LA PESCA _La bola ígnea pendía del techo del mundo como un incendio sin control. La temperatura parecía ser de cuarenta grados, mínimo. La chomba verde de Rigo era una sola mancha de sudor, que atraía a todo tipo de dípteros, desde moscas, pasando por los consabidos jejenes, hasta señorones mosquitos. El Off, para colmo, había extraviado ya su efectividad; e intentar aplicarse nuevas capas era en vano. La aguanosidad que emanaba a través de su epidermis repelía y anulaba el potaje. Repelía la absorción de este y anulaba su cometido. Por lo tanto, no correspondía el gasto. Así que Rigo desistió de ello luego de un rato y se dedicó a espantarlos con humo. Fumaba un cigarro tras otro, dando lumbre al nuevo con la colilla del esfumado, del caído en batalla, en Pulmónlandia. Ocasionalmente también daba un par de pitadas a un grueso porro, que lo había acompañado desde la casita de alquiler en la calle Los Pepinos al 496, y que no era más que otro punto-y-maza con el cual derruir los cimientos de su otra vida: la feliz, como una lombriz. _Esto le hizo recordar la línea de pesca. Miró al aparejo. La tanza estaba tensa como la cuerda de un arpa. La caña daba suaves cabezaditas por efecto de la correntada y parecía asentir: "Sí, señor. Sí, señor. Sí, señor." En menos de una hora ya había renovado el cebo incontable de veces, pero los culiados peces se negaban a picar. Tal vez querían a las lombrices con mayonesa, pensó con sorna. Luego lo exteriorizó: _-Hey, Ahab, ¿qué, las quieren con aderezo? -preguntó a la caña. "Sí señor, sí señor, sí señor", dio a entender la aludida. _Oyó voces río arriba. _Rigo se hallaba en una zona poco frecuentada del Perca, una zona hostil, de difícil acceso, y enmarañada como un pulóver de lana picosa. _Nueva cháchara río arriba y esta vez límpida como llamada telefónica en plena Era Celular. _Una voz nasal, de índole post-resfriado: _-Se te enredó, boludo. _Risas y a continuación, ofuscada, otra voz: _-Ya me di cuenta, genio. Pero "gracias" por avisarme que hay enganche acá, eh. _A Rigo le gustaba el sitio en el que estaba, pue así evitaba toparse con otros pescadores, que parecían casi todos salidos de alguna película de la trilogía de Tolkien, "El señor de los anillos", o con meros paseantes, estos sí, todos y sin lugar a dudas, personajes tolkienses, y que le arrebataban de su tranquilidad. Era egoísta quizás, pero era lo que él deseaba. Paz y tranquilidad, quietud y soledad. Se acercó a la caña y comenzó a enrollar la tanza. Los tres anzuelos que usaba no habían sido alterados. Pudo notarlo ni bien emergió el tramo del agua. Y el engazamiento que había hecho en estos se veía incólume, lo notó al instante, pese al blando cieno. Y las lombrices, a pesar de la lama que las recubría, se manifestaban intactas. No había pique. Menuda porquería. _Decidió, tras manotear y abrir la segunda botella de vino, probar suerte (a esa vil peliaguda) un poco más abajo. _En tanto caminaba ladera bajo, río arriba continuaban las chacotas. EL AJUSTE (...continua...)
Posted on: Wed, 11 Sep 2013 04:32:05 +0000