LIKE MARÍA S. RAVENWOOD!!! Fragmento 3, María (2 de Mayo de - TopicsExpress



          

LIKE MARÍA S. RAVENWOOD!!! Fragmento 3, María (2 de Mayo de 1998, alrededores de Hogsmeade. Día de la Batalla final) Pasó sistemáticamente sus largos dedos entre las ondas negras que conformaban su larga melena, los estiró, peinó y alisó, con paciencia, casi como si fuese un ritual, acomodándolos finalmente en una tirante cola de caballo a la altura de su nuca. Sintió como Pygmalion se removía irritado alrededor de su cuello, sin duda molesto por la privación de la capa de calor que sus ondas negras le había proporcionado hasta el momento. Acarició suavemente el lomo del armiño blanco para tranquilizarlo al tiempo que intentaba orientarse en el bosque aledaño al pueblo de Hogsmeade. Sabía que lo más seguro sería llegar lo más cerca posible de la taberna Cabeza de Puerco sin salir del abrigo que los árboles le proporcionaban, pero el conseguir orientarse con éxito entre aquellos clones de clorofila le resultaba totalmente fuera de sus posibilidades…todo aquel entorno se le antojaba idéntico! ¿Tendría que haber torcido en el 1º claro que vio a la derecha o quizás tomar el noreste en el pequeño riachuelo que acababa de sortear? Se mordió el interior de la mejilla con frustración mientras imaginaba las burlas que Fred y George le dirigirían si estuviesen allí. -“Hasta un hipogrifo ciego se orienta mejor que tú, María”- canturrearían los molestos pelirrojos mientras le tiraban le sus rizos…el dolor penetrante de la nostalgia la invadió como la presencia aciaga de un dementor…Fred, George, Luna, Harry, Hermione, Theo...contuvo un escalofrío cuando el nombre que nunca se permitía recordar, se coló en su mente…hacía meses que no sabía nada de él …de ninguno de ellos, sólo rumores, historias inconexas sobre muertes y mortifagos, desapariciones y esperanzas, era lo último que le quedaba desde aquella fatídica noche en la que el director de Hogwarts se precipitó al vacío desde la Torre de Astronomía junto con todo lo que había dado por sentado en su vida: el lugar que ocupaba Theo en ella, la lealtad que sentía por Snape, las dimensiones de la colosal tarea de Harry…apretó con fuerza los parpados para no dejar paso a las lágrimas y sintió a Pyg apretarse contra su cuello con calidez, como si sintiera su desazón, como si quisiera curar su corazón roto. Volvió a acariciar con mimo a su pequeño roedor y se obligó a seguir adelante. Lo hecho, hecho está y a pensar con lógica y práctica es lo primero que aprende un ravenclaw. Ahora había una posibilidad de encontrar a Luna sana y salva en el colegio, de que los rumores que tenía la orden del Fenix fueran ciertos…y ella había vuelto solo para averiguarlo. Al cabo de 20 minutos largos suspiró con alivio al comenzar a oír la algarabía de voces que precedía al pueblo de Hogsmeade. Una vez ubicada, rodeó con cautela la línea del bosque hasta las afueras de la población, donde el bosque se hacía más espeso. Entrevió la lúgubre calle de High Street, y al final, anunciada por una señal de madera con un dibujo que representa la cabeza de un jabalí sangrante, se levantada la taberna de la Cabeza de Puerco. Su destino. Comprobando con una mano que Pyg estaba bien sujeto a su cuello y afianzando con determinación su varita de madera de álamo en el amplio bolsillo de su desgastada trenca de invierno, corrió como loca la corta distancia que la separaba de la vieja posada. Quizás no fuese la mejor manera de no llamar la atención, pero estaba cansada…cansada de las precauciones, de la soledad y del mismo dolor, ya no le quedaba paciencia. Una vaharada de penetrante olor a cabra la recibió cuando cruzó precipitadamente la puerta de la taberna. Arrugó la nariz mientras recorría la estancia con el corazón galopándole en el pecho: - “Confía en Aberforth, María”- recordó las palabras de Tonks con una nitidez que consiguió darle fuerzas- “Si alguna vez necesitas ayuda en tu cometido, recurre a él. Confía en él. Aleja las apariencias” Se encaminó hacia la pequeña barra astillada y con cierta indecisión aún pegada a los huesos, se sentó en el taburete más próximo evaluando el espacio. En la mesa contigua a su posición Mundungus