LAS CARTAS DE DON LOPE EPILOGO Ya sé, estimado lector, que - TopicsExpress



          

LAS CARTAS DE DON LOPE EPILOGO Ya sé, estimado lector, que estas cartas que encontré en la casa de los Garnica de Potosí, después de leídas, te parecerán una mostrenca invención de este autor, más falsas que la falsa moneda de la copla. Pero como dijo el otro, puedo prometer y prometo que las encontré donde dije y que no han sido objeto de otra alteración que la propia traducción, aunque ya se sabe que donde hay traducción siempre hay traición. Pero las cartas están ahí, y ellas mismas son la mejor prueba de su verdad y de su existencia. Puedo admitir que se me ha podido ir la mano en algunas expresiones, y que como autor narrativo soy más bien proclive a la fantasía, pero juro por lo más sagrado, que estas cartas son las originales que estaban en el baúl de la abuela y que lo que digo que dicen, es más o menos lo que pone en ellas. Además hice mención a que se encuentran depositadas en el archivo de Documentos Históricos de la Biblioteca Koldo Mitxelena de la Diputación Foral de Guipuzkoa en la ciudad de San Sebastián, donde cualquiera puede acceder a verlas y leerlas, pues se encuentran digitalizadas y son de consulta pública y abierta. Recientemente se puede incluso acceder a ellas a través de la web: kmliburutegia.net. En fin, que no hay motivo para pensar que intente colarlas de matute….¿Para qué iba hacerlo?...¿Por gloria?...¿Por fama?...¿Por dinero?...Soy demasiado viejo y he vivido harto como para que ya esas cosas me tienten… aunque cualquiera sabe. Mi madre solía decir: piensa mal y acertaras. Así que disculpo por anticipado a la gente que lo haga y más teniendo en cuanta como andan de mal las cosas por aquí últimamente. En cuanto a las armas que deje colgadas en nuestra casa de Tarija, me parece que lo justo es que continúen donde están. Así, una parte de los pocos objetos que quedan de la herencia de Don Lope estarán en su tierra de origen, el País Vasco, y otra en la de adopción, el Alto Perú. Me parece un reparto justo. El baúl que finalmente nos regaló la abuela, y que como comente llevaba repujados en su cuero, los lobos del apellido Lope, se lo hemos regalado a su vez a nuestras dos pequeñas, para que conserven en él, los restos rescatados de sus orígenes y guarden sus más preciados sueños. Don Lope es uno de esos personajes anónimos que, como tantos otros, se perdió en los entresijos de la historia colonial americana, de la que hoy abundan interpretaciones y valoraciones, pues para unos fue descubrimiento y civilización y para otros genocidio. Seguir su trayectoria no es para el historiador tarea fácil, pero las cartas que he descubierto, me parecen de suficiente interés como para que en el país Vasco, en España y en América, las administraciones, las universidades y los intelectuales que se ocupan de la Historia de la Colonia, abran una investigación sobre él. A tal fin, y aunque no soy historiador y sólo me haya limitado a levantar el velo que cubría al personaje, me voy a permitir, dar algunas orientaciones para facilitar el trabajo a aquellos que con más conocimientos y disciplina que yo, se animen a recorrer el camino de su reconstrucción. El primer lugar se tendría que estudiar la posible estela dejada por Don Lope en la villa de Subijana de Álava y en su entorno geográfico, persiguiendo el apellido compuesto Lope de Subijana o Subixana, una característica ésta, la del apellido compuesto, que se da de manera bastante habitual en aquella zona y que ha traído arduos debates entre los aficionados al mundo de la heráldica y la genealogía sobre su origen, ya que al ser a Llanada alavesa tierra recuperada a los moros, se repobló con gentes traídas de otros lugares (incluso de fuera de la península) entre los que debían hallarse los López, de origen probablemente gallego y que añadieron a su patronímico el nombre del lugar donde se asentaron. Desconozco como fueron los años de la infancia y mocedad de Don Lope, pero a pesar de la hidalguía de la que él presumía, la nueva radicación como colonizadores de su familia en tierra alavesa, permitiría aventurar un posible origen más bien humilde. Por eso me inclino a pensar que, como tantos otros, ya desde muy joven se sumaría a la carrera de las armas, recorriendo a sueldo en alguno de los tercios, los diferentes territorios