LL Philip Marshall, autor de El gran engaño muerto fue asesinato - TopicsExpress



          

LL Philip Marshall, autor de El gran engaño muerto fue asesinato el encubrimiento del 11 de septiembre David Ramonet A golpear el flanco saudí de la reina: el encubrimiento del 11 de septiembre. 11 de marzo de 2013 – Enseguida presentamos un resumen de la explosiva información sobre el papel del imperio británico, a través de sus cómplices saudíes y estadounidenses, en el ataque del 11 de septiembre de 2001 a Estados Unidos, el cual, junto con el sabotaje a la Iniciativa de Defensa Estratégica, nos ha acercado más a una Tercera Guerra Mundial. El material que presentamos a continuación se irá detallando en los próximos días, como parte de la campaña de flanqueo de LaRouche PAC al principal representante de la reina en EU, Barack Obama, para que se hagan del conocimiento público las 28 páginas hasta ahora secretas del Informe sobre el 11 de Septiembre. En esta primera entrega presentamos la reseña escrita por William F. Wertz, Jr., sobre el libro de Philip Marshall, The Big Bamboozle: 9/11 and the War on Terror (El Gran engaño: el 11-9 y la guerra al terrorismo). PHILIP MARSHALL, AUTOR DE ‘El gran engaño’, MUERTO; ¿FUE ASESINATO? ¡Es hora de desclasificar las 28 páginas secretas de la Investigación Conjunta del Congreso sobre la participación saudí en el 11 de septiembre! En el 2012, el veterano capitán de aviación Philip Marshall, con rango de capitán en los Boeing 727, 737, 747, 757 y 767, escribió un libro titulado The Big Bamboozle: 9/11 and the War on Terror (El gran engaño: el 11 de septiembre y la guerra al terrorismo) que documenta el papel de Arabia Saudita en el control de la operación del 11 de septiembre, y del papel del aparato de Bush en facilitarlo, bajando la guardia. El 2 de febrero del 2013, Marshall fue encontrado muerto junto con sus dos hijos adolescentes y su perro en su casa en California. La policía local lo clasificó de asesinato y suicidio. Pero el ex funcionario de la Agencia Nacional de Seguridad Wayne Madsen, quien fue al lugar del crimen por una semana para investigar, dice que este fue un asesinato de operaciones encubiertas, no solo por lo que reveló en el libro sino también por lo que pudiera tener por revelar aún. Además de ser un piloto experimentado que conocía el entrenamiento que se requiere para volar este tipo de aviones y llevar a cabo maniobras como las que llevaron a cabo los secuestradores de los aviones del 11 de septiembre, Marshall tenía experiencia previa en una operación de seguridad de la DEA en contra del barón de la droga colombiano Pablo Escobar y como piloto de Barry Seal, quien participó en la operación de Bush Sr. y de Oliver North para armar a los Contras nicaragüenses en los 1980. La historia que relata Marshall, si bien no identifica el papel de los británicos, corrobora con detalles nítidos los rasgos esenciales de la evaluación que presentó Lyndon LaRouche sobre el ataque del 11 de septiembre del 2001. Al momento en que se estaba produciendo el ataque, Lyndon LaRouche dijo en la entrevista que estaba pasando en vivo en ese momento en la Radio K-TALK de la Ciudad de Salt Lake que: “No se trata de un tipo loco con turbante en algún lugar del mundo, que trata de vengarse por lo que sucede en el Medio Oriente. Esto es algo diferente”. LaRouche destacó que “esta es una operación muy sistemática… para lograr algo como eso, apoderarse de aviones como estos, es una operación bastante sofisticada”. También señaló que “Osama bin Laden es una entidad controlada. Osama bin Laden no es una fuerza independiente”. En una videoconferencia difundida el 3 de enero de 2001, LaRouche había advertido que pudieran utilizar un incidente terrorista, como el caso del incendio del Reichstag en la Alemania nazi, para introducir una política dictatorial en Estados Unidos. En esa videoconferencia, LaRouche dijo: “Los tipos de guerra especial del gobierno