La espiritualidad y la condición humana 22Hemos hablado de - TopicsExpress



          

La espiritualidad y la condición humana 22Hemos hablado de bocetos y de percepciones de la espiritualidad, nos inclinamos por valorar su dimensión existencial. Interesa internarse más en el mar proceloso de nuestra identidad como homo sapiens y su relación con la espiritualidad. Al destacar presuntos tipos de personas espirituales e instancias de vida en que esta condición se hace manifiesta, vamos adelantando por contraste, aparentemente, la idea de que, no todos los humanos, no toda la trayectoria biográfica de mujeres y varones está acompañada de espiritualidad. Eso no es enteramente así. Si se puede alcanzar la espiritualidad en algún recodo de la trama de la existencia, debemos suponer que ella está allí, escondida, no reconocida, larvada. 23Si el ser es misterioso, si no podemos llegar más allá del conocimiento del Big Bang, si somos descendientes de las estrellas, si todo lo que percibimos, sus leyes, su conservación, su razón de ser, depende de lo que lo trasciende, Dios, lo insondable, nosotros somos parte de una historia y de una condición que trasciende lo fáctico, nos alcanza la chispa divina de que hablara el adolescente Marx. Lo que ocurre es que habitualmente no la asumimos, no entramos, necesariamente, en alguna práctica en que vivamos su cercanía como en la amistad profunda o el amor de promoción humana, no participamos del servicio o del estado místico. 24Dentro del misterio de fondo, el del ser, se da la gran interrogante de por qué los humanos viven un extraña vivencia de familiaridad, sin asombro, sin perplejidad, en relaciones instrumentales, sumidos en ritos, en el placer, el poder o el deber. Un misterio al interior del misterio. Se coagula el misterio en presuntos saberes omnipotentes, antropomorfos, que van más allá de nuestra finitud. Se niega el misterio con la mirada positivista, pragmática, trivial. Son los poetas los que señalan una ausencia, una pérdida inefable. 25Es Huidobro quien escribe que “éramos los hijos del sol y no nos dimos cuenta…”. Es De Rokha aludiendo a “cuando Dios era aún azul dentro del hombre”. Es Parra, preguntando si somos hijos del sol o de la tierra, porque, si somos de la tierra solamente, él pide que se levante la función. Es la aproximación a los orígenes, la intuición, las imágenes de un tiempo en que vivíamos, nuestro contacto con la fuente, con los orígenes, con el misterio. Hay una espiritualidad primaria que se da en nosotros, latente, como el sello, la huella de ese origen, detrás del opio de lo familiar y de las cortinas de los dogmas. Podemos hablar de una espiritualidad secundaria, viva, en el obrar espiritual con o sin conciencia de tal. Aquella que inspiró a Machado a decirnos que “la monedita del alma se pierde si no se da”.Cabe apuntar a una espiritualidad terciaria, la que se orienta a desarrollar la espiritualidad, la del Maestro del poeta de 17 años que hoy celebramos como Pablo Neruda. La práctica de la espiritualidad como ecología del yo 26Situamos la espiritualidad como expresión de la relación original del ser humano con la trascendencia, envuelta en la incertidumbre y el misterio, vislumbrada, a veces, en el fulgor de la poesía, oculta por el sesgo combinado del inmanentismo y del supuesto “control” en edificios de saberes sobre el trasfondo de la realidad a la escala humana. Hablamos de una espiritualidad en sí, primaria, aparentemente no actualizada; de la espiritualidad secundaria, vivida, sin un proyecto visible en ese terreno; de la espiritualidad terciaria que se orienta a sacar a la espiritualidad primaria de su hibernación y a dar señas de identidad a la espiritualidad secundaria. 