La naturaleza sencillamente por sí misma, es nuestra existencia. Solo se manifiesta el pánico, la alteración, la angustia cuando la naturaleza realiza su catarsis más normal. Pasa cualquier desastre, y el hecho repercute unos días, unas semanas. Las personas valoramos el equilibrio natural solo cuando nos afecta, pero en el transcurrir se vuelve solo pensamiento. Los ahorros energéticos, medidas medioambientales sostenibles, siguen siendo vagas frente al accionar de las grandes masas y de los gobiernos, en los que la capacidad de gestión, sigue cometiendo errores cada vez impredecibles en el corto plazo, pero muchas veces irreparables para un presente y un futuro promisorios. Hace unos años atrás recuerdo como el Ministerio de Turismo y Deportes de nuestro país sostenía y sostiene, la imagen de “Uruguay Natural”. Un territorio que pretende equilibrar su carácter agreste y natural con el avance y el desarrollo de la industrialización. Se ha convertido una disputa entre quienes valoran y respetan la Biodiversidad, nuestros recursos y el equilibrio natural, frente a nuestros gobiernos que gestionan cada vez más la proliferación de industrias. Sin los procesos de industrialización, ¿qué ocurriría con la economía, con la inversión?, es una cuestión que da para hablar y profesionales tendrán su análisis. Pero, ¿Se justifica verdaderamente que industrias mayormente extranjeras sigan depredando recursos naturales?, ¿no basta con una planta de gran porte para un país de tres millones?, ¿es necesario instalar otra en el departamento de Cerro Largo, como se prevé? Seguirán habiendo planes, estrategias en países como Uruguay, en donde sus condiciones juegan como campo abierto para seguir manipulando al naturaleza, los recursos. Así funciona la lógica. Lo cierto es que cada vez menos contamos con espacios naturales, con oxígeno, va ganando la jungla de cemento. A pesar de que somos privilegiados frente a otros países, no es cuestión de comparar, es cuestión de decidir en tiempo presente lo que se debe estimular que suceda. Industrias seguirán habiendo, responsables o no, pero un bosque que se tala, un suelo que se escava, tarda años en recuperarse, es oxígeno que no vuelve. Necesitamos cada vez más la fuerza de revolucionarios verdaderos, de activistas. No solo alcanza con exhortar a la población, basta simplemente en impulsar campañas que involucren a los ciudadanos, que los hagan partícipes y responsables de la mano del voluntariado. Porque lo importante es generar también voluntad. Porque el mundo que todos queremos, no solo se construye con acciones aisladas, también se construye con acciones periódicas y recíprocas. Pero lo que es más importante es la acción que cotidianamente llevemos adelante. Piensa tan solo, en que puedes empezar a ser desde tu hogar, desde tu comercio, desde tu grupo de amigos, con tu vecino/a, para empezar a cuidar y mantener mejor nuestro sustento de vida, que es la tierra. Porque a veces más que escuchar alertas y grandes discursos en asambleas y en muchas voces del mundo, es hora de cada uno comience o siga realizando acciones positivas. No olvidemos que por otra parte la naturaleza nos esta pidiendo a gritos lo que alguna vez nos pidió en silencio, reacciona, es tiempo. A veces pienso que la esclavitud ha retornado en nuevas formas, y con ello errores que trascienden generaciones, nuevas revoluciones.
Posted on: Wed, 16 Oct 2013 15:46:08 +0000