La lucha del pueblo sirio contra la OTAN y sus - TopicsExpress



          

La lucha del pueblo sirio contra la OTAN y sus mercenarios Recientemente el colectivo Cierzo Rojo edito un libro bajo el titulo “Siria Vencerá; la lucha heroica contra la OTAN y sus mercenarios”, para dicha ocasión Marquetalia.org redacto el prologo, el cual reproducimos a continuación. Una reflexión sobre el carácter del conflicto, creemos que es bastante ilustrativo sobre el escenario en el que se desarrolla y los condicionantes que rodean al mismo. Para conseguir el libro escribir a: cierzorojo@gmail Prologo al libro “La lucha del pueblo sirio contra la OTAN y sus mercenarios” Hacia finales de enero de 2011 llegaron a Siria las ya conocidas primaveras árabes. Ciudadanas y ciudadanos influenciados por las protestas en otras regiones del mundo árabe –Túnez y Egipto¬– se lanzan a las calles contra el gobierno de Bashar Al-Assad. Las exigencias son claras: más libertades y plena democracia en el contexto de un mayor respeto hacia los derechos humanos (1). ¿Qué podemos objetar ante este suceso?. Parece imposible no solidarizarse, no crear lazos de unión con estos movimientos, sobre todo desde la España (2) de los indignados. La reflexión emana de una realidad: la gran parte del pueblo sirio, actor principal, tiene una visión de este conflicto bien distinta a ésa que los medios de comunicación oficiales se empeñan con gran entusiasmo en difundir. Para la generalidad de los sirios, esta “guerra civil”, no es otra cosa que una guerra neo-colonial. Tan sólo una minoría es la que, bien se ha rendido a la trampa de disgregación popular y de enfrentamiento gregario que el Capital financiero y sus medios de comunicación, su propaganda y sus Estados utilizan en sus conquistas, bien posee intereses económicos que puedan consumarse a la sombra y al “calor” de una “intervención” externa. Es a partir de aquí, cuando se sucede la magnificación de estas minorías, que con apoyo de la OTAN se metamorfosean en la otra Siria; ésa que sufriría la opresión de una terrible dictadura encarnada en un líder cuya decapitación habría de cerrar un espectáculo auto-proclamado como símbolo del triunfo democrático. En Yugoslavia fue Milosevic, en Irak Saddam Hussein, en Libia Al-Gaddafi y en Siria Bashar Al-Assad. A grandes rasgos, dicho discurso constituye el guión de legitimación repetido en este tipo de conflictos, que, en fin, constituyen en su esencia la apropiación ilícita de una zona rica en recursos y/o de gran importancia geo-estratégica en los planes expansionistas del imperialismo. Quizá no resulte tan extraño el funcionamiento de los intereses financieros ocultos tras estas guerras como sí la actitud de una parte significativa de la izquierda europea. El posicionamiento que ciertos sectores “progresistas” adoptan frente a estos conflictos se revela como una legitimación velada de la actuación de la OTAN en tanto que representante del Mundo Libre. Posicionamiento concretado en consignas como: “Ni OTAN ni Milosevic”, “Ni George Bush ni Saddam Hussein”, “Ni OTAN ni Gadafi”, etc. Este dualismo simplista sugiere una postura que equipara a las fuerzas imperialistas (los agresores) con quienes sufren sus ataques militares (los agredidos) -”los dos son igual de abominables: ni unos ni otros”-, redundando así, a efectos prácticos, en un refuerzo de la postura imperialista. El social-ìmperialismo “izquierdista” recorre estrategias discursivas reiteradas una vez tras otra, un genocidio tras otro, en lo que se refiere a estos “conflictos” fabricados (entre otros fabricantes, por ellos mismos). Comparte con los invasores la opinión de que el gobierno del país atacado debe ser eliminado. Con anterioridad, raramente este social-imperialismo se ha pronunciado con detalle sobre la región en cuestión, En todo caso, lo hace para calificarla como “una cruel dictadura genocida”. Por último, con el inicio del ataque militar el social-imperialismo teje un ataque mediático que prologa al primero y lo acompaña, invistiéndolo de “fuerza moral” justamente entre el público “crítico”. Apuntala así una campaña de desprestigio en los medios occidentales. Tal y como en un perverso bucle, la justificación ante las masas de esta función política a su vez justificadora, exige necesariamente la reproducción acrecentada, aumentada, caricaturizada, de los mismos argumentos expuestos en los mass media, colaborando en esa demonización. Se comprende, a esta luz, por qué los monaguillos “neo-izquierdistas” del Hegemonismo yankie suelen ser, en relación a este escenario, “más papistas que el Papa”: sólo yendo cada vez más lejos en el esperpento de la invención, el social-imperialismo puede auto-presentarse como fuerza real al servicio de los Pueblos. Aquí es donde el discurso que abanderan ciertos sectores de la izquierda –en muchas ocasiones temerosos de perder cierta posición apoyando a un supuesto “dictador” que la