Fletcher dormía la borrachera lo que parecía ser una sucia botella de wiskey de fuego, no se preocupó por el hechicero de dudosa reputación, no estaba en condiciones de representar un problema. Dirigiendo la mirada al fondo de la taberna, pudo vislumbrar tres figuras negras hablando quedamente mientras tomaban unos tragos. Por mucho que lo intentó no consiguió reconocer a los ocupantes de aquella mesa, la distancia y la penumbra hacían imposible la tarea. “Da lo mismo”, pensó para sus adentros. “Ni siquiera han levantado la vista al verme entrar. Si no me prestan atención es buena señal” Un movimiento a la derecha de aquel trío la sacó de sus cavilaciones. La figura de un hombre mayor, de ropas ajadas y larga barba blanca se fue acercando a su posición sin prisas. “Dumbledore” gritó por un momento su corazón…e irónicamente si lo era, pero no él hermano que ella ansiaría ver. Aberforth Dumbledore ubicó su posición detrás de la maltrecha barra y se acercó sin pausa al lugar que la sucia muchacha ocupaba, la mirada no se despegó de ella en ningún momento. La mirada azul, como la de su difunto director, pero fría, calculadora, despreciativa y…¿angustiada? María tragó saliva con esfuerzo. Sabía de la fama del amargado hermano pequeño del gran director de Hogwarts, y de su aversión a los alumnos del colegio. Supuso que no le hacía mucha gracia verla allí, que quizás intuía que no sabría comportarse para no levantar sospechas, así que con toda la resolución que pudo concentrar en su voz le habló con una ligereza que no sentía: - Tabernero, un wiskey de fuego para calentar el cuerpo, ¡fuera hace un frío de mil demonios! Y me gustaría alquilar una habitación, me han dicho que las tienes baratas y…- el brusco movimiento del anciano mató su frívola diatriba. Los huesudos dedos reumáticos se clavaron con saña y desesperación en la mano que María posaba en la superficie de la barra. El áspero susurro que surgió de su garganta fue apenas audible: - ¡Corra, señorita Ravenwood, corra! El miedo dominó a la ravenclaw de una forma brutal y atenazadora. Había creído que, después de todo lo vivido, aquella sensación no podría volver a tomarla por sorpresa, se había equivocado. Bajó del taburete con tal celeridad que no se preocupó siquiera por el estruendo que surgió del choque del mismo contra el mugriento suelo. En su carrera hacia la puerta solo atinó a distinguir el movimiento de una negra figura al fondo del local. No le importó, en su mente solo cabía la noción de correr, de ponerse a salvo, así que travesó a la carrera la portezuela del local y se aventuró al atardecer de Hogsmeade. El aire se le escapó dolorosamente de los pulmones al chocar de frente con una imponente figura negra. Habría acabado con los huesos en el suelo si no fuese por aquel agarre que se hundió en su brazo como una garra y la sujetó contra el pecho del oscuro individuo que había frenado su huida. Sintió el penetrante dolor recorrerle el brazo, pero no fue nada en comparación con el dolor que se apoderó de su ser al levantar la vista y encontrarse con la dura mirada en los ojos negros del que fuera su profesor de pociones. - Buenas noches, señorita Ravenwood- siseó marcando cada silaba con desprecio- ¿No irá a retirarse tan temprano, verdad? Forcejeó con desesperación al borde de las lágrimas, pero solo consiguió hacerse más daño en el brazo donde él mantenía el férreo agarre. El alma se le heló cuando escucho las crueles risas del par de acompañantes de Snape a sus espaldas. No tuvo que echarles siquiera un vistazo para saber lo que eran, conocía demasiado bien el timbre que la bestialidad deja en el alma humana. Mortifagos. - Vamos señorita Ravenwood, no se muestre tan desagradecida hacia una grata invitación a beber con un viejo profesor- susurró el hombre muy cerca del oído de la joven haciendo que ella congelara entre sus brazos- Recuerdo un tiempo en que estaba más que….”deseosa” de mis atenciones. El estallido de carcajadas no se hizo esperar a las espaldas de la hundida muchacha. Despacio, temblando de furia, la joven clavó por primera vez la mirada en los penetrantes ojos negros del ahora director de Hogwarts. -¡Cabrón!