secreto, los equipos de policía secreta, detonarán una provocación, la cual utilizarán para poner en ejecución poderes dictatoriales a nombre de la gestión de crisis”. No se puede descartar la posibilidad de que Marshall haya sido asesinado. En la novela del ex senador Bob Graham Keys to the Kingdom (Las llaves del reino), el personaje principal, que es un senador que investiga el 11 de septiembre, es asesinado. Graham fue el copresidente de la Investigación Conjunta del Congreso sobre el 11 de septiembre. El periodista Gary Webb quien reveló el hecho de que se estaba enviando cocaína crack a Estados Unidos para financiar las armas para la Contra nicaragüense, supuestamente se suicidó. El mismo Barry Seal fue asesinado. El autor de Fortunate Son, quien reveló que el año perdido de George W. Bush se la pasó en un centro de rehabilitación, también fue encontrado muerto, supuestamente también suicidio. En la introducción de su libro, Marshall cita el hecho de que la versión final de la Investigación Conjunta del Congreso sobre el 11 de Septiembre, se había redactado de tal forma que revelaba la evidencia irrefutable sobre el papel de la inteligencia saudí. La importancia de este libro ahora es que aporta evidencia de las razones para desclasificar ahora esas 28 páginas secretas. Marshall habla sobre el encubrimiento Lo que Marshall presenta en su libro es evidencia de que la participación de Osama bin Laden en el 11 de septiembre fue una bandera falsa, para encubrir el hecho de que el financiamiento, apoyo logístico, planeación táctica y entrenamiento de los terroristas en el ataque del 11 de septiembre fueron todos suministrados por Arabia Saudita, cuyo papel se encubrió, culpando a Osama bin Laden, quien no tenía los medios para llevar a cabo una operación así de sofisticada. Segundo, pone al descubierto el hecho de que la operación fue efectivamente facilitada, y después explotada por el aparato de la familia Bush, que en los hechos bajó la guardia mientras se producía el ataque e ignoró las advertencias sobre un ataque inminente. Y en tercer lugar, denuncia el papel de Porter Goss, quien presidió la Investigación Conjunta del Congreso por parte de la Cámara de Representantes, y de Philip Zelikow, director de la Comisión 11 de septiembre y del director del FBI, Robert Mueller, quien fue nombrado el 4 de septiembre del 2001, en el encubrimiento, que persiste hasta estos días. Se sabe que Marshall estuvo en contacto con el ex senador Bob Graham, el copresidente de la Investigación Conjunta del Congreso, quien exigió la desclasificación de las 28 páginas del documento sobre el papel de los saudíes en el 11 de septiembre. El libro cubre material que ya han reportado la EIR y LPAC sobre el documento de la Investigación Conjunta del Congreso. Entre esto se incluye el hecho de que la esposa del príncipe Bandar, quien es hermana del príncipe Turki, el entonces director de la inteligencia saudí, le envió dinero al agente de la inteligencia saudí Omar al Bayoumi; que Bayoumi se reunió con un miembro del consulado saudí en Los Angeles antes de ir a un restaurante a reunirse con los dos primeros secuestradores que llegaron a Estados Unidos: Khalid al-Mihdhar y Nawaf al-Hazmi, y los invitó a ir a San Diego; que Bayoumi trabajó para la Autoridad de Aviación Civil saudí; que los dos secuestradores vivieron por un tiempo en la casa de un viejo informante del FBI, que el equipo de la Investigación Conjunta quiso interrogar y se le impidió hacerlo. De hecho el FBI se negó a entregarle al informante una citación de la comisión. Marshall destaca que la Comisión del 11 de septiembre nunca escuchó el testimonio de un experto en aviación civil. En su calidad de experto, destaca que “los perfiles de los vuelos revelan que se usó un procedimiento operativo diseñado a la medida para volar directamente hacia objetivos predeterminados, seguido de una serie de maniobras avanzadas de vuelos manuales que incluían