LOS MILITARES MARCHAN… LOS CIUDADANOS VOTAN por Aníbal - TopicsExpress



          

LOS MILITARES MARCHAN… LOS CIUDADANOS VOTAN por Aníbal Ricci El tema de las marchas está bien para alertar de injusticias, pero cuando se hace costumbre, no se entiende para qué elegimos representantes en el congreso, y no dedicamos nuestro mejor esfuerzo a elegir a los que nos representen en las marchas. Parece muy razonable que la gente se exprese libremente, sobre todo, si es para expresar su molestia frente al gobierno de turno. Lo que no resulta razonable es que prácticamente en todas las marchas haya que lamentar la presencia de ese invitado de piedra, el lumpen, una marea que surge espontáneamente y termina arrasando con todo. Hay algo extraño en esto de marchar tan seguido por la democracia, es un contrasentido. Los militares marchan; los ciudadanos votan. ¿Ya olvidamos los horrores de la dictadura?, ¿la privación de todas las libertades (físicas e intelectuales)?... marchar suena a dictadura de la gente que se moviliza por imponer sus puntos de vista sobre la gente que vota en las urnas. ¿Tan rápido olvidamos lo que sucedió en la dictadura de Pinochet, y en consecuencia, volvemos a estar dispuestos a transitar por esos caminos…? Para algunos grupos, la forma de ejercer democracia consiste en marchar contra todo, de forma anárquica, algunas veces sin una idea clara o razonamiento profundo que los respalde, donde las propuestas concretas brillan por su ausencia. Es justificable una marcha pacífica, siempre y cuando haya fundamentos que no estén siendo abordados por el gobierno de turno, o por nuestros representantes en el parlamento, o incluso por el poder judicial. Todavía los marchantes no han explicado lo que significa “calidad de educación”. Si no se ponen de acuerdo en ese punto, es medio absurdo, e incluso patudo, plantear cambios y no mencionar los costos asociados de ese cambio. Continuamente escuchamos demonizar el concepto del “lucro”, una de las banderas de lucha de las marchas estudiantiles. ¿Tan ilógico es pagar un “justo valor” por los servicios que brinda la administración de un colegio, cuando su producto es de calidad? Resultaría casi utópico pensar que dicha “calidad” va a llegar por obra y gracia del espíritu santo. Siempre va a ser necesario provocar incentivos para que esa calidad sea genuina, producto del esfuerzo humano y de las instituciones, para que evidencie un real aporte a la educación y no solo maquillaje político. El tema de la educación es un tema angular de nuestro futuro como país. Para muchas personas que han trabajado en el mundo de la educación chilena, es fundamental no retroceder con lo avanzado. Si la Concertación contribuyó a aumentar cobertura e infraestructura, a la actual administración le correspondió subir paulatinamente el monto de la subvención (cosa que no abordó el gobierno de Bachelet) a niveles entre $75.000 y $90.000 por alumno (según el tipo de establecimiento), montos que incluso en la derecha política califican de insuficiente, y no sería descabellado llevarlo hasta los $120.000 por alumno, que es el monto que gastan las municipalidades más pudientes en sus colegios emblemáticos. Es tal la velocidad con la que marcha el conocimiento, que es necesario balancear la asimetría entre razón y emoción que actualmente se está produciendo en todos los sistemas educacionales. Si no se enseña a los estudiantes a lidiar con sus emociones, o al menos a considerar su impacto, no se los estará capacitando para enfrentar de buena forma el entorno actual. Seguiremos con las marchas hasta el infinito, y sus consecuencias más negativas: tomas de colegios y universidades, encapuchados, vandalismo en general. Grupos de expertos chilenos de los más variados ámbitos profesionales (excelente el aporte de Andrea Repetto en "Propuestas para un Chile mejor") están proponiendo aumentar la subvención estatal para lograr un mayor efecto redistributivo de la riqueza, lo que parece ir en la senda correcta, y no se contrapone a los esfuerzos de todo orden, incluso económicos, que hagan legítimamente las familias para educar a sus hijos. A través de un aumento en la subvención se puede ser mucho más eficiente que un Ministerio de Educación centralizado; el punto es fiscalizar de manera eficiente lo que hasta ahora ha sido una tremenda manga ancha. En Chile, se ha endiosado a los empresarios durante décadas, y sin fiscalización, algunos de ellos sacaron garras y dientes para apropiarse de parte de los dineros estatales, que no les pertenecen, y que nunca estuvieron destinados a enriquecer a los dueños de esos colegios. En educación hay que tipificar los usos erróneos y sancionar, por ejemplo, no permitiendo tener acceso a fondos de la subvención, ni al infractor, ni a su familia, ni a los que colaboraron con esa administración fraudulenta. Se necesita fiscalización y penas (con leyes) acordes... las clases de "ética" y multas bajas son insuficientes... las farmacias van a seguir coludidas, les conviene pagar la multa y seguir ganando a destajo. Así de drástica deberá ser la ley. En resumen: se puede lograr una educación de mejor nivel a través de los recursos del estado que se aporten vía el actual sistema de subvención, es una vía para comprometer más al estado en la educación, sin emprender costosos cambios de reconversión, pero administrados desde donde se requieren esos recursos. La idea obedece al sentido común: la familia suele conocer mejor algunos problemas educativos que el propio colegio, un colegio conoce mejor sus problemas concretos que el municipio, y este último conoce mejor los problemas de ejecución que un centralizado Ministerio de Educación o el Parlamento.
Posted on: Sat, 27 Jul 2013 19:26:37 +0000

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