sociedad condena– plantea una nueva problemática: la insignificancia a la que el social-imperialismo reduce tanto el apoyo popular que “el régimen” actual posee, como su sistema electoral y la estructura u orientación política del país agredido. Por el contrario, dichos sectores obvian el constructo espectacular erigido alrededor de ese conflicto, enraizado en orígenes más profundos como la problemática del control de las energías en pleno siglo XXI en tanto que llave de éxito económico y político, o la traba que suponen para el desarrollo del mercado posibles estructuras cargadas de tintes socialistas. Si partimos de una izquierda capaz, construida sobre la coherencia política, una ética honesta conduce al apoyo de una facción, que en el contexto de una dominación y agresión imperialista, necesariamente es la anti-imperialista. El análisis de la realidad política de un país no puede nublar el objetivo principal de la teoría y la praxis revolucionaria: derrotar al imperialismo. Son los propios pueblos los que se alzan como poseedores del derecho moral que les permite dirigir su emancipación dentro de un proceso de soberanía nacional y popular. Aún es otra, entre las coincidencias entre el discurso del Capital y el de cierta parte de la izquierda europea, la que nos plantea un análisis urgente de la situación. Ambas parten de una actitud paternalista hacia los países considerados en vías de desarrollo; en cualquier caso, considerados menos desarrollados desde una perspectiva occidental. Procesos revolucionarios, conflictos imperialistas…, son filtrados por juicios de valor que, muchas veces de forma no consciente, acaban descalificando al pueblo de estas regiones, infantilizándolo, caracterizándolo como fácilmente manipulable por determinados poderes, reduciendo y cuestionando su capacidad de decisión. Aparece como inevitable arrancar desde una honda auto-crítica que cuestione nuestra posición de clase obrera aristocrática a nivel internacional, como ciudadanos de las zonas verdes del capitalismo beneficiarios de las plusvalías mundiales. ¿Hasta qué punto hemos interiorizado la figura de occidente como crisol del mundo libre?. Desde esta perspectiva, y a través de la profundización en la realidad siria, las siguientes páginas no pretenden ser más que un pequeño aporte a este objetivo. Una base de ideas a partir de la que trabajar (desarrollándola y criticándola/afirmándola teórica y prácticamente) en un sentido de oposición frontal al imperialismo, que –citando a Lenin– no es otra cosa que la fase superior del capitalismo (4), contra la que todo movimiento de izquierdas revolucionario se posiciona. Notas: (1) En el primer párrafo se hace referencia al discurso oficial sobre lo que esta sucediendo en Siria. Es necesario realizar esta anotación para que el lector vea hasta dónde está viciado un discurso que ya parte de una caracterización errónea (y no carente de voluntariedad en el “error”) respecto de la realidad. El Gobierno no es “de Bashar”, sino de la COALICIÓN Baaz (Partido Baaz junto con partidos y movimientos terceros). No se trató de protestas contra el Gobierno, sino de reclamaciones al Gobierno contra una serie de políticas lesivas para el pueblo sirio y contra unas fracciones y elementos estatales vende-patrias. Ni fueron, en rigor, protestas contra el Baaz, ni contra el Gobierno. Así mismo, las peticiones de los manifestantes en ese lapso de inicio de 2011, no tuvieron nada que ver con “la libertad” o “los derechos humanos”, sino con el deterioro de las condiciones populares de vida, proceso abierto por una línea política “liberalizadora”. O sea: el motor de las protestas es el contrario del que nos vende la cantinela liberal y acólita “neo-izquierdista”. Pues el pueblo, en realidad, lejos de pedir “más libertad social” en abstracto, pedía menos libertad jurídica y operativa (económica práctica, de transacciones, de transferencia de fuerzas productivas, de conversiones de suelos…), consciente de que tal discurso (estandarizado aquí en la imagen de “las primaveras”) es la coartada en Siria para las fracciones burguesas comerciales y burocráticas, y pequeño-burguesas. (2) “España” hace referencia a una identidad nacional con la que no nos sentimos representados; a un colonialismo interior que rechazamos, pero cuya utilización en lugar de ‘Estado español’ responde precisamente a la caracterización de lo que en parte representa el movimiento de los indignados. (3) Debemos tener presente que el término ‘dictador’ posee una serie de connotaciones cuyo uso condiciona el debate político hasta el punto de conducirnos a un callejón de difícil salida. Un concepto muchas veces utilizado con ligereza. (4) El imperialismo fase superior del capitalismo, Lenin, V.I., República Socialista Federativa Soviética de Rusia, Zhizn’ i znanie, 1917.
Posted on: Wed, 14 Aug 2013 17:03:39 +0000

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