27¿Dónde ubicamos estas diferentes realidades? Somos seres complejos, seres de una realidad tangible, material, del universo, lo inmanente, el cuerpo. Al mismo tiempo, somos espíritu, nos relacionamos, formamos parte de un plano, de una dimensión, de una realidad - los términos son siempre provisorios -, de una existencia que nos es oculta, nos trasciende, es muda. Hay una vivencia, un centro de integración donde confluyen cuerpo y espíritu, es nuestro yo. 28El yo está presente en nuestra cotidianidad, fluye en la percepción de nuestro cuerpo y del cuerpo del mundo, de nuestro percibir y metabolizar lo que aprehendemos. Lo vivimos operando, coordinando, dando continuidad, referencia, para nosotros y para los otros: “yo hice eso”; “en aquello estuviste”. El yo está habitualmente instalado en el aquí y ahora, en el mundo, en el hacer. No hay término más ajetreado, más cotidiano, más corporeizado, más encarnado, más trivializado: yo. Sin embargo, a este yo que está en todas partes nadie lo puede ver. Lo aludimos defendiéndonos, posesionándonos, descalificando a egoístas, vanidosos, autoreferentes, paranoicos; pero, no podemos dar una imagen plástica, una ubicación. El yo diurno, banal, es elusivo. Se escapa de la malla de los conceptos, las medidas, las analogías. El yo es misterioso. Al intentar tomar conciencia de lo nuestro que toma conciencia, que es capaz de tomar conciencia del tener conciencia, nos detenemos, perplejos, asombrados, sumidos en el misterio. El misterio de ser nosotros se suma al misterio del ser. 29 El yo es una parte nuestra, lo más nuestro de todo, en que podemos confundirnos, identificarnos, con el misterio de ser. El misterio que somos nosotros mismos. En nuestro centro, el nosotros de nosotros, nuestro yo, surge una pregunta. La pregunta sobre quién somos, qué nos da nuestra mismidad, la visión de unidad en la diversidad en la historia y en el momento presente. Ese ser nosotros mismos nos interpela, nos llama, nos sacude, es una puerta hacia la espiritualidad, es la bisagra que separa y junta el cuerpo y el espíritu. Requiere un reconocimiento, un trabajo, un explorar este entramado sutil de relaciones, de caminos virtuales, de cordones umbilicales entre planos de la realidad total. Una ecología, la ecología de la puerta de entrada de la espiritualidad al mundo. Las bases de una política de la espiritualidad mediada por la política del yo. 30La espiritualidad emerge en la ecología del yo. Podemos trazar varios pasos esquemáticos en la ecología del yo: a) Asumir el misterio, entrar a la pregunta de “Quién soy yo”. Vivir su condición insondable; b) Considerar nuestra condición de creatura. Nuestro yo patentiza el regalo del ser, tal como lo creemos expresado mejor que en un ensayo en el fragmento de este texto poético: El Regalo del Ser Los humanos no abrimos el regalo del ser. El ser no termina de abrirnos su regalo. El ser es un regalo que no termina de abrirse El regalo del ser no termina de abrirse: necesita más mágico el azulear de la vida. Y la historia brincando como pájaros hacia sueños. El regalo del ser no termina de abrirse: nos embriaga la suculencia del día. Huimos ateridos del fulgor de la noche. El regalo del ser no terminará de abrirse. Aunque atisben jirones de sonrisas en la luna. Y la sombra del sol pestañee ciertas almas. Al regalo del ser lo rodean ausencias: un hacer sideral desborda miradas. El tener perturba el corazón del infinito. El regalo del ser da migas de aurora, guías de laberintos de crepúsculos eternos Hijos del misterio, también somos misterio, del regalo es parte la familiaridad. La tea del misterio se enciende más allá, incluso, del azul y de las flores con presencia de gratitud. Laberintos entre el nacer y el morir entre misterio y naturalidad, gratitud poniendo granos de aurora al regalo del ser. (Weinstein 2003) 31c) Experienciar el encuentro en el tú. La posibilidad de comunicación profunda. La intuición, la imagen del yo del otro. Es la instancia del diálogo. La vivencia del misterio y la trascendencia del tú y con ello el compañerismo existencial; d) Vivir la relación con la naturaleza. Es la contemplación de la montaña, el bosque, el desierto, el mar, es encontrar una orquídea en el campo, es ver levantarse un animal recién nacido; e) Palpar el diferente tenor de la relación con un objeto, la distinción entre el espíritu geométrico y el de fineza. El yo-tú y el yo-ello (Buber 1967); f) Asumir la autobiografía, los grandes hitos, la emergencia del proyecto de vida; g) Representarse a sí mismo en forma integral, con las subpersonalidades, con la sombra, con las máscaras, con la corporalidad; h) Visualizar la relación con el todo. Meditar hasta el silencio mental. Sentir la continuidad con lo que está fuera de
Posted on: Tue, 19 Nov 2013 10:37:41 +0000

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