La cabaña del terror La cabaña está lejos de la playa, hundida - TopicsExpress



          

La cabaña del terror La cabaña está lejos de la playa, hundida en el bosque, donde el viento suspira constantemente entre los pinos. Después de ahorrar durante varios veranos, Lucía y Felipe pudieron salir de vacaciones, y por ser la más económica alquilaron dicha cabaña. Llegaron temprano en la mañana, cuando el bosque aún estaba sombrío y cubierto por una bruma fantasmal. Mientras desempacaban el auto no paraban de sonreír. - ¡Por fin vacaciones! - exclamó Lucía - Aunque la verdad es que me hubiera gustado más un lugar cerca de la playa. Desde aquí ni llega el aroma del mar. - Esto es mejor, estamos rodeados de naturaleza - dijo Felipe mirando hacia el bosque que se alzaba como un muro en todas direcciones. Almorzaron comida enlatada. Por la tarde partieron rumbo al mar. En el auto, siguieron por el único camino que lleva hasta la cabaña, doblaron hacia la izquierda, como les habían indicado, y después de una loma de arena, el azul del mar fue dominando el horizonte. Regresaron antes del anochecer. La cabaña no tiene luz eléctrica, por lo que tuvieron que descifrar cómo se encendía un farol, riéndose mutuamente de su ignorancia. - ¡Al fin se hizo la luz! - proclamó Felipe, y apagó de un soplido el fósforo que tenía en la mano. - Ya empezaba a creer que tendríamos que cenar a oscuras - dijo Lucía con los brazos colgados del hombro de su marido. - Acaso algún día te fallé, mejor no contestes. Vamos a cenar. - Sí, mejor ¡Jajaja! Después de cenar hablaron largo y tendido, iluminados por la temblorosa luz del farol. Finalmente se fueron a acostar, exhaustos por el viaje. Felipe despertó a la medianoche. Había salido la luna, y una claridad pálida entraba por la ventana sin cortinas y se desparramaba por la pequeña habitación. Estaba acostado de lado, y sintió en la nuca la respiración cálida de Lucía. Se acomodó para quedar frente a ella, y al verla se llenó de espanto y terror: a su lado había un ser horrendo, calvo, de piel blanca y mejillas fofas y gordas, la nariz eran dos huecos, como si se la hubieran arrancado, y no tenía labios, por lo que se le veía toda la dentadura, que era puntiaguda y retorcida. Felipe se levantó, y mudo de terror retrocedió hasta pegar su espalda a la pared. Aquella cosa vestía el camisón de Lucía y movía la boca como si hablara algo, pero Felipe no escuchaba nada. La cosa se irguió hasta sentarse en la cama mientras lo seguía mirando. Al deslizarse contra la pared, de espaldas a ésta, su mano tanteó el mango de un hacha. Al ver que la criatura se levantó y caminó rumbo a él, apretó el mango del hacha con fuerza; levantó el hacha y la bajó en la cabeza de la criatura, para darse cuenta en ese instante que sí era su esposa. Luego, enloquecido, usó el hacha contra él, partiéndose la frente de un golpe. Cuando la policía llegó hasta la escena, días después, un detective concluyó: - Homicidio suicidio, está claro. - Sí, está claro, pero, ¿otro más, en el mismo lugar? - repuso otro detective.
Posted on: Sun, 21 Jul 2013 06:12:13 +0000

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