La Tibaseña complace a Ev Cash con poesía para romanticones como - TopicsExpress



          

La Tibaseña complace a Ev Cash con poesía para romanticones como nosotros y frugalmente decadentes. (Del libro "Danzas"). Esta es la hora del poema. Invitamos a los eximios románticos Benedicto Víquez Guzmán, Soren Vargas y Paul Benavides Vilchez a hacer también sus aportes. La abadesa mágica de la hoja Creo que eres la flor viva del paisaje. El rocío que despunta de la mano encallecida de la tierra. Hábil como lince, compacta como follaje, risueña como bahía. Nadie ha podido usurpar la corriente esplendorosa que sale de tus ojos. La vaguada de tu piel sustenta un efluvio silvestre. En tu rostro las derrotas no tienen destino. La vida debajo de tus poros es llamada por la caudalosa voz del universo. Como si la mano del gran escultor tornase organizado y bello lo sombrío de tu angustia. Tu sonrisa despliega una mariposa de carne. Cada uno de tus dientes guarda misteriosos vocablos. Y tu cabellera se suspende como la falda de una bailarina, invadiendo el entorno de un sudor de tamarindo y palmas. Tu juventud sustituye el decrépito cinismo de los hombres. Es puesta por la vida en lugares donde puede convertirse en surtidor. La montaña expande su diversa frescura. Todo árbol ofrece el himno de expansión de los astros. Tiene el poder de arrojar del mundo la sombra con un latigazo de dulzura. Eres la montaña que embrujan los espíritus vegetales. Un solar donde se juega y un momento sin dirección. Todo es secreto y pálpito, donde los mejores caminos se rigen por la voluntad del gnomo y la abadesa mágica de la hoja. Nadie puede podar tu exuberancia o tu sueño. Exhibes a veces el cuerpo caprichoso del pájaro o la vestimenta invaluable de la libélula. Tu designio es cubrir la piel de la vida con rosas más aptas para crecer en suelos sin arterias. Por doquier se te abren capullos. No eres más que la montaña echada a andar sobre el mundo. Cómo no has de gozar mi cuerpo Cómo no has de gozar mi cuerpo que nació en una calle oscura y fue golpeado por la tristeza. Si fuera un torbellino, una manta raya orgullosa jamás te esperaría en sus poros. Si estuviera lleno de mieses, todos querrían mi sonrisa para vestir niños o recuperar tiempos pasados. Entre la horrenda multitud Entre la horrenda multitud deseo que una tuya me palpe. Si imagino ser tocado, me enternecen las escaleras y en las vitrinas veo peces con bellos colores perdidos. Sé que nadie tiene sinfonías, pero acaso la risa del vendedor semeja un ridículo violín que me ampara. Sé que la historia de existir a veces no tiene ese gran sabor de huracán, crecimiento, furia, pero si no pierdo tu sensación, entre la ropa llevo un incendio que sube hasta mi cabeza y me hace ver otras ciudades. Mi amor yo lo he pedido al bosque Mi amor yo lo he pedido al bosque y no al vaho de la ciudad ni a las historias de los libros. Nadie me dijo que vendría. No hubo un solo profeta. Allí, entre grandes hojas, rodeado por albas, chupaflores, trinos, lluvias, vientos, adquirió cara de niño, cuerpo de roble, voz de cigarra. ¿Qué hora es? No es duro abrir los ojos cada mañana. Ni tener un agujero de apatía en los labios. Es duro tener tu imagen y rasguñar como el gato en un tronco. Y preguntar a todos qué hora es. Y mostrar esta esquelética sonrisa. El alba me ha mostrado sus cumbres primigenias El alba me ha mostrado sus cumbres primigenias, cauces donde el jilguero compone su himno cósmico, y árboles que oran ante el sol, mientras se disuelve el rocío en las hojas y palpita en el capullo la promesa de la tierra, el anhelo del aire. Me ha mostrado, también, tu cuerpo sobre la colina cubierto por una nostalgia vegetal. Solo a mí, que tengo amor por las cumbres primigenias y el himno del jilguero. Las manos del amanecer Las manos del amanecer me traen tu aroma. A mi puerta golpea y yo abro aún envuelto en pesadillas. Un vendaval se adentra por mi corazón y vuelva los armarios, donde los espectros jugaron a las cartas toda la noche. Viejos animales rudos asoman un instante con sus fauces roedoras y se esfuman por las grietas dando alaridos. Tu aroma entra con raicillas de la madrugada. Pétalos de flores desconocidas. En su cuello relumbran estrellas y caracolas. Los bancos tienen demasiadas bodegas Los bancos tienen demasiadas bodegas. Yo te abro un granero donde cabe todo tu aroma. En las bibliotecas corre el hondo murmullo sobre olvidados tomos. Yo te limpio los anaqueles donde registro cada uno de tus gestos y miradas a los que asigno el género, la especie y sus mutaciones posibles. Otros hombres y mujeres tienen el poder que resuelve el valor negociable del mundo. Yo solo tengo el poder de percibir en tu adiós el sacro volumen de la vida. Una ciudad tiene calles y sitios que la multitud intenta llenar durante mil horas. Yo te concedo la esquina donde los amigos suelen acompañar sus sombras mientras dormita la lluvia. El mundo tiene demasiadas ventanas y puertas. Muros que dividen el corazón por miedo de que finalmente estalle. Yo he arrancado todas las puertas de sus quicios. He convertido todo mi cuerpo en la ventana donde descubres mi oscuridad y esplendor.
Posted on: Thu, 04 Jul 2013 23:28:04 +0000

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