LECTURA DEL AÑO BÍBLICO DEL PLAN ENCUENTRO I VIERNES 28 DE - TopicsExpress



          

LECTURA DEL AÑO BÍBLICO DEL PLAN ENCUENTRO I VIERNES 28 DE JUNIO DEL 2013 DESEADO DE TODAS LAS GENTES, PÁG. 384-387. Los discípulos escuchaban mudos de tristeza y asombro. Cristo había aceptado el reconocimiento de Pedro cuando le declaró Hijo de Dios; y ahora sus palabras, que anunciaban sus sufrimientos y su muerte, parecían incomprensibles. Pedro no pudo guardar silencio. Se asió de su Maestro como para apartarlo de su suerte inminente, exclamando: "Señor, ten compasión de ti: en ninguna manera esto te acontezca." Pedro amaba a su Señor; pero Jesús no le elogió por manifestar así el deseo de escudarle del sufrimiento. Las palabras de Pedro no eran de naturaleza que fuesen de ayuda y solaz para Jesús en la gran prueba que le esperaba. No estaban en armonía con el misericordioso propósito de Dios hacia un mundo perdido, ni con la lección de abnegación que Jesús había venido a enseñar por su propio ejemplo. Pedro no deseaba ver la cruz en la obra de Cristo. La impresión que sus palabras hacían se oponía directamente a la que Jesús deseaba producir en la mente de sus seguidores, y el Salvador fue movido a pronunciar una de las más severas reprensiones que jamás salieran de sus labios: "Quítate de delante de mí, Satanás; me eres escándalo; porque no entiendes lo que es de Dios sino lo que es de los hombres." Satanás estaba tratando de desalentar a Jesús y apartarle de su misión; y Pedro, en su amor ciego, estaba dando voz a la tentación. El príncipe del mal era el autor del pensamiento. Su instigación estaba detrás de aquella súplica impulsiva. En el desierto, Satanás había ofrecido a Cristo el dominio del mundo a condición de que abandonase la senda de la humillación y del sacrificio. Ahora estaba presentando la misma tentación al discípulo de Cristo. Estaba tratando de fijar la mirada de Pedro en la gloria terrenal, a fin de que no contemplase la cruz hacia la cual Jesús deseaba dirigir sus ojos. Por medio de Pedro, Satanás volvía a apremiar a Jesús con la tentación. Pero el Salvador no le hizo caso; pensaba en su discípulo. Satanás se había interpuesto entre Pedro y su Maestro, a fin de que el corazón del discípulo no fuese conmovido por la visión de la humillación de Cristo en su favor. Las palabras de Cristo fueron pronunciadas, no a Pedro, sino a aquel que estaba tratando de separarle de su Redentor. "Quítate de delante de mí, Satanás." No te interpongas más entre mí y mi siervo errante. Déjame llegar cara a cara con Pedro para que pueda revelarle el misterio de mi amor. Fue una amarga lección para Pedro, una lección que aprendió lentamente, la de que la senda de Cristo en la tierra pasaba por la agonía y la humillación. El discípulo rehuía la comunión con su Señor en el sufrimiento; pero en el calor del horno, había de conocer su bendición. Mucho tiempo más tarde, cuando su cuerpo activo se inclinaba bajo el peso de los años y las labores, escribió: "Carísimos, no os maravilléis cuando sois examinados por fuego, lo cual se hace para vuestra prueba, como si alguna cosa peregrina os aconteciese; antes bien gozaos en que sois participantes de las aflicciones de Cristo; para que también en la revelación de su gloria os gocéis en triunfo." (1 Pedro 4:12,13) Jesús explicó entonces a sus discípulos que su propia vida de abnegación era un ejemplo de lo que debía ser la de ellos. Llamando a su derredor juntamente con sus discípulos a la gente que había permanecido cerca, dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame." La cruz iba asociada con el poder de Roma. Era el instrumento del suplicio mortal más cruel y humillante. Se obligaba a los más bajos criminales a que llevasen la cruz hasta el lugar de su ejecución; y con frecuencia, cuando se la estaban por poner sobre los hombros, resistían con desesperada violencia, hasta que quedaban dominados y se ataba sobre ellos el instrumento de tortura. Pero Jesús ordenaba a sus discípulos que tomaran la cruz para llevarla en pos de él. Para