La promesa de eternidad se plenifica con la promesa de la resurrección final. Así, la salvación será integral, todo nuestro ser, rescatado de la desintegración y destrucción que realiza el pecado, entrará en la comunión divina de manera definitiva y plena. Esta promesa comienza a realizarse cuando Dios viene a nosotros y culminará cuando nosotros vayamos a El. El comienzo de este Camino es detonante, es la manifestación con poder de esa presencia nueva de Dios dándonos su Espíritu. En ese momento todo parece alcanzable, la meta ya está aquí, ya creemos estar en el Cielo. No es una ilusión, no es un entusiasmo pasajero, es real. Ha cambiado nuestra relación con las Personas Divinas, se ha revelado nuestra verdadera identidad, la de hijos amados. Se ha abierto esa fuente interior que brota hacia la Vida eterna. Después de nuestro Pentecostés personal tenemos una nueva comprensión de todas las cosas empezando por nosotros mismos y siguiendo por todo los que nos rodea y pertenece. En la proclamación de esta Buena Noticia ayuda la propia historia de sufrimientos y fracasos como preparación para este gran Encuentro Personal con Cristo en el poder del Espíritu Santo. Podremos cantar juntos: "Haz cambiado mis lamentos en baile Señor..."
Posted on: Mon, 09 Sep 2013 10:13:36 +0000
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