La otra mañana, camino de la cocina, me crucé con la muerte en - TopicsExpress



          

La otra mañana, camino de la cocina, me crucé con la muerte en el pasillo. Pensé que sería otra de mis tonterías y traté de llevarlo con displicencia. Fingía no advertir su presencia, pero no podía evitar observarla y preguntarme qué estaba haciendo ahí mirando a la pared. Como no sabía muy bien qué hacer, pensé en llevarla a la cocina para que la viera Lucía, mi esposa, y demostrarme de este modo que no estaba loco. -Cielo, acabo de toparme con la Muerte en la esquina del pasillo. -Ya estás con otra de tus tonterías. -Te lo digo de verdad. -¿Y qué estaba haciendo la Muerte?- preguntó ella con cierto sarcasmo -Miraba la pared, como si la hubieran castigado. Tenía un rostro muy serio. -Es que la muerte no es cosa de risa. -No me crees, muy bonito. ¿Quieres que te traiga la Muerte a la cocina? -No puedes estar trayendo Jinetes del Apocalipsis constantemente a casa -respondió Lucía un tanto indignada- Vale, tráela ¡pero que sea el último Jinete del Apocalipsis que me traes, que es muy temprano!- exclamó. -Me parece bien -respondí yo mientras asentía solemnemente con la cabeza. Me ausenté unos minutos. Al rato volví acompañado de la Muerte. Mi mujer palideció. -¿Qué? ¿Te lo crees ahora? ¿Estaba o no la Muerte en el pasillo? -¿Pero qué haces aquí? ¿Es que vamos a morir? - Me he perdido -respondió la Muerte. -¿Cómo que te has perdido? -preguntó ella. -Tenía una cita hoy. Una leucemia. Pero olvidé dónde era. -Ahora que lo dice, a mí me duele un poco la cabeza -intervine yo. -Lo dice usted sólo para que me sienta mejor. Pero gracias igualmente. -Tenemos que apoyarnos entre vecinos -respondí. Lucía me dio una aspirina mientras la Muerte siguió tamborileando sobre la mesa con sus huesudos dedos mazcuyando lamentos. -Es la primera vez que me sucede esto. Yo, que siempre he sido infalible, fulminante... -Bueno, bueno, no se martirice tanto -le dije-. Además, no será para tanto; es sólo un fallecimiento menos. -Esto podría crear un peligroso precedente. Ahora mismo hay alguien por ahí que vive un tiempo que no le pertenece ¿me entiende usted ahora? -Seguro que nadie lo nota -contestó Lucía. -Pero me doy cuenta yo. Es un error en mi expediente. -¿Y no podría cambiar a la víctima por otra? -sugerí yo-. Creo que a mi jefe le sentaría muy bien un aneurisma. -Podría ser una solución, pero no se cubre un error con otro. No acostumbro a hacer las cosas así. Creo que lo prudente es que me vaya a casa a descansar. Puede que tenga anotado en algún sitio dónde tenía que ir y a quién tenía que matar. -Es una maravillosa idea -añadió Lucía con alivio-. En casa, en su diván, con una tacita de té, verá las cosas de otra manera. Puede que sólo sea un retraso de pocas horas. -Tiene usted toda la razón señora. Me marcho ya, han sido muy amables y muchas gracias por todo. -¡Vuelva usted pronto! -manifesté efusivamente para despedir a nuestra accidentada visitante. Mi esposa palideció aún más.
Posted on: Thu, 27 Jun 2013 02:45:24 +0000

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