LA NOCHE DE LOS TIEMPOS Una bruma sonámbula y cerrada –que camufla el horror y la tragedia para atraer los pasos del tumulto– ronda las calles de una historia, que transcurre en la noche de los tiempos. La multitud avanza. Donde sólo hay mazmorras y patíbulos percibe paraísos y tierras prometidas en que aromas y olores bizantinos disfrazan el hedor de los suplicios y fluorescentes tonos de turquesa, el carmesí azaroso de las mutilaciones. Un lote en celo de azules salamandras se enrojece en el cieno de los caños y una histeria de anfibios –que un niño ensarta con un palo de chonta– bufa notas secretas a la luna, mientras en un sabueso, un cadáver despierta aletargados genes prehistóricos. Y un lago cristalino poblado por polícromas criaturas y corales y anémonas fluviales, es el mero espejismo de un pantano de aguas turbias y ardientes en que se hacinan cuerpos mutilados, perfilados de plata por la luna. Cuando amanezca sólo quedarán las cenizas y el humo de las crónicas. DN
Posted on: Mon, 02 Sep 2013 02:44:20 +0000
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