descensos rápidos, giros cerrados y despliegues coordinados”. Nada de esto pudo haber llevado a cabo “sin una ayuda decisiva desde el interior, de expertos en aviación y maniobras tácticas”. En su calidad de piloto y capitán de Boeing con 20 años de experiencia escribe que hasta para él hubiera sido “un desafío duplicar estas maniobras sin varios vuelos de práctica”. Los pilotos no pudieron haber realizado esto con base al entrenamiento que recibieron en aviones de un solo motor. Es más, todos sus instructores en aviación civil dijeron después que a principios del 2001 ninguno de los pilotos estaba en capacidad de volar aviones Boeing. Su conclusión es que ellos recibieron entrenamiento avanzado en la fase final de parte de instructores saudíes. Los sauditas y los pilotos Marshall presenta la siguiente evidencia: En los seis meses anteriores al 11 de septiembre, 4 de los posteriores secuestradores viajaron a Las Vegas. Estos cuatro secuestradores eran los pilotos de los cuatro aviones. Ninguno de los otros secuestradores fue a Las Vegas. Marshall concluye que ellos tuvieron que haber recibido entrenamiento en un sitio en algún lugar entre Las Vegas y Tucson, Arizona. Uno de esos lugares posibles lo identifica como Pinal Airpark, que tenía aviones Boeing 757 y 747 en ese entonces en el sitio, y el cual es conocido porque era usado por la CIA y la compañía privada de mercenarios Blackwater. Muchas fuentes han informado que después del 11 de septiembre, se les permitió salir del país a muchos ciudadanos saudíes que estaban en los Estados Unidos en ese entonces, incluyendo miembros de la familia de bin Laden. Pero lo que Marshall reporta es que una enorme comitiva del Ministro por largo tiempo de la Inteligencia saudí, Turki al Faisal, estaban también en los Estados Unidos antes y durante el 11 de septiembre del 2001, “metido en la última parte del informe de la comisión (y que después se quitó), había una relato sobre tres aviones fletados por separado que transportaron a unos 100 hombres árabes (la mayoría saudíes) saliendo de Las Vegas en vuelos trasatlánticos de medianoche, despegando el 19 de septiembre. Marshall informa que Turki estaba cerca de Las Vegas en el momento del 11 de septiembre. La comisión ‘no se pudo explicar’ por qué todos los secuestradores viajaron a Las Vegas en los meses previos al 11 de septiembre. En la semana posterior al ataque, hubo por lo menos cinco vuelos fletados con funcionarios sauditas de alto rango a bordo que partieron de Las Vegas, Newark, Boston y Washington, tres de estos partieron de Las Vegas. “Los despegues de los vuelos fletados de Las Vegas fueron un DC-8 con cuatro motores para Ginebra el 19 de septiembre del 2001, con 69 pasajeros, 46 de ellos saudíes; un Boing 727 para Inglaterra con 18 sauditas el 20 de septiembre; y un Jumbo Lockheed L-1011 para Paris el 23 de septiembre. En ese avión solo se registraron 34 pasajeros aunque la capacidad es de casi 400. En este vuelo iba el príncipe Turki”. Marshall destaca que la comitiva de Turki en EU en el verano del 2001 “presenta la perfecta oportunidad para meter al país los necesarios instructores saudíes de vuelos de Boeing y sacarlos después de los ataques sin ser entrevistados por nadie”. Para apoyar esto, Marshall también señala que Bandar es también piloto. Fue de los mejores en su unidad en la Fuerza Aérea Real Saudita y, por supuesto, los dos operativos de la inteligencia saudí en San Diego, Bayoumi y Bassan, ambos estaban asociados con la Autoridad de la Aviación Civil Saudita. La conexión saudí de Bush El papel del príncipe Bandar y su relación con la familia Bush es clave. Marshall no informa sobre el dinero que Bandar tenía a su disposición como resultado del acuerdo entre la empresa británica de armamento BAE con los sauditas denominado con el nombre clave de al-Yamamah. Pero si demuestra que Bandar tenía una relación estrecha de más de una década con la familia Bush y con operaciones