los discípulos, sus palabras, aunque vagamente comprendidas, señalaban su sumisión a la más acerba humillación, una sumisión hasta la muerte por causa de Cristo. El Salvador no podría haber descrito una entrega más completa. Pero todo esto él lo había aceptado por ellos. Jesús no reputó el cielo como lugar deseable mientras estábamos perdidos. El dejó los atrios celestiales, para venir a llevar una vida de oprobios e insultos, y soportar una muerte ignominiosa. El que era rico en los inestimables tesoros del cielo se hizo pobre, a fin de que por su pobreza fuésemos enriquecidos. Hemos de seguir la senda que él pisó. El amor hacia las almas por las cuales Cristo murió significa crucificar al yo. El que es hijo de Dios debe desde entonces considerarse como eslabón de la cadena arrojada para salvar al mundo. Es uno con Cristo en su plan de misericordia y sale con él a buscar y salvar a los perdidos. El cristiano ha de comprender siempre que se ha consagrado a Dios y que en su carácter ha de revelar a Cristo al mundo. La abnegación, la simpatía y el amor manifestados en la vida de Cristo han de volver a aparecer en la vida del que trabaja para Dios. "El que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio la salvará." El egoísmo es muerte. Ningún órgano del cuerpo podría vivir si limitase su servicio a sí mismo. Si el corazón dejase de mandar sangre a la mano y a la cabeza, no tardaría en perder su fuerza. Así como nuestra sangre vital, el amor de Cristo se difunde por todas las partes de su cuerpo místico. Somos miembros unos de otros, y el alma que se niega a impartir perecerá. Y "¿de qué aprovecha al hombre --dijo Jesús, -- si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?" Más allá de la pobreza y humillación del presente, él señaló a sus discípulos su venida en gloria, no con el esplendor de un trono terrenal, sino con la gloria de Dios y las huestes celestiales. Y entonces, dijo, "pagará a cada uno conforme a sus obras." Luego, para alentarlos, les dio la promesa: "De cierto os digo: hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su reino." Pero los discípulos no comprendieron sus palabras. La gloria parecía lejana. Sus ojos estaban fijos en la visión más cercana, la vida terrenal de pobreza, de humillación y sufrimiento. ¿Debían abandonar sus brillantes expectativas del reino del Mesías? ¿No habían de ver a su Señor exaltado al trono de David? ¿Podría ser que Cristo hubiera de vivir como humilde vagabundo sin hogar, y hubiera de ser despreciado, rechazado y ejecutado? La tristeza oprimía su corazón, por cuanto amaban a su Maestro. La duda acosaba también sus mentes, porque les parecía incomprensible que el Hijo de Dios fuese sometido a tan cruel humillación. Se preguntaban por qué habría de ir voluntariamente a Jerusalén para recibir el trato que les había dicho que iba a recibir. ¿Cómo podía resignarse a una suerte tal y dejarlos en mayores tinieblas que aquellas en las cuales se debatían antes que se revelase a ellos? En la región de Cesarea de Filipos, Cristo estaba fuera del alcance de Herodes y Caifás, razonaban los discípulos. No tenían nada que temer del odio de los judíos ni del poder de los romanos. ¿Por qué no trabajar allí, lejos de los fariseos? ¿Por qué necesitaba entregarse a la muerte? Si había de morir, ¿cómo podría establecerse su reino tan firmemente que las puertas del infierno no prevaleciesen contra él? Para los discípulos, esto era, a la verdad, un misterio. Ya estaban viajando por la ribera del mar de Galilea hacia la ciudad donde todas sus esperanzas quedarían destrozadas. No se atrevían a reprender a Cristo, pero conversaban entre sí en tono bajo y pesaroso acerca de lo que sería el futuro. Aun en medio de sus dudas, se aferraban al pensamiento de que alguna circunstancia imprevista podría impedir la suerte que parecía aguardar a su Señor. Así se entristecieron y dudaron, esperaron y temieron, durante seis largos y lóbregos días.
Posted on: Fri, 28 Jun 2013 03:28:27 +0000

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