacitos de tela. A la pequeña Juanita no le interesaba que la muñeca juese de muchos tonos de colores, pues hai´ba sido hecha de las hilachas de tela, de los desperdicios que quedaban de los remiendos en el taller. Entonces la Juanita lagarro de las mechas de azabache y por un momento siá´pio la matata pa´ contemplar tan hermosa muñeca. _ ¡Gracias Ma´Chuz!_ Fueron las palabras tan dulces de inocencia pueril de la tierna cipota. Esa mañana desteñía ceniza pa´coloriarse en acuarela salvaje Un Talapo se cruzaba el corajon del azulado cielo cual una flecha pincelosa del aigre fresco. La Juanita se echo la matata sobre su hombro y se fue alegre al colegio guadalupano. Al llegar; su ingenua mirada e inocente confianza; no le permetia ver lo que pasaba a su alrededor, y no fue sino, hasta que les mostró a las jotras niñas el regalo de la nana Chuz. Pero las muy taimadas gueras se echaron a la burla con locas carcajadas que menospreciaban el regalo que su nana le habia hecho a ella. La pobre Juanita no se hai´ba percatado que no era de su agrado la alegriya que ella tenia. Y las malvadas acordaron un dia que en un descuido li agarrariyan la muñeca de trapo para romperla a tijeratazos para lo cual no tardo mucho tiempo en suceder. Los días se iban a trote de potro galante; y el mes de Oitubre había llegado. Ya los cipotes se alistaban para salir del año escolar. Un dia como de costumbre; la Juanita siempre candida, llevaba su muñeca de trapo, y en un recreo la dejo olvidado en el cupitre. Las demás niñas tomaron la muñeca y la partieron en muchos pedazos. Cuando la Juanita entro; vio desperdigada su muñeca en docenas de hilachas regadas en el piso del aula. Ante la mirada projunda de la maishtra taconuda y de sus compañeras burlonas; se echo a llorar sin consuelo alguno. ¡Era su muñeca de trapo! Luego la Juanita quedo en pausado suspiro; y un silencio se dejo oyír sin decir nada y una brisa de aire mudo susurraba al óido de la pequeña, mientras sus ojitos de pacún le rebrillaban como estrellita respingada y opacada por un negro dolor de menosprecio. _ ¿Haber? ¿Quién jue la que causo esto?_ Pregunto la maishtra taconuda como chichimeca de rostro pintado. Pero aquella impresión fue tan grande; que la Juanita llego prendida en llama di calentura a su casa. La nana Chuz muy preocupada de lo sucedido la consolaba pero no habia consuelo pa´la jipota. Dejo de asistir a clases y se jue marchitando como hoja seca de amaranto que después de chapuda se pone pálida y reseca. Se volvió cual paja de establo, vana y sin no más peso. Apenas caña que se delgadeya disnutrida. El salón de clases ya no era el mesmo sin la dulce criatura; su cupitre opacoso y vacío y los gritos alegres de la Juanita ya no se oyian en los patios de recreo. Las demás jipotas muy tristes y arrepentidas de lo sucedido, planiaban quia´cer pa´mendar su´irror. Un dia se acordó que irían a la casa de la Juanita; y seria el lunes de la siguiente semana, cuando llego el dia señalado. Cada una de las jipotas llevaban consigo una de sus mejores muñecas pa´rigalársela a la Juanita; pero al llegar a la cabaña de la nana Chuz. La tosca puerta estaba abierta, y en frente la nana Chuz cabizbaja como buscando con la mirada hacia el suelo polvoso, una respuesta para su pena. Su mirada projunda se perdía en la brisa leve y el suspiro golpeaba su pecho hinchado de dolor. _ ¿Qué sucede nana Chuz?_ Le preguntaba la maishtra taconuda. La nana Chuz no respondía; y después de unos minutos soltó en llanto diciendo: _ ¡Sijue!_ ¿Quién y a donde?_ Preguntaba la maitra del colegio guadalupano. _ ¡Mija!_ ¡La Juanita!_ ¡Mi Juanita se jue con tata Dios!_. La maishtra se acerco dándole un abrazo fuerte y se solto una mar de llanto como un rio quejumbroso que da sus plaishtazos en las rocas ardido de furia y a la vez de dolor. La nana Chuz tenia entre sus brazos amarrado a su pecho otra muñeca de trapo; pues la Juanita queriya tener por ultima vez entre su pecho y tiernos brazos, otra bella muñeca de esas que tan solo su nana Chuz le podía hacer. En medio del llanto; las jipotas vieron a la Juanita recostada en su catre humilde, y puniéron alrededor de la tiesa Juanita, todas aquellas lindas muñecas. Se vian como una corona de jlores alrededor de la pequeña. Entonces la nana Chuz con projundo dolor, retearto suspiro, y ojos cristalinos de terneza resignada; se acerco con la muñeca de trapo y la puso en el pecho de la Juanita sujetándola por debajo de sus fríos bracitos. En ese momento; todo quedo en silencio para ese mes de Octubre, mientras un dolor rodeaba la cabaña. Y el recuerdo de cómo jue en vida la Juanita; voló a la par del viento. Por Wilfredo Federbach. Derechos Reservados. Nota: Si al leer el contenido, encuentra palabras del uso usual en el caló de nuestra habla castellana. No es con el fin de alimentar el morbo ni la mala crianza, sino; dar un enfoque de la idiosincrasia Salvadoreña, y muy buena parte del costumbrismo de nuestro terruño querido: ¡El Salvador y de nuestra bella gente! atte: El Autor. Wilfredo Arriola Federbach.
Posted on: Wed, 24 Jul 2013 23:37:44 +0000

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