La entrada (en años) hoy: literatura testimonial de elite Mi viaje en bondi Ayer pasé unos momentos maravillosos en mi viaje hacia la escuela en la que vote. Tuve suerte de entrada pues en el colectivo había un asiento vacío y lo hice mío (suerte porque rima). Me acomodé al lado de un dirigible vestido de casi negro que ocupaba 7/8 del asiento doble. No me importó, como corresponde siendo yo misma de dimensiones XXL, y tímida pero resuelta apoyé mi trasero más que generoso en los aproximadamente 14 cm de asiento que restaban libres. Resultante: 3/4 de mis posaderas quedaron con efecto voladizo hacia el pasillo. Entre el señor de casi negro y yo formábamos una coalición. Cuatro paradas pasaron y yo me las arreglaba sin volcar. Subió entonces un señor de unos 60 años (o algo así) y se ubicó parado un poco más allá. Sólo unos segundos después mi bulbo olfatorio empezó a amotinarse al grito de ¡Socorro, nos atacan! El hombre en cuestión no estaba sólo, traía con él un grueso y corpóreo olor corporal (valga la cacofonía). Con mis ojos ardientes (no de deseo) y mis narices alborotadas pensé en reclamarle al pestilente individuo: “Señor, considero que su olor también debe sacar boleto ya que ocupa lugar, es palpable y presente. No se haga el tonto.” Evalué los resultados de esa intervención y decidí en contra. Después de todo, eran sólo unas paradas más y yo soy sólo una mujer indefensa que tiene que atravesar la zona norte en bondi porque hace cuatro mudanzas que no hace el cambio de domicilio…que si no, podría ir a votar a pie. Marcela AndREA (MAREA)
Posted on: Mon, 12 Aug 2013 16:35:48 +0000
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