La más injusta de todas las guerras Olvidada por los agresores y - TopicsExpress



          

La más injusta de todas las guerras Olvidada por los agresores y poco conocida por los agraviados, la invasión de los Estados Unidos a México se encuentra en la conciencia general de los mexicanos inmersa en una grave confusión de ideas, ya que por una parte el nombre de Antonio López de Santa Anna se ha vuelto tan odioso por “vender la mitad del país”, por otro lado de la moneda, cualquier niño o niña de edad escolar considera que a México le fue “robado” su territorio por los “gringos” [y] Cada 13 de septiembre se lleva a cabo una ceremonia oficial en todo el país e la que se honra a los “Niños Héroes”, los defensores de Chapultepec y los guías morales de la juventud mexicana. Que esta guerra fue altamente desastrosa para el país, que ya de por sí desde años atrás arrastraba una pesada carga de conflictos internos e ingobernabilidad, no es mentira para nadie; tampoco es fácil establecer un juicio definitivo acerca de la conducta de tales o cuales personajes que actuaron en esta parte de la historia, sin embargo, primero que nada, es sumamente necesario dejar bien sentadas las premisas de las cuales se debe partir para un estudio crítico de una de las guerra más infames de toda la historia: si Santa Anna “vendió” el territorio del norte, entonces ¿qué caso tendría la invasión y bloqueo del país por parte del ejército de los Estados Unidos? No se trata de hacer una apología de tan controvertido personaje, pero para aclarar la confusión que aún ronda en el imaginario del pueblo, deben tomarse en cuenta las intenciones del agresor, advirtiendo previamente el estado de fermentación social de México. Antes de la guerra, mientras que en el papel pretendía establecer un arreglo amistoso para las reclamaciones de los norteamericanos avecindados en México afectados por las constantes revueltas y por el conflicto diplomático de la anexión de Texas a los Estados Unidos, en los hechos, y muy confidencialmente, el gobierno norteamericano ordenó al ejército de Zachary Taylor, colocarse tan cerca del Bravo como lo permitan las circunstancias, y alistarse para un posible ataque. Desde la prensa, un periodista, de origen irlandés, O’Sullivan publicaba un libelo patriotero que marcaría el rumbo de la política exterior estadounidense desde entonces. Según él, su país adoptivo debería cumplir con “el derecho de nuestro Destino Manifiesto a extendernos y posesionarnos de todo el continente”, pero algunos de los militares enviados a invadir el territorio mexicano no compartirían esa febril visión, como fue el caso del coronel Ethan Hickock, quien después de obedecer las órdenes de la Casa Blanca de tomar el puerto de Matamoros, escribió en su diario “no tenemos ni un ápice de derecho de estar aquí... parece como si el gobierno enviara una pequeña fuerza con el propósito de provocar una guerra, para tener el pretexto de apoderarse de California”. Con estos antecedentes, ¿qué duda podría y pude aún caber de que esta fue, sin rodeos ni falsos eufemismos, que esta fue una auténtica guerra de conquista? Otro testimonio que lo confirma, es el de una carta fechada el 10 de noviembre de 1845, dirigida por el secretario de Estado, James Buchanan, a John Slidell, enviado extraordinario de Estados Unidos en México, en que se advierte de manera muy específica e irrefutable que la pérdida de la mitad del territorio del norte mexicano, obedeció a un plan meticulosamente fraguado desde Washington, antes de ser iniciadas las hostilidades: La desastrosa condición de los asuntos internos de México [...] parecen hacer propicio el actual momento para la realización de esos propósitos [...] Además es muy de desearse que nuestra línea divisoria con México se trace ahora de tal manera que excluya todas las dificultades futuras y disputas entre ambas repúblicas [...] Por estas consideraciones, y otras que fácilmente se le ocurrirán a usted, parece igualmente de interés para ambas potencias, que Nuevo México pertenezca a los Estados Unidos [...] La posesión de la Bahía y del Puerto de San Francisco, es muy importante para los Estados Unidos. Las ventajas que para nosotros derivarían de su adquisición son tan palpables que sería perder el tiempo enumerarlas [...] El dinero no sería de importancia, comparado con el valor de su adquisición [...] Mientas más extenso sea el territorio al sur de esta Bahía, será mejor [...] Sería difícil suscitar un punto de honor entre los Estados Unidos y una potencia tan débil y degradada como México. Considerando con esto satisfecha toda explicación sobre las verdaderas causas de la mutilación del territorio nacional, es momento de detenerse a recordar que entre los hechos funestos de esta traumática guerra, hubieron también escenas de orgullo para las armas nacionales y sobre todo, para la gloria del Estado libre y soberano de Aguascalientes.
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 01:45:01 +0000

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