encubiertas sucias. Por ejemplo, durante el caso Irán-Contra, cuando George H. W. Bush era vicepresidente, Bandar aceptó financiar la operación Contra en 1984 cuando el Congreso prohibió el uso de fondos de EU para esos fines. Oliver North testificó que Bandar “había buscado mantener oculto su papel en la canalización de millones a través de una cuenta bancaria en Suiza”. Así que por décadas Bandar ha sido la conexión de la familia Bush con Arabia Saudita. Como destaca Marshall, en las últimas dos décadas, el príncipe “ha pasado tiempo con la familia del Presidente en su rancho en Texas, su casa en Kennebunkport, en Campo David y por supuesto, en la Casa Blanca. Ha visitado el Pentágono y ha volado en el avión ‘Air Force One’ “. George H. W. Bush celebró su 80 aniversario en el A-340 de Bandar. El cierto momento el vicepresidente proclamó que Bandar era un miembro oficial de la familia Bush. El nuevo nombre que le dieron en Kennebunkport fue Bandar Bush. Menos de 48 horas después del 11 de septiembre del 2001, el príncipe Bandar y George W. Bush estaban fumando puros juntos en un balcón de la Casa Blanca. En su libro State of Denial, Bob Woodward reporta que cuando George W. Bush empezó a planear su candidatura a la Presidencia, su padre le dijo que visitar a Bandar. Según Woodward, Bush le dijo al príncipe: “Mi papá me dijo que antes de resolverme, fuera a hablar con Bandar”. Sin defensas Marshall argumenta que el 11 de septiembre, se suponía que los cuatro aviones iban a alcanzar sus objetivos al mismo tiempo, pero que los secuestradores de dos de los aviones que tenían de blanco a Washington DC se demoraron en apoderarse de la cabina de pilotos, lo que dio como resultado que esos aviones volaron mucho más al oeste que lo que se pretendía y demoraron así su operación. El punto de Marshall es que esta demora puso al descubierto el hecho de que la Casa Blanca de Bush demoró su respuesta al ataque. Solo se enviaron dos jets militares después de que quedó inmediatamente claro que el primer avión había sido secuestrado. Sin embargo, no se enviaron más aviones. No se enviaron aviones para defender Washington. Cheney alegó después que el le recomendó a Bush que se dieran las órdenes de derribar a cualquier avión que se aproximara, pero no hay registro de que se hayan dado esas órdenes incluso dos horas después de los ataques. E incluso si se dieron estas órdenes, no había aviones en el aire que cumplieran con las órdenes. El encubrimiento El encubrimiento del 11 de septiembre está bien documentado por Marshall y se parece al encubrimiento del asesinato de Kennedy por parte de la Comisión Warren. De la misma forma en que Allen Dulles asignó a la Comisión Warren para que tomara el control, de igual manera se hicieron nombramientos para obstruir la investigación tanto de la Comisión del 11 de septiembre como de la Investigación Conjunta del Congreso. La persona nombrada como Director Ejecutivo de la Comisión del 11 de septiembre fue Philip Zelikow, ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional bajo Bush Sr., y coautor del libro de 1995 titulado Germany United, Europe Transformed, que escribió junto con Condoleezza Rice. Zelikow fue miembro del equipo de transición de Bush y autor del documento sobre política que la Casa Blanca usó para justificar una invasión preventiva en Irak. El equipo de la Comisión del 11 de septiembre lo describe como “un topo de la Casa Blanca”. Estuvo en contacto diario con Karl Rove y Rice. La evidencia sobre Bandar se escondió en el reporte final porque Zelikow argumentó que no era concluyente. En relación a la Investigación Conjunta del Congreso, Marshall afirma que el topo fue el congresista Porter Goss, copresidente de la Investigación Conjunta por parte de la Cámara de Representantes. Fue nombrado por el Presidente George W. Bush como el primer Director de Inteligencia Nacional y director de la Central de Inteligencia. Como parte de los antecedentes