LIT-E-RATURE SECCIÓN DE CAMA Y RATAS Guillén, el gran - TopicsExpress



          

LIT-E-RATURE SECCIÓN DE CAMA Y RATAS Guillén, el gran Candanga La tesis de la raza “cósmica”, constante del pensamiento vasconcelista, está sintetizada en el aserto de que los europeos vinieron a América en el momento histórico coincidente con las intrincadas migraciones que los aborígenes estaban haciendo a lo largo y ancho de aquella, para, posteriormente traer como mano de obra esclavizada a gentes africanas. El proceso de aculturación impuesto por el español disminuyó el perfil de la experiencia realizada hasta entonces por los pueblos sojuzgados. Había que “unificar”, obsesión castellana triunfante, no sólo a España sino a Europa toda, y naturalmente, a América, recién descubierta. Pero el elemento cultural indígena y negro continuó manifestándose en la música, en la tradición oral y la danza, particularmente. La literatura oral subsistió en la reiteración y conservación de viejos cuentos y canciones, portadoras éstas y aquellos de moralejas y ejemplificaciones (aún vivas en la región chocoana), y en la poesía con la deformación del lenguaje y del estilo de los poetas españoles confundidos con el acervo popular a la manera como lo trabajó Candelario Obeso. La razón es harto notoria, los “herrajes” de la cultura formal estaban reservados a pocos y la educación era de corte exclusivista sobre motivaciones raciales. Iniciado el siglo pasado, el entusiasmo por los postulados de la libertad, de la igualdad y de la hermandad derivó hacia la idea de asemejar a los individuos en las posibilidades del acceso a la educación y a la libre expresión del pensamiento y por ende de la cultura. Ya en este siglo se renovó en todo el mundo el deseo de la libertad con el proceso de descolonización posterior a la guerra del 18, en muchos países de Europa, África y Asia se llevaron a cabo movimientos independentistas. Junto a las circunstancias de carácter político se desarrollaron otras en el orden cultural y artístico. La poesía, por ejemplo, sirvió de vehículo, más que la novela, para la difusión y el afianzamiento de ideas politicas de la “negridad” preconizada por Sédar Senghor, éste, básicamente poeta en lengua francesa titubea melancólicamente entre su ancestro y su educación europea superpuesta a su condición de “ingenuo” hombre tribal. En veces se devuelve contemplativamente hacia su propia raza y a través de cantos de tanta intimidad y fino erotismo como: . (Mujer desnuda, mujer negra. Vestida de tu color que es vida… Mujer desnuda, mujer oscura. Fruto maduro de carne firme, sombras estáticas de vino negro.) Otras veces, se muestra dolorido pero al mismo tiempo crítico del imperialismo, al cual, ambivalentemente, rechaza y ama, al fin atado por los lazos indisolubles del cartesianismo y la lengua francesa: (¡Ay! ¡Ay!, Europa arácnida extiende sus dedos y sus falanges de navíos…). Junto a Sédar-Senghor están Aime Césaire, Damas, Tirolien y excepcionalmente con nombre africano Rabemananjara. El Caribe es también centro de agitación evaluadora de lo “negro” en el rescate de sus valores y la búsqueda de su afirmación como elemento creativo. Hacia 1941, regresó Lam a La Habana ya en condiciones de expresar todo el fervor de las civilizaciones primitivas de las Antillas y de la misma África con unos medios de una vitalidad lírica excepcional… En poesía, Pales Matos, de Costa Rica; el brasileño De Lima; el predestinado (por el Góngora) cultor del verso Helcías Martán Góngora, Hughes y naturalmente el Gran Candanga del candombe cubano, Nicolás Guillén. Entre nosotros, Jorge Artel produjo la semblanza de una Salomé negra por aquello de “bacante furente, demente…” pero con omisión de Herodes y del Bautista: Dánza mulata, dánza/ mientras canta en el tambor de los abuelos/ el son languideciente de la raza/ Alza tus manos ágiles/ para apresar el aire/ envuélvete en tu cuerpo/ de rugiente deseo,/ donde late la queja de las gaitas/ bajo el ardor de tu broncínea carne./ Deja que el sol fustigue/ tu belleza demente,/ que corra por tus flancos inquietantes/ el ritmo que tus senos estremece./ Aprisiona en tu talle atormentado/ esa música bruja/ que acompasa la voz de la canción./ ¡Dánza, mulata, dánza!/ En tus piernas veloces y en el son/ que ha empapado tus lúbricas caderas,/ doscientos siglos se agazapan. ¡Dánza, mulata, dánza! Tú y yo sentimos en la sangre galopar el incendio de una misma nostalgia… Ante “Tal Mulata” de Guillén danzando, de seguro que la cabeza del “Justo” habría estado tan frágil sobre sus hombros como estuvo Palemón “El Estilita” en el verso de Valencia… El Universal, Dominical, 23 de noviembre de 1986.
Posted on: Fri, 08 Nov 2013 15:48:21 +0000

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