que por entonces estaban en litigio en Europa. En ese sentido se orienta el dato que se desprende de una de sus cartas, donde menciona que estuvo batallando en tierras de Tunicia, presumiblemente contra el turco o contra sus aliados los piratas berberiscos, que por entonces infestaban y saqueaban él Mediterráneo, ¿Cuándo dio el salto al nuevo mundo?... En los listados de pasajeros que a través de Cádiz y Sevilla accedían a las Indias, he comprobado que entre muchos Lope, Lope de… y López, no aparece ningún Lope de Subixana… ¿Iría con otro nombre?...Quizá, pero nuestro personaje era demasiado orgulloso para renunciar al suyo y a su estirpe vascongada. Así que no lo creo. También es verdad que, muchos vascos, se embarcaban como marinos en las naos de armadores y comerciantes vizcaínos y guipuzcoanos que, hacían la carrera de las indias con cargas de hierro elaborado y que salían de los puertos cántabros directamente para la colonia con escaso control desde Cádiz o Sevilla y se acababan quedando, sin el debido permiso, para hacer fortuna en la otra parte del charco. Ese debió ser probablemente el caso de Don Lope, ya que tampoco he encontrado, el más mínimo indicio o referencia a expedición alguna que encabezara su Señor, el ruin y traicionero Don Gracián Ramírez, quien le dio la vuelta al bueno y confiado de Don Lope birlándole la moza. En cuanto a este personaje que al parecer ostentaba los títulos de Conde del Valle de La Concepción y Marqués de los Campos de Solana, es como si estuviéramos tratando con un fantasma, pues de él no he encontrado absolutamente nada, después de haber expurgado a conciencia en los archivos españoles y lusos, incluidos los de la Inquisición. Por otra parte, los títulos que ostenta, no aparecen en los listados, textos, diccionarios y enciclopedias de genealogía y heráldica conocidos, lo que resulta cuando menos sorprendente, pues es harto difícil que se escapen títulos tan sonoros a la tenacidad y constancia de los ratones de bibliotecas y archivos que se dedican a esta clase de asuntos… ¿Existió realmente el personaje de Gracián Ramírez, o se equivoca al llamarlo con este nombre el por entonces obnubilado Don Lope?... Yo me inclino a pensar que existió y que efectivamente ese era su nombre. Pero por las dudas que, de pasada, deja caer el hidalgo vasco sobre los títulos que ostentaba el tal Don Gracián, éste, bien pudo ser alguno de aquellos aventureros de orígenes oscuros, que tanto se daban por aquellos años en la colonia y que con los dineros conseguidos a cualquier precio en aquel convulso nuevo mundo, lavaban sus orígenes creándose una nueva identidad acorde con sus necesidades de promoción en la sociedad colonial, donde acababan consolidándose como hidalgos o nobles, hasta el punto de llegar a armar, en ocasiones, documentados e irrebatibles expedientes de limpieza de sangre, que con dinero fresco por aquí y por allá, compraba testimonios, cambiaba fes de bautismo, tornaba ancestros de pobres siervos campesinos en hidalgos con casa trocal y mudaba oscuros pasados en brillantes y antiguas herencias de abolengo. Sobre tal personaje he dicho que no he encontrado nada, pero en honor a la verdad, tengo que reconocer que si he encontrado algo, aunque quizá no signifique nada. En cualquier caso, merece ser calificarlo de sorprendente, pues los dos títulos de los que venimos hablando, se corresponden con sendas marcas de vinos elaborados actualmente en Tarija (recordemos, ciudad de fundación y frontera del antiguo Alto Perú) por dos bodegas que a su vez llevan aquellos nombres, y que por cierto elaboran unos vinos con una calidad más que digna. Mi curiosidad me llevó a indagar en lo que, a primera vista, no pasaba de ser una simple coincidencia, pero pronto quedo en nada, pues ambos bodegueros ofrecieron explicaciones sencillas y razonables, sobre el motivo por el que habían escogido aquellos nombres. El de La Concepción se debía al nombre del Valle donde se asentaba la bodega y sus viñedos, que a su vez se correspondía con el de la villa que hacía de cabecera y cuyo nombre obviamente provenía de la Virgen de la Concepción patrona de la población. El de Campos de Solana era más chusco, pues sencillamente se lo había inventado el bodeguero, buscando un nombre sonoro que tuviera ciertas reminiscencias castellanas viejas. En cualquier