La Negra Parca, por Paco Ariza. Esta misma noche, he tenido un debate con dos de mis grandes amigos, sobre el asunto de la muerte. No es un tema agradable, pero discutíamos sobre el enterramiento o la incineración. Después de muerto, en realidad, no importa mucho, pero el asunto me hizo reflexionar, sobre todo, por el último deseo, si va a cumplirse o no, y las circunstancias que conllevan al tanatorio. Me encantaría usar la ironía en un tema como este, pero es tan profundamente íntimo y personal, que no encuentro chascarrillo alguno. Hace algunos años, ví fluír humo durante más de una hora, en un incinerador, y también a la viuda con la urna. Era un gran amigo. Años ha, cuando iba a firmar el contrato con la compañía de seguros, me se pusieron los vellos como escarpias, porque describían detalladamente el tipo de ataúd, flores, y demás parafernalia funeraria, que es de agradecer, porque junto con el apoyo de la Iglesia, hacen más llevadero el trauma. Y vayamos ya al grano: Si la muerte nos da miedo, es porque no sabemos lo que viene detrás. Incluyendo a los católicos acérrimos. Además da miedo, porque si encima sabes que vas a morir, el dolor se duplica, porque dejas familiares huérfanos. En mi caso, a todos mis seres queridos ya fallecidos, suelo verlos, en sueños, que ya es algo a lo que agarrarse, porque en determinados momentos, parece que es verdad. Para terminar, un amigo íntimo también ha fallecido en fechas recientes. Su última voluntad, que esparcieran sus cenizas en el río Guadalquivir. Se ha cumplido. Me encantaría que las mías, fuesen sobre el Cabo de Trafalgar, en Los Caños, y por supuesto, desde un avión. Gracias a Dios, disfruto de buena salud, y por ahora, no he de preocuparme, como ustedes, disfruto de cada minuto, con mis aficiones favoritas: Contar chistes, hacer fotos, y revolotear cual mosca cojonera cuando puedo. Acabo el relato, con la certeza de que nadie se va del todo, si permanecen, de alguna forma, en nuestra mente, y sobre todo, en nuestro corazón. Disfrutemos todos de la vida, veamos siempre lo positivo, no sabemos lo que viene detrás, pero mientras estemos vivos, por duras que sean las circunstancias, tendremos una razón para sonreír, recordar, y dar gracias por cada sístole y diástole que rellenan nuestras venas y arterias. Gracias a Dios por la vida, aunque para ello, tengamos que pasar por algunas amargas facturas.
Posted on: Fri, 30 Aug 2013 20:11:35 +0000
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