La dama blanca y la carretera Por Gerardo Fernández Fe | Blog de - TopicsExpress



          

La dama blanca y la carretera Por Gerardo Fernández Fe | Blog de Noticias – Hace 23 horas Enviar Compartir 20 Tweet Imprimir La célebre avenida Kennedy en Santiago de Chile.De noche y en medio de una carretera, abundan las leyendas y las historias de horror. Sobre todo si se trata de una misteriosa dama vestida de blanco que se le impone al conductor cuando menos lo espera, de madrugada, encandilada por los potentes faros de su vehículo. Varias son las versiones populares de este fenómeno que suele atemorizar a los choferes novatos y que no ha dejado de ser un recurrente tema de especulación en moteles y en paradores de carretera. Cuentan los habitantes de Santiago de Chile que al pie de la célebre avenida Kennedy, obviamente en la avanzada noche, una rubia de silueta espectacular detiene a los taxistas, sube al auto y a unos pocos kilómetros, cuando el dubitativo chofer decide auscultar su espejo retrovisor en busca de algún gesto, la rubia ha desaparecido. Se dice entonces que se trata del fantasma de una señorita alemana de principios del siglo XX que en el lindero de un bosque esperaba con ansiedad a su enamorado y que fue abusada y asesinada por Trauco, una horrible criatura de la mitología oral chilena que suele violar a las jóvenes solteras, dejándolas embarazadas al acto. Según esta leyenda, la “rubia de la Kennedy” no desfallece desde entonces en la búsqueda de su asesino: siempre de noche, siempre vestida de blanco, siempre joven y lozana, siempre presta a desvanecerse cuando el conductor del auto en que ha subido decide cruzar con ella la más inocente de las palabras. El cementerio El Salvador de Rosario. Una variante argentina de este relato narra que en Rosario, Provincia de Santa Fe, el conductor de un autobús de la línea 114 se quedó dormido mientras pasaba frente al cementerio El Salvador y atropelló a una chica que se le había atravesado en la calle. Horrorizado, en completo shock, el hombre pisó el acelerador y huyó de la escena, dejando a su paso el cuerpo herido de la muchacha. Pero cuál no sería su sorpresa cuando, después de varios kilómetros recorridos en su huida, el hombre clavó sus ojos en el retrovisor del bus y descubrió que en la última fila de asientos, golpeada, bañada en sangre, lo observaba fijamente la joven atropellada. Otras lecturas Del lado opuesto del Atlántico este mito adquiere diferentes connotaciones, según el país de donde provenga y la época en la que haya echado a andar. En casi todos se trata de una mujer joven que irrumpe ante la vista del conductor, siempre de noche, cuando este menos lo espera. Chambery, en los Alpes franceses. Uno de estos relatos cuenta que en diciembre de 1977, en Chapereillan, una pequeña localidad de montaña cerca de Chambery, en los Alpes franceses, un conductor de nombre Cédric accionó los frenos de su camión de carga y auxilió a una enigmática mujer que permanecía al borde de la carretera, de pie, bajo la lluvia. Como la joven no dejaba de temblar, el hombre le ofreció cortésmente su chaqueta, aunque no logró que ella dejara de mirar el lado opuesto de la carretera tras el vidrio de la puerta y se dispusiera a entablar armoniosa conversación. Unos minutos más tarde la dama indicó al conductor que había llegado a su destino, le agradeció por el aventón y descendió del camión llevándose consigo la chaqueta prestada. Varios días después, con el pretexto de recuperar su prenda, Cédric se presentó ante la casa y, tras reconocerla en una foto, supo de labios de un señor mayor y compungido que aquella pasajera, su hija de 20 años, había fallecido exactamente en el lugar donde el conductor recogiera a la misteriosa joven de blanco. Otros 20 años habían pasado desde entonces. Ahora la mujer merodeaba entre el sitio en que perdiera la vida y la tumba en el cementerio comunal donde reposaban sus huesos, allí donde el camionero estupefacto descubría la chaqueta que le había prestado. Más o menos con este mismo perfil, en la localidad argentina de San Gregorio corre la leyenda de un camionero que recogió en la ruta 14 a una mujer –esta vez vestida de negro—que hacía autostop. Al descender del camión, ya en la ciudad, la dama le hizo saber su nombre, Nancy Núñez, nada menos que el de una señora que había fallecido un año y medio antes en un extraño accidente que implicaba una avioneta y un auto. Y el lugar en que la había recogido, un punto perdido entre Junín y Venado tuerto, resultaba el sitio exacto de aquella colisión. Tarjeta de Halloween de inicios del siglo XX. Nuestra Bloody Mary Como ya no solemos visitar, ni siquiera en nuestra imaginación, aquellos castillos señoriales y misteriosos de otros tiempos, la modernidad nos impone fantasías más acordes con nuestra rutina habitual. El mito urbano de la aparición femenina en la carretera, el del fantasma de una mujer fallecida que sube a un transporte en un lugar desolado –cuyo apogeo data de los años 70 del siglo XX-- se conecta irremediablemente con la vieja leyenda de Bloody Mary, una entidad femenina igualmente difusa que parte de una muerte en situación poco esclarecida y su posterior aparición del otro lado del espejo cuando esta es correctamente invocada. El folclor en Occidente está plagado de infinidad de variantes de este mito urbano. Siempre se tratará del espíritu errante de una difunta que reaparece, y casi siempre lo hará a través de un espejo, para reclamar justicia o para vengarse de su injusta muerte. Tanta es la expansión de esta leyenda que ya en 1978 la investigadora del folclor Janet Langlois le dedicó su libro Mary Whales, I Believe in You: Myth and Ritual Subdued, que compila una variedad considerable de anécdotas recuperadas de la tradición oral en Norteamérica, siempre alrededor de esta controvertida figura femenina. A partir de aquí la historia se difumina y las fuentes desaparecen en el enorme pero frágil caudal de la expresión oral de los pueblos. Unos identifican a esta María sangrante con una madre que asesinara a su propio hijo, pero otros creen ver en ella a una joven gravemente enferma que es enterrada viva por su padre médico, pues este considera que es una bruja. Al venir en sí bajo tierra, la joven haría sonar una campana que su familia habría colocado en la superficie, encima de su tumba, con el infortunio de que sus padres nunca llegaron a escucharla, por lo que, después de fallecer realmente por asfixia y con las uñas de las manos destrozadas, su fantasma suele aparecérsele a los incautos detrás de los espejos. Unas variantes del anecdotario popular cuentan en 13 las veces en que los curiosos deben mencionar el nombre de Bloody Mary delante del espejo, a la espera de que esta reaparezca; pero otras versiones consideran que basta repetir su nombre unas tres veces como ritual de invocación para que la horrible entidad reaparezca y pretenda llevarse al temerario provocador del lado de allá de esa puerta al otro mundo que representan los espejos. Que a la joven cadavérica le baste solamente con aparecerse tras nuestras espaldas para luego desvanecerse, o que intente convertirnos en su presa y nos agreda, responde también a las tantas lecturas que durante años se le ha dado a este mito. Basta un ligero movimiento en el mapa y en los tiempos para que esta historia ya presente modificaciones y aportaciones salidas de nuestros más oscuros temores. Por el momento, la dama de blanco seguirá encantando las fértiles cabezas de los conductores, al tiempo que el nombre de Bloody Mary seguirá siendo invocado, de noche, delante de un espejo, sea cual sea el riesgo y el desenlace.
Posted on: Thu, 24 Oct 2013 22:19:43 +0000

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