- escupió deseando poder causarle el dolor que la atenazaba a ella, deseando no haber reparado en que, a pesar de todo, seguía oliendo a sándalo y hierbas, deseando que aquel aroma no le recordase a tiempos mejores, tiempos en los que todo era más sencillo y las lealtades claras. -¡Maldito cabronazo cobarde! Preferiría la compañía de un dementor!- gritó redoblando sus esfuerzos por soltarse. Solo consiguió que él la encerrara entre sus brazos. -Vaya, señorita. No recordaba que tuviese un vocabulario tan…florido- dijo burlonamente mientras acortaba la distancia entre su rostro y el de la joven, su semblante tan inconmovible como siempre- Serán las malas compañías que frecuenta últimamente. Con todo, creo que podría encontrar la manera de recuperar sus buenos modales…incluso si para ello es preciso motivarla con algún crucio sobre el señor Nott- Pronunció la última frase con tal desprecio que las repulsivas risas de sus compinches se confundían, en la mente de la joven, con el latido de su propio corazón, golpeando agobiante en sus oídos, elevando la furia, la indignación y el miedo a cotas insoportables. - ¡Maldito hijo de pe…- El inesperado contacto de la boca del hombre acalló cualquier protesta con un exigente y rudo beso. La mente de María colapsó en un breve e infinito momento en el que el deseo y el dolor se mezclaron confusamente. “Theo” el nombre se hizo hueco en su mente provocando que la ravenclaw llorara, envistiera, pataleara y gritara de pura frustración, pero todo ello solo sirvió para hacerse más daño y echar leña a la diversión de los mortifagos que vitoreaban la cobarde actuación del bastardo que la estaba forzando. Él interrumpió del beso de repente, jadeando, sin soltarla de entre sus brazos. María sabía que la observaba fijamente, aunque no se atrevió a alzar los ojos, podía sentir su oscura mirada fija en su semblante, estudiándola, observando sus rojos labios hinchados por la fricción y las lágrimas de odio y angustia surcando sus mejillas. Lo notó acercar despacio la boca a su oreja y quiso apartarse, pero él se lo impidió con brusquedad. -Honeydukes está despejado…no saben del pasadizo de la bruja, María –la voz grave de su profesor se coló hasta su cerebro produciendo que las conexiones nerviosas entre sus células trabajasen a mil por hora. Lo miró con los ojos brillantes por las lágrimas y desorbitados al entender la situación. “Oh, Merlin…él está de nuestro lado…me está protegiendo” su corazón se aceleró y María supo que debía advertirlo sobre el peligro que corría con la varita se saúco. Si Voldemort creía que él era su dueño y no Draco como Blaise le había confirmado, no tendría reparos en matarlo. Sintió los dedos del hombre apretarla con brusquedad, su oscura mirada taladrándola, mirándola con desaprobación. Ella se apretó más fuerte contra el cuerpo masculino por instinto, al sentir la caricia de uno de los otros hombres reptando en la piel de brazo. Al momento supo el porqué de la reacción de Snape…”No pienses en nada…legeremancia, ellos pueden utilizarla” y se obligó a dejar la mente en blanco a pesar de la repulsión que estaba sintiendo en ese momento. - ¿No irás a disfrutar un bocado tan exquisito tú solo, Snape?- la voz del mortifago se arrastró repulsiva cerca del oído de la joven, que empezó a temblar incontenible. Se atrevió a devolverle la mirada a su antiguo profesor rezando para que él no decidiese llevar aquella farsa demasiado lejos. María entendía la importancia de la misión del hombre, pero no creía que pudiera soportar que aquellos asesinos la tocaran…moriría antes, estaba segura de ello. - Búscate otro pasatiempo, Avery- la voz de Snape, arrastrada como siempre, no permitió replica- Ella es mía. Y pobre de aquel que me moleste mientras la disfruto. Lo último que vio María antes de desaparecerse con su profesor de pociones fue la mirada indescifrable de Aberforth Dumbledore de pie en la puerta de la posada. Azul. Fría. Calculadora. Despreciativa. Pero ya no angustiada, quizás porque antes de volverse, reparo solo un instante en la tienda cerrada de Honeydukes. https://facebook/MariaRavenwoodSffrp?fref=pb&hc_location=profile_browser
Posted on: Mon, 04 Nov 2013 02:46:58 +0000

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