La diferencia entre ejercer el poder y gobernar Por Carlos Mira ¡ GOBERNABILIDAD...¡ YA !!! ...o...preparémonos para la hecatombe final !!! La fuga de presos en el penal de Ezeiza y la incomprensible resignación al gobierno del fascismo son las realidades presentes por las que discurre la Argentina, bien lejos de dedicar las energías nacionales a solucionar los problemas de la gente. Durante años el gobierno se pavoneó con tener un Servicio Penitenciario ejemplar en manos de un jefe que se disfrazaba de Hombre Araña para hacer de bufón de los presos y que organizaba salidas de reos privilegiados que pasaban a engrosas las filas del aparato político camporista. Si la ciudadanía estaba preocupada por la inseguridad desde ayer tiene once razones más para estar más preocupada. De uno de los penales de máxima seguridad de la Argentina se fugaron 13 presos peligrosos -de los cuales recapturaron a dos- a través de un inverosímil túnel que penetró una pared de hormigón y depositó a los reclusos en la calle. La historia es demasiado cinematográfica como para ser creída. El episodio huele más a una nueva interna de los aparatos del gobierno ajustando cuentas con la tranquilidad de la gente como rehén. Víctor Hortel el encapuchado animador de fiestas carcelarias dejó su cargo como consecuencia del hecho. No son pocos los que consideran que ese era precisamente el efecto buscado. Es como si el kirchnerismo no pudiera echar a alguien porque eso es lo que corresponde, sin antes armar una formidable puesta en escena. Julio Alak, el responsable último del manejo del sistema carcelario, ha estado más ocupado en rosquear la interna judicial y en generar una corriente kirchnerista dentro de la Justicia (junto a la procuradora Alejandra Gils Carbó) en lugar de ocuparse de lo que debía ocuparse: que los presos que ofendieron a la sociedad permanezcan encerrados. Lo cierto es que la preocupación número uno de los argentinos ha sido ninguneada por el gobierno que dice defender los intereses populares. Son estas las cuestiones por las cuales la Sra. de Kirchner perdió las elecciones primarias. No hubo allí ni cabriolas de suplentes ni confabulaciones de titulares; la gente simplemente advierte que al gobierno solo le interesa el poder y no gobernar. Mientras tanto, en el sur, la presidente convocó a quienes para ella son los dueños de la pelota. Ella no se ubica en ese lugar. Su paso por el gobierno lo imagina como una oportunidad para que el pueblo enfrente, a través de ella, al verdadero poder escondido en el establishment. El Estado no es el poderoso, según Cristina. El Estado puede expropiar, confiscar, cambiar las leyes, dejarnos sin dólares, perseguir, vigilar, acosar a quien se le antoje por la legislación que apruebe, hasta incluso utilizar su poder de policía. Pero el Estado no es el poderoso. Los poderosos son los “dueños de la pelota”. En esa categoría, según son las presencias en Santa Cruz, habría que incluir a Héctor Méndez y a Osvaldo Cornide, titulares respectivamente de la UIA y de la CAME. En otras palabras dos sellos de goma. Ni siquiera son, ellos mismos, empresarios grandes y de peso, son meros burócratas de unas cámaras que cada vez tienen menos influencias. En el caso especial de Cornide, además, es evidente su cercanía con el gobierno. Pero lo que realmente debe preocupar aquí es el concepto que la presidente deja traslucir al proponer estas reuniones. La Constitución ha establecido los lugares de la discusión nacional. El Congreso debe ocupar ese sitio porque se supone que allí están los representantes de los ciudadanos y no de los sectores interesados. Resulta francamente incomprensible que la presidente acuse a los “dueños de la pelota” de querer desestabilizarla y luego se siente a hablar con ellos. La democracia dispone de la ley igualitaria para equiparar los tantos. Todo reconocimiento a un poder de hecho que no pasa por el Congreso y por la ley es caer justamente en aquello que la presidente denuncia. ¿No era que bajo el “modelo” gobernaba “la política”?, ¿acaso era esa solo una frase de desdén hacia el conocimiento técnico, hacia la supremacía innegable del sector privado, hacia el gobierno de las leyes más elementales de la economía y del sentido común? Esa soberbia es la que ha caracterizado esta década. La altanería del Estado que no ha hecho otra cosa que recrear la inflación, aislarnos del mundo, vivir bajo el imperio del miedo, politizar la justicia, los medios y hasta los presos. Ese es el modelo que se acabó. El modelo de la prepotencia ignorante. Al compás de una acarralada impensada de recursos (generada por una situación particular del mundo) el kirchnerismo se dio el lujo de ocupar los puestos más sensibles de la administración con personas que no tenían la menor idea sobre cómo manejar esas áreas del Estado. La afluencia de recursos tapó durante un tiempo mucho más amplio que el recomendable esos horrores. Así fueron posibles los Hortel, los Moreno, los Kicillof, los Lorenzino, los Alicia Castro, los Jaime, los Boudou… La creencia de que la abundancia era la consecuencia de sus aciertos y no el resultado de condiciones ajenas, envalentonó a un gobierno de ególatras. Hoy no podemos ni retener a los presos en sus celdas, no se vende un inmueble, el comercio exterior está paralizado, las industrias no disponen de insumos, no tenemos energía, las reservas caen, la inflación se come el salario y el futuro entrega más desasosiegos que certezas. Es hora de bajar a la humildad. Basta de lecciones dadas desde los atriles. Basta de atribuirse superioridades que no tienen. Basta del ejercicio del poder por el poder mismo. Es urgente que el gobierno pegue un triple mortal en el aire y se convierta en un administrador lógico y sano. Que abandone el revolucionismo y, en lo que le queda de mandato, trate de evolucionar hacia las soluciones que la gente reclama. La utopía se terminó: es hora de bajar a la Tierra, dejar de ejercer el poder solo para mostrar cuán poderoso se es y gobernar. Fuente://thepostarg
Posted on: Thu, 22 Aug 2013 23:29:35 +0000
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