LOU ANDREAS SALOMÉ O SEMBLANZA DE UNA MUJER LIBRE Nació el día - TopicsExpress



          

LOU ANDREAS SALOMÉ O SEMBLANZA DE UNA MUJER LIBRE Nació el día 12 de febrero de 1861 en St. Petersburgo, Rusia en una familia aristocrática alemana; su padre, el general Gustav von Salome, estuvo al servicio de los Romanov. Lou, de muy joven, se interesó enormemente por la literatura y la filosofía. En el invierno del año 1881-82 viajó a Italia para visitar a la amiga de su madre: Malwida von Meysenburg que se encontraba aquel tiempo en Roma. Lou tenía entonces 21 años de edad. Malwida era muy amiga de Nietzsche y también se consideraba su protectora en el círculo de los Wagner. Pero ¿Quién se acuerda hoy en día de la escritora Lou Andreas Salomé? Para muchos el nombre Lou Andreas Salomé simplemente está asociado inmediatamente con el filósofo alemán Nietzsche. Otros, quizás, también puedan recordar su relación con el poeta Rainer Maria Rilke e imaginar el idílico viaje que ambos hicieron juntos a Rusia. Incluso puede que otros -los más aficionados a encontrar nexos entre escritores, pensadores y artistas-, acaben encontrando lazos comunes de amor y amistad, o inesperados hilos conductores como si la historia del pensamiento y el arte se encargara por si misma de poner en orden y en contacto a diversos personajes para hacerles participar en un entramado de acciones que conducen inevitablemente a la realización de una obra que más tarde será entendida por los ojos de espectadores de generaciones futuras. Sería este un caso ilustrativo para conectar en el transcurso del tiempo a Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud, dado que Lou Andreas Salomé tuvo amistad tanto con uno como con el otro. Nos parece también que en otros casos como el de Clara Schumann, Cosima Wagner, Alma Mahler, Frida Khalo, Elena Dimitrievna Diakonova (Gala) y otras muchas mujeres nos conducen de inmediato -como aquella conocida y intrigante Ariadna del heróico Teseo y el laberinto-, a las vidas de otros célebres músicos, pintores, artistas, escritores y filósofos. Pensemos por ejemplo en Clara, Robert Schumann y Johannes Brahms; George Sand y Chopin; Cosima, Hans von Bulow y Richard Wagner; Alma, Gustav Mahler, Werfel y Gropius; Frida Khalo, Diego Rivera y Troski; Gala, Paul Eluard y Salvador Dalí; Simone de Beavouir y Jean Paul Sarte. También resulta interesante que el comienzo del pasado siglo XX se encargó definitivamente de destruir el mito de la mujer “musa” del siglo XIX para plantearnos la delineada y oscura figura del arquetipo de la mujer “fatal”, aunque, bien es cierto, que del personaje de Lilith -representada tantas veces mitológicamente en la pintura-, a la Lulu de Alban Berg en la música, o el ángel azul de Heinrich Mann en el cine hay todo un larguísimo trayecto por explorar. Desgraciadamente, lo primero en lo que se piensa no es en ellas o en sus obras sino en tal relación amorosa con tal o cual celebridad, es decir: o se las considera amantes “incomprendidas” o se las destaca por una determinada capacidad especifica -un gran talento por desarrollar- que quedó destruido por la figura del genio con quien tuvo la oportunidad de compartir su vida. De este modo se intenta comprender toda su verdadera relación intelectual únicamente desde un punto de vista secundario como si toda su potencialidad artística o creadora hubiera quedado de algún modo anulado en la historia misma. Podemos creer que, al final, Teseo sale gloriosamente del laberinto habiendo matado al terrible minotauro aunque desplazando para siempre de la mitología el hilo conductor de su hazaña: la propia Ariadna. Del mismo modo acaba sucediendo con la bellísima Helena en relación a Troya, se olvida su belleza -supuestamente en este caso, motor de la épica-, quedando así olvidada en el mar de los tiempos. Una de las mejores formas de aproximarnos a Lou Andreas Salome es mirando detenidamente algunos de sus retratos llenos de encanto e infinito interés. De todas estas fotografías la más famosa es del año 1882 que muestra a una jovencísima Lou apoyada firmemente en el escritorio y agarrada con seguridad al respaldo de la silla: aquí la mirada es desafiante e inteligente, mostrando toda su juventud a la penetrante cámara que la inmortalizará eternamente y a esa temprana edad: intentando captar la atención del espectador, mostrando plenamente su confianza en el porvenir. Algo más tarde vendrán los años junto a Nietzsche. La segunda de las fotografías que me gustaría recordar muy brevemente es la inquietante pero muy conocida fotografía que nos presenta a Lou teatralmente con una fusta en la mano encima de una carreta y en la que -metafóricamente- los bueyes son Friedrich Nietzsche y Paul Ree. De este encuentro además da cuenta Giuseppe Sinopoli en su opera contemporánea en dos actos de los años ochenta titulada: Lou Andreas Salomé; escuchen -por favor- la parte del Waltz de sabor tan amargo e incierto, quizás, presintiendo el derrumbe del filosofo alemán, la voluntad de poder y la capacidad de amar: siempre la soledad, aprender a amar la soledad. Podríamos también recordar la película de la directora Liliana Cavani que trató este conocido asunto amoroso en los años setenta y la los días de la reivindicación del “amor libre”. La tercera de las fotografías es del año 1897 y muestra a Lou Andreas Salomé de semblante mucho más serio, de mirada serena e inteligente, penetrante aunque con el rostro algo cansado, puede que adivinando el futuro de los años 30 y 40 en Europa: los finos labios de Lou callados, guardando secretos y recuerdos que serán -quizá- el destino de la historia. Esta fotografía conserva a la vez mucha intimidad, belleza y misterio. Luego -posteriormente- vendrán las famosas fotografías con Rilke -aquellos años de viajes a Rusia para visitar a Tolstoi-, y, por supuesto, de los años vieneses habría que destacar la importante fotografía tomada durante el Primer Congreso de Psicoanálisis de Weimar, en 1911 junto a Freud, Jung, Adler y muchos otros. No recuerdo bien haber visto una fotografía en la que solamente estuvieran Freud y Salome pero su intercambio epistolar es conocido y está lleno de interés: recordemos la gran admiración que Sigmund Freud mostró en todo momento por esta fascinante mujer.
Posted on: Mon, 09 Sep 2013 17:04:02 +0000

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