de Goss, Marshall presenta una foto tomada en la Ciudad de México en 22 de enero de 1963 en donde están Felix Rodríguez de fama Contra, Barry Seal y Porter Goss. Esto es 10 meses antes del asesinato de John F. Kennedy en Dallas. Marshall también reporta que Cheney trató de intimidar al Senador Bob Graham. Robert Mueller, quien fue nombrado director del FBI -una semana antes del 11 de septiembre-, también lanzó una investigación sobre el propio equipo de Investigación Conjunta del Congreso durante el tiempo de su investigación, como una forma de amedrentarlos. Un ardid para la guerra La tesis general de Marshall es que para provocar los cambios que han ocurrido desde el 11 de septiembre, era necesario un ataque estilo Pearl Harbor en Estados Unidos. Cita un documento publicado por Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (PNAC), “Reconstruyendo las Defensas de America”, en donde dicen, “la transformación sería muy larga, por falta de algún evento catastrófico o catalítico como un nuevo Pearl Harbor”. Es más, al culpar a Osama bin Laden del ataque, esto se podría usar para justificar una política de guerra preventiva en contra de Irak, y finamente contra Siria e Irán. Marshall argumenta que esta operación pantalla se usó para encubrir la participación saudí y las verdaderas intenciones de los complotados en el 11 de septiembre. Para apoyar esto, Marshall cita a Steve Pieczenik, quien trabajó como subsecretario asistente de la Secretaria de Estado bajo Nixon, Ford y Carter, trabajó bajo Reagan y Bush senior, y todavía trabaja como consultor para el Departamento de la Defensa. Pieczenik, quien es también doctor en medicina, afirmó el 3 de mayo del 2011 en dos transmisiones radiales poco después de que se anunció que Osama bin Laden había sido asesinado, que el sabía que bin Laden estaba muerto “desde hace meses”. Pieczenik es alguien que conoció a bin Laden personalmente y trabajó con el durante la guerra usando a terceros en contra de los soviéticos en Afganistán. Según Pieczenik, bin Laden murió en el 2001 “no porque lo hayan matado Fuerzas Especiales sino porque como doctor, yo se que doctores de la CIA lo habían tratado y estaba en la lista de inteligencia que tenía el síndrome de Marfan. Murió debido al síndrome de Marfan. Bush junior sabía esto, la comunidad de inteligencia sabían esto”. Pieczenik informó que los doctores de la CIA visitaron a bin Laden en julio del 2001 en el Hospital Americano en Dubai. “Realmente estaba muy enfermo del síndrome de Marfan y ya se estaba muriendo, así que nadie lo mató”. Pieczenik también dijo que el estaba preparado para decirle a un gran jurado federal el nombre del alto general que le dijo directamente a él que el 11 de septiembre era un ataque con una ataque pantalla. Marshall también argumenta que la clave en la operación pantalla fue producir la confesión obtenida bajo tortura de Khalid Shaykh Mohammad, el llamado cerebro detrás del 11 de septiembre. La hora de la verdad Desafortunadamente, Marshall no va a poder escribir su próximo libro. Ciertamente es alentador lo que finalmente dijeron Eric Holder y John Brennan, a nombre de Barack Obama, de que es anticonstitucional matar a estadounidenses no combatientes en territorio estadounidense… con drones. Marshall no menciona que Obama, junto con John Brennan, sigue adelante con la política de Bush de encubrir la participación saudí en el 11 de septiembre, al negarse a desclasificar el capítulo de 28 páginas de la Investigación Conjunta del Congreso sobre la participación saudí en el 11 de septiembre, lo cual le prometió que haría a los familiares de las víctimas del 11 de septiembre. Dada la naturaleza explosiva de sus revelaciones, el tiempo está más que maduro para presionar para que se desclasifique finalmente ese capítulo. La verdad tiene que ver ahora la luz del día. David Ramonet
Posted on: Tue, 17 Sep 2013 02:58:16 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015