LA VERDADERA HISTORIA DEL FLORERO DE LLORENTE POR LUIS JESUS SOLIS - TopicsExpress



          

LA VERDADERA HISTORIA DEL FLORERO DE LLORENTE POR LUIS JESUS SOLIS GOMEZ Lo que pasó el 20 de julio de 1810, ha sido una historia bien contadita desde las aulas, con héroes y villanos, buenos y malos: los buenos, los criollos; los malos, los chapetones. El personaje del día es Antonio Villavicencio, representante de La Nueva Granada en el Consejo de regencia que viene a visitar a los patriotas de Santa fe y éstos se aprestan a rendirle un homenaje por lo cual necesitan un florero. Pero el infame chapetón, José González Llorente se ha negado a prestar el florero porque a quien van a rendir el homenaje es un americano y el chapetón ha dicho en forma grosera que “se caga en los americanos”. Por eso se armó la revuelta, eso es lo que nos han contado los textos de historia y los profesores que no hacen otra cosa que repetir lo que dicen estos textos. Pero que fue lo que realmente sucedió el 20 de julio de 1810?. Pues que ni siquiera hubo un verdadero grito de independencia como lo dicen esos textos, sino que los criollos temerosos de que Bonaparte decidiera invadir a América, traicionaron al pueblo e hicieron alianza con el virrey. Otra cosa hubiera sucedido si hubiese estado presente el precursor Antonio Nariño en Santa fe de Bogotá, pero en esos momentos el precursor se encontraba prisionero en Cartagena donde a pesar de que los criollos ya había tomado el poder se hicieron los de la vista gorda y no quisieron darle la libertad . Indalecio Liévano Aguirre afirma en su libro LOS GRANDES CONFLICTOS SOCIALES Y ECONÓMICOS DE NUESTRA HISTORIA, que no hubo tal grosería del chapetón José González Llorente, pero como los criollos necesitaban armar el alboroto , le habían dicho al sabio Francisco José de Caldas que saludara al chapetón lo cual iban a utilizar los Morales para golpear al español con el pretexto de que no había saludado a Caldas. Sólo faltaba quien le pusiera el cascabel al gato, exclamó el alcalde José Miguel Pey, pero ojalá no nos vayan a picar las avispas después de torear el avispero, dijo el patricio Camilo Torres, y agregó: no se olviden de los comuneros. Y buena razón tenía don Camilo porque la turba estaba enfurecida y asaltaron las casas de los oidores Alba y Frías, pero también se acordaron de algunas cuentas pendientes que tenían con algunos miembros del patriciado criollo y atacaron también algunas de sus viviendas, por lo cual los principales optaron por esconderse en sus casas. Pero con lo que no contaban los criollos es que las masas populares necesitan la dirección de una o varias voces líderes para continuar en la lucha, de manera que al no ver a los que iniciaron la revuelta, los campesinos se fueron retirando hacia sus casas y la plaza fue quedando sola y la revuelta fue mermando su fuerza hasta que a las 5 de la tarde, ya eran muy pocas las personas que quedaban y las autoridades empezaron a retomar el control de las calles. Este hecho hizo temer al patricio don José Acevedo y Gómez, que se viniera ahora sí, la represión de los españoles contra los dirigentes de la revuelta, ya que los principales no se encontraban por ningún lado y lo que se venían eran las represalias del virrey y los oidores, así se convirtió don José Acevedo en el tribuno del pueblo, saliendo al balcón para llamar a los patricios a conformar una junta de gobierno que continuara el movimiento y lo que muchos hemos dado en pensar que fue un gran acto de valor al calor de la lucha, fue más bien un grito de angustia por la posible pérdida del movimiento: “si perdéis estos momentos de efervescencia y calor, dijo el tribuno, si dejáis pasar esta ocasión única y feliz, antes de 6 horas seremos declarados como insurgentes, ved las cadenas y los grillos que os esperan”. Otro patriota que levantó su voz en busca de salvar la lucha fue el escribano de la expedición botánica, José María Carbonell, quien con la ayuda de Barbarita, una ilustre patriota de la cual se ha hablado muy poco, recorrieron las calles de San Victorino, llamando a los bogotanos a salir a la plaza a protestar y a exigir que se convocara a un cabildo abierto, ya que Carbonell temía que por segunda vez los criollos traicionaran al pueblo. De esa manera a las 7 de la noche llegaron a la plaza unos 9 mil bogotanos que exigían cabildo abierto pero al no ser escuchado por los criollos, Carbonell se dirigió con el pueblo hasta el palacio del Virrey donde ante la presión de la masa le permitieron a Carbonell entrar a hablar con el virrey, con el cual se trabó una fuerte discusión que hizo pensar al español que debía aceptar el diálogo pero no con Carbonell sino con la oligarquía criolla que le había ofrecido la presidencia de la junta. Así se consumó ese día por segunda vez, la traición de la oligarquía contra el pueblo. Los criollos juraron ante el virrey derramar hasta la última gota de sangre por defender a su católica majestad, el rey Fernando VII y Sámano sacó la tropa para masacrar al pueblo, masacre que no se dio afortunadamente, por que los soldados se negaron a obedecer la orden de disparar que les había dado el Comandante.
Posted on: Sat, 20 Jul 2013 03:38:17 +0000

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