caso, curiosas coincidencias… ¿verdad?... que si bien no ofrecían gran cosa para la reconstrucción histórica, de seguro que si para la ficción literaria. En fin ahí queda eso. La segunda ciudad fundamental por varios motivos (el primero porque en ella aparecen las cartas) para indagar la trayectoria vital de Don Lope, es Potosí y en concreto los primeros años del siglo XVII cuando los Garnica llegan a la villa Imperial, donde pasaron a formar parte del grupo fundacional de la Cofradía de Arántzaçu. Potosí era por entonces una de las ciudades más pobladas y más ricas del mundo conocido, donde ya he comentado, gobernaban los vizcaínos, en cuya historia de la colonia, por cierto, me he metido de cabeza con la disparatada intención de escribirla. Pues bien en los archivos de La Casa de la Moneda de esta ciudad, así como en el Archivo Nacional de Sucre, no aparece nada de la llegada y estancia en la ciudad de Don Lope, con excepción de las capitulaciones matrimoniales con una tal María Garnica (que resultan muy sucintas, pues no hay detalle de bienes aportados al matrimonio, lo que presupone una cierta humildad económica por parte de ambas familias) y también con motivo de la causa levantada contra él, por el asesinato de un capitán vicuña. Pero ahí empieza y acaba todo. La tercera ciudad es Foz de Iguaçu, donde se desarrolla el cuerpo principal de la historia. De aquella fortaleza en litigio entre portugueses y castellanos, no quedan restos a la vista, y si existen, se los ha comido, quizás para siempre, la selva. Los archivos de la actual municipalidad, son del siglo XIX y en consecuencia no pueden aportar nada al caso que nos ocupa, aunque existen algunas menciones al poblado original que levantaron los jesuitas en su política de reducciones y que parece ser fue barrido por los bandeirantes portugueses. Y por último está Manaos (en portugués Manaus) la ciudad situada en la confluencia del Rio Negro con el Amazonas, donde Don Lope muere en una fecha desconocida y donde cuyos restos vuelven presumiblemente a la tierra, en una tumba sin nombre. Dudo mucho que de aquella aldea de cañas y palma, a que Don Lope hiciera mención en la última de sus cartas, quede algo más que polvo, después de las transformaciones profundas experimentadas por aquella ciudad y su territorio circundante, con motivo de la locura general que conllevó la explotación del caucho. No nos podemos olvidar de Doña Brígida de Sousa o Xousa, la dama de la que Don Lope se enamorará hasta las cachas. Pues bien, de ella tampoco he encontrado el más mínimo rastro en el Archivo General de Indias de Sevilla ni en los archivos lusos y brasileños de la colonia. Así que poco más, que lo que se desprende de las cartas, puedo decir sobre ella. Y esto es todo lo que hay. Tengo que reconocer, que no es como para animar a cualquiera. A mí, sin embargo el tema me ha llegado a obsesionar, hasta que me he desfondado física y económicamente, pues los continuos viajes a un lugar y a otro han dejado mi economía temblando y a mi mujer con unos morros que le llegan al suelo. Así que abandono. Lo cuento y abandono, a la espera de que algún valiente coja el testigo Lo que por encima de todo, a mí más me ha llamado siempre la atención y me ha arrastrado en esta historia es, el desbordante sentimiento del amor que se desprende de estas cartas, que parece más propio del romanticismo europeo del siglo XIX que del siglo XVII colonial. En este sentido Don Lope es un adelantado en la forma moderna de vivir el sentimiento amoroso, pues en su época, el amor no era, como ahora se entiende, un a priori que todo lo podía, sino algo que surgía después (cuando surgía) supeditado al contrato social matrimonial de conveniencia que, protegía los bienes y las fortunas de las partes, para sumándolas, ampliar la riqueza, y engrandecer el prestigio y el poder del grupo y de la estirpe familiar. Lo que prueba que, la pasión amorosa, al margen de condicionamientos, tradiciones y jerarquías sociales, es un sentimiento, a veces subterráneo en el decurso de la historia, que si bien no lo puede todo, lo puede mucho, y por el que la gente vive, goza, malvive, traiciona, asesina y muere, de manear parecida en todos los lugares y en todas las épocas a lo largo de los tiempos.
Posted on: Sat, 03 Aug 